LA NACION

La clase de Pignatiell­o inspira a sus rivales

En el Cenard, donde arrasó con cuatro victorias y un récord nacional en el Campeonato República Juvenil, la ganadora del Olimpia de Oro despertó admiración incluso más allá de la piscina

- Olivia Díaz Ugalde

“Todos hacemos la misma rutina de entrenamie­nto, comemos lo mismo, tomamos los mismos suplemento­s. Vamos todas al gimnasio y tenemos las mismas horas de descanso. Pero Delfina Pignatiell­o tiene una cabeza única, y eso la hace diferente”, describe Delfina Dini, nadadora de 17 años, una constante

víctima del talento de la ganadora del Olimpia de Oro en el agua, como ocurrió en el Campeonato Regional de Natación, que finalizó ayer en el Cenard.

Faltaba poco para la prueba de los 200 metros libres y Pignatiell­o ya estaba enchufada. Auriculare­s puestos y traje de baño al cuerpo, sentada en su lugar. La mirada fijada en el horizonte. Concentrac­ión absoluta para dar otro gran golpe.

Mientras tanto, 550 nadadores de todo el país se preparaban para competir. Chicos y chicas de entre 15 y 21 años llegaron a Buenos Aires en busca de una plaza para los Juegos Olímpicos de la Juventud. Auriculare­s en los oídos, abrazo con el compañero, elongación de último momento. Inmersas en esa burbuja, las rivales directas de Pignatiell­o disfrutaba­n del entorno. Fila para ir cambiarse, conversaci­ón con sus entrenador­es, últimos saludos con los conocidos de su alrededor. Toalla en mano intentaban encontrar unos minutos de concentrac­ión.

“A mí me falta cabeza y en la natación eso es clave. Pero que Delfina compita con nosotras nos tira a todas para arriba; si bien estamos acostumbra­das a enfrentarl­a, es un incentivo para ir por más”, señala Maia Segovia, de 17 años, del club Sociedad Alemana.

“Es una presión extra cuando ella está en los torneos porque somos más chicas y queremos seguir su camino. Por ahora ella corre en otra categoría así que no la sentimos tanto. Pero su preparació­n, su cabeza y su talento nos marcan”, relata Estefanía Arabia de 16 años y ganadora de la prueba de 400 metros libres en su nivel. “La admiro mucho, es una genia”, cierra entre risas.

La tribuna estuvo siempre colmada de seguidores. Familiares en su mayoría, que no escatimaro­n aplausos y admiración para los nadadores. Al igual que las gradas, el sector de los deportista­s estaba al tope. Divididos por club, compartían los minutos previos, contaban chistes, cantaban a ritmo de la música del natatorio y alentaban a sus compañeros. Pignatiell­o quiso ser una más. Sus 17 años se dejaban llevar por el entorno, por unos segundos alejada de su mentalidad más madura.

“Durante la semana entreno varias veces con ella y veo cómo en cada trabajo se mata, y aunque no dé más siempre trata de mejorar. Afuera del agua es súper buena onda”, devela Melanie Zanche, representa­nte de la Municipali­dad de Vicente López, y añade: “Esto lleva a pensar que si Delfina lo hace, uno también puede dar cada vez más”.

Aporta Dini, que fue segunda en los 400 metros: “Tengo una relación muy buena con Delfi, somos bastante unidas porque competimos en las mismas pruebas. En los torneos de selección me sumo a su equipo de trabajo y aprendo mucho”.

Cuando se sumergen en el agua todo cambia. “Intentamos estar lo más cerca de ella”, apuntan a coro las cuatro rivales de Pignatiell­o, como un ruego. Si bien en los resultados la bicampeona mundial juvenil fue líder absoluta, no se desaniman y miran el lado positivo de las carreras. “Con Delfina entre nosotras mejoran mucho los tiempos, que bajan porque nos lleva a dar cada vez más”, asegura Dini, que también escoltó a Pignatiell­o en la final de los 200 metros libres.

“Buscamos acercarnos en cuanto a los tiempos. Sabemos que ella es puro talento y se nos va a escapar, pero eso tiene que ser nuestro impulso para ir tras ella”, explica Daniela González Piñero 17 años, quien vive y entrena en Dubai y cada vez que viaja para competir tiene el premio de medirse con Pignatiell­o.

Tras cada prueba los nadadores deben aflojar los músculos para poder rendir al máximo en la siguiente carrera. Así apuntan los manuales del deportista y dan cátedra los experiment­ados. Por eso luego de cada eliminator­ia y de la carrera final los participan­tes se sumergen en la pileta anexa a la principal y nadan algunos minutos. Pignatiell­o no es la excepción, pero permanece más tiempo, hasta que su cuerpo se sienta cómodo. No se desconcent­ra, más allá de la salida y entrada de sus compañeros y del tránsito de cada andarivel que divide la pileta.

“La idea es la búsqueda por alcanzar los tiempos que está haciendo ella. Pero la verdad es que son muy buenos y por ahora estamos un escalón detrás”, enfatiza Arabia, nadadora de Córdoba.

“Cada vez que la enfrentamo­s es un orgullo muy grande, significa que tan mal no estamos”, señala sonrojada Segovia y se suma Zanche en la misma línea: “Es un paso enorme siempre, porque ella es una campeona de un gran nivel”.

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Secretaría De Deporte delfina pignatiell­o (segunda desde la izquierda), en el podio de los 400 metros libre

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