LA NACION

La feria judicial

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Discrepo con el lector Cambas, que propone mantener las ferias judiciales. Es cierto que no se trata del problema principal de la Justicia. Pero la dificultad de jueces, políticos, sindicalis­tas y abogados para ocuparse de una cuestión elemental, como lo es aprovechar bien el tiempo, es un síntoma de que el sistema no tiene el liderazgo que hace falta para la transforma­ción. No conozco que ninguna de sus organizaci­ones haya publicado un estudio sobre el flujo de público, la carga de trabajo, la productivi­dad según horas y épocas del año, y sobre si hay estructura­s multiplica­das que puedan utilizarse más eficientem­ente, como hace cualquier organismo o empresa para decidir si cambia un proceso. Los jueces perciben que desde afuera los quieren reformar y eso los pone a la defensiva, en lugar de motivarlos para liderar el cambio. El jefe del sindicato de trabajador­es judiciales ha dicho que nadie trabaja con más estrés que sus representa­dos, algo que de ser cierto revelaría justamente que sus descansos están mal programado­s. Los dirigentes de la abogacía han declarado cosas pintoresca­s: que en enero hace calor y que el abogado que trabaja solo no podría tomarse vacaciones si corrieran los plazos procesales. Al calor lo sufren también los que trabajan en servicios estatales que no cierran, como comisarías, hospitales o aeropuerto­s, y en cualquier actividad privada, incluyendo varias que tampoco pueden esperar. Los médicos que trabajan solos buscan un colega que los reemplace para que no se les mueran los pacientes, una urgencia no menos atendible que la de contestar un escrito. Si el problema fuera ese bastaría con suspender o extender los plazos para las partes, pero no para lo que deban hacer los tribunales. Se trata de la productivi­dad de los juzgados, no la de los particular­es. Si a las ferias sumamos un horario disfuncion­al, un generoso régimen de licencias y el inconcebib­le calendario de días festivos, el resultado es un modelo que haría quebrar a cualquier organizaci­ón de servicios que operara en régimen de competenci­a. Esta no es financiada voluntaria­mente por nadie, sino que se mantiene por los impuestos, razón suficiente para buscar su eficiencia sin “hacerse trampas al solitario”. Marcelo Gobbi DNI 14.541.133

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