Macron puso un freno al acuerdo con la UE, pero siguen las negociaciones
Macri no logró vencer la resistencia del presidente francés a un pacto comercial; la protección de la producción bovina es el punto de conflicto
PARÍS.– El presidente Mauricio Macri regresará a la Argentina sin las “buenas noticias” que esperaba traer de esta capital: contrariamente a sus expectativas, no pudo obtener el acuerdo de su par francés, Emmanuel Macron, para destrabar el tratado de libre comercio entre el Mercosur y la Unión Europea (UE), que permanece bloqueado por la posición de Francia en defensa de su sector agrícola-ganadero.
La delegación argentina, sin embargo, efectúa otra lectura. “Ese acuerdo es políticamente conveniente para ambas regiones y técnicamente factible”, dijo Macron en la reunión a puertas cerradas, según relató a el canciller argentino, la nacion Jorge Faurie. A su juicio, la actitud del mandatario francés fue “una buena noticia”.
Pero en público, Macron expuso sus reservas respecto de ese tratado. “Ambos somos defensores del multilateralismo. La idea del acuerdo es pertinente y seguramente será benéfico para ambos países, pero hoy le expresé al presidente Macri mis preocupaciones, en particular en lo que concierne a la carne bovina”, explicó el mandatario francés.
Ese es el punto clave de la discordia: las cuotas de carne que la Argentina pretende exportar a la UE y Francia no puede aceptar, a riesgo de “desestabilizar ese sector de excelencia” de la economía francesa, explicó Macron.
El Gobierno había depositado grandes expectativas en el encuentro de ayer para destrabar un acuerdo que se negocia desde hace años, pero que en los últimos meses parecía encaminarse.
Viene de tapa Para aquellos que siguieron paso a paso los acontecimientos de los últimos días, la decisión del gobierno francés no fue una sorpresa. En vísperas de la reunión de ayer entre ambos mandatarios en el Palacio del Elíseo, el presidente francés fue a visitar a los agricultores del centro del país para asegurarles que había “líneas rojas” que Francia pretendía preservar.
Su argumento fue: “No podemos hacer acuerdos que favorecen a un actor industrial o agrícola a miles de kilómetros, que tiene otro modelo social o medioambiental y que hace lo contrario de lo que nosotros imponemos a nuestros propios actores”.
La verdad es que el mundo agrícola francés está convencido de que, en caso de llegar a un acuerdo, miles de toneladas de carne entrarán cada año a Europa –que es casi un mercado cautivo de la carne francesa–, con una posible pérdida de unos 30.000 empleos y una reducción de 10% del precio de venta de esa producción.
Más allá de las consideraciones comerciales, las reservas se explican sobre todo por las consecuencias políticas que puede tener esta negociación.
El sector agrícola-ganadero forma parte del ADN de este país, primer productor agrícola de la UE. Como anécdota, basta relatar que ningún presidente francés deja de visitar cada año el Salón de la Agricultura, si después pretende ganar una elección.
La decepción causada por la posición de Francia se reflejó en el gesto adusto del presidente argentino e incluso en las delegaciones de los dos países, compuestas por numerosos ministros.
Para suavizar la tensión del momento, Macron repitió que “ni él ni su homólogo argentino tenían la capacidad de decidir”.
“A pesar de nuestros malentendidos, nuestros negociadores encontrarán la forma de resolverlo”, insistió.
En otras palabras, tras 16 años de discusiones, todavía queda trabajo por hacer.
La gran incógnita –que la prensa no pudo evacuar porque se aceptaron solo dos preguntas– es ahora saber hasta dónde está la Argentina dispuesta a ir para transformar las líneas rojas de Francia, en líneas verdes que permiten llegar a un entendimiento.
Las conversaciones se reanudarán la semana que viene en Bruselas, sede de la UE, aunque después del traspié de ayer el escenario luce más complicado.
Aparte del huidizo acuerdo, ambos presidentes hablaron de sus numerosas coincidencias, que el presidente francés calificó de “complicidad”: “Compartimos la misma visión abierta del mundo, de la democracia y de los derechos humanos”, dijo Macron, que se refirió a “los grandes desafíos que les esperan con la agenda de la próxima cumbre del G-20 de diciembre en Buenos Aires.
El mandatario francés aprovechó la ocasión para afirmar que Francia es y será el primer apoyo de la Argentina para su ingreso en la Organización de Cooperación para el Desarrollo Económico (OCDE).
Macron agradeció también a Macri la actitud de colaboración irrestricta para que se llegara a un acuerdo sobre cambio climático en la COP21.
En su intervención, Mauricio Macri repitió los argumentos que lo acompañaron durante toda su gira europea: “Lo que nos identifica a ambos es que los dos hemos intentado provocar transformaciones profundas que devuelvan el optimismo y el entusiasmo a la gente”, dijo. “Todos queremos crecer y tener nuevas oportunidades”, agregó.
Esa frase sonó como una alusión elegante a las frustradas expectativas del gobierno argentino. E insistió: “Por eso, no debemos desperdiciar la posibilidad que propone ese acuerdo”.
Macri continuó haciendo un repaso de sus actividades de la jornada, en particular su reunión con un centenar de miembros de la central de empresarios (Medef).
“Hemos regresado a un mundo que nos recibe con los brazos abiertos. Esperemos que el afecto que une a nuestros dos países se puedan transformar en innumerables relaciones comerciales fructíferas”, concluyó.
Minutos después –diplomacia obliga–, ambas parejas presidenciales partieron a cenar al mejor restaurante del mundo, Guy Savoy, en la Casa de la Moneda de París.
Hoy Macri partirá de regreso de París a Buenos Aires y concluirá así su gira, que arrancó en Rusia con una reunión con Vladimir Putin y continuó en Davos, Suiza, en el Foro Económico Mundial, donde desplegó una amplia agenda con empresarios y mandatarios como la alemana Angela Merkel, el canadiense Justin Trudeau y la reina Máxima de Holanda.