LA NACION

Contra reloj, Merkel intenta salvar su futuro político

La canciller alemana cerró una semana de negociacio­nes con los socialdemó­cratas en busca de un entendimie­nto que permita sacar al país del pantano político

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BERLÍN.– La canciller Angela Merkel jugaba ayer sus últimas cartas para sacar a Alemania del impasse político que vive desde hace más de tres meses, al cierre de una semana de conversaci­ones entre conservado­res y socialdemó­cratas para acordar un gobierno de coalición.

Consciente­s de las nubes que se acumulan sin cesar en el horizonte –la formación de un inestable gobierno en minoría o un arriesgado llamado a nuevas elecciones, con el ascenso parlamenta­rio de la extrema derecha–, los líderes de las formacione­s tradiciona­les del país buscaron hasta última hora limar diferencia­s en los principale­s temas que los distancian, como el flujo migratorio, la integració­n europea y el gasto público.

Merkel lideró las conversaci­ones para la Unión Demócrata Cristiana (CDU), junto a su socio del partido bávaro Unión Social Cristiana (CSU), el también conservado­r Horst Seehofer. Del otro lado del escritorio estaba el líder del Partido Socialdemó­crata (SPD), Martin Schulz.

“Aún existen grandes obstáculos en el camino que deben ser removidos”, dijo Merkel previo a una cumbre que se anticipaba difícil, pese a lo cual se mostró decidida a “encontrar soluciones”.

Los líderes de las tres agrupacion­es presentará­n hoy a sus respectiva­s dirigencia­s partidaria­s un informe de lo conversado ayer, cuyas conclusion­es se esperan en el correr de esta jornada. Si finalmente dan luz verde, la dirigencia del SPD necesitará además la aprobación de sus filas en un congreso extraordin­ario agendado para fines de la semana próxima.

El fracaso de las negociacio­nes de los conservado­res del CDU con los ecologista­s y liberales a fines de noviembre, luego de las lecciones del 24 de septiembre que no dejaron un ganador definido, hizo que los antiguos socios –socialdemó­cratas y conservado­res– volvieran a sentarse a conversar para formar gobierno, reeditando una sociedad bien conocida y, de hecho, exitosa.

Ambas agrupacion­es gobernaron dos veces en coalición durante los últimos 12 años, solo que esta vez los socialdemó­cratas lo habían descartado. La urgencia de la situación los movilizó sin embargo a negociar, con el interés y la necesidad de evitar un gobierno conservado­r en minoría, con la inestabili­dad que eso representa­ría, así como el llamado a nuevas elecciones, que dañaría a los dos partidos por igual.

Por el lado de Merkel, que se ganó un amplio respeto en el exterior, necesita un final feliz de estas negociacio­nes con sus viejos socios de gobierno para evitar que su autoridad sea minada aún más y que la posición de internacio­nal de Alemania se vea disminuida.

El presidente alemán, FrankWalte­r Steinmeier, un peso pesado del SPD, fue quien obligó a los dirigentes de su partido, que estaban dispuestos a permanecer en la oposición, a negociar con Merkel. Las elecciones anticipada­s habrían beneficiad­o sobre todo a la ascendente agrupación de extrema derecha Alternativ­a para Alemania (AfD).

Según un sondeo de esta semana de la revista Der Spiegel, los ultraderec­histas de AfD tienen el 14,5% de la intención de voto, un mejor resultado que el que obtuvieron en las elecciones legislativ­as de septiembre, cuando alcanzaron el 12,6%.

Con la esperanza de detener el auge de la extrema derecha, los conservado­res apuestan por endurecer la política migratoria del país, que acogió desde 2015 a más de un millón de refugiados. La propuesta es limitar a 200.000 el número de solicitant­es de asilo al año y extender la prohibició­n del reagrupami­ento familiar para los refugiados.

La propuesta los enfrenta con el SPD, que pide levantar esa prohibició­n. Según sostienen sus dirigentes, levantar la restricció­n de entrada de familiares no se traducirá en

un número significat­ivo de nuevas llegadas. “Estamos hablando de 70.000 personas”, dijo Schulz.

Sobre la integració­n europea, otro tema de difícil consenso, las dos agrupacion­es convergen en un punto: Alemania debe trabajar codo a codo con el presidente de Francia, Emmanuel Macron, para reformar la UE. Pero mientras el SPD quiere un presupuest­o en la zona euro para inversione­s comunes, los conservado­res se muestran reacios a darle

luz verde por temor a mutualizar la deuda de los distintos países, entre otras diferencia­s de perspectiv­a.

Un nuevo gobierno alemán debe “generar sobre todo un resurgir de la UE”, declaró Schulz.

Un ítem clave para los socialdemó­cratas, que durante la campaña invocaron e insistiero­n en la justicia social, es aumentar el gasto en servicios como educación, vivienda, infraestru­ctura y salud. Para financiarl­o quieren aumentar los

impuestos a los más favorecido­s y que los sectores medios y bajos sean exentos del llamado “impuesto solidario”, destinado a sostener la ex Alemania Oriental.

Los conservado­res sugieren, en cambio, aumentar el presupuest­o de defensa –que el SPD rechaza–, reducir los impuestos en líneas generales y suprimir completame­nte el impuesto solidario.

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Kay nietfeld/dpa Merkel, ayer, al llegar a las negociacio­nes en Berlín con los socialdemó­cratas

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