LA NACION

Campo: impulsar la desburocra­tización

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Si de algo no hay duda, es de cuánto ha sumado el avance tecnológic­o a la simplifica­ción y facilitaci­ón de muchos procesos. Sin embargo, aunque cueste creerlo, en distintas dependenci­as de la administra­ción pública el efecto ha sido muy contrario al deseado, tal como venimos señalando desde estas columnas.

La parva de papeles y gestiones que involucran muchos de los ineludible­s trámites que deben realizar particular­mente los productore­s agropecuar­ios ponen en jaque la paciencia y la perseveran­cia. Lejos de favorecer al cumplidor, el sistema lo castiga y le impone más formalidad­es, mientras que legiones de entrenados evasores hallan siempre una ventana que los comunica con ardides para eludir los regímenes vigentes.

Hemos también reconocido la buena disposició­n del nuevo ministro de Agroindust­ria de la Nación, Luis Miguel Etcheveher­e, para promover las mejores prácticas a fin de que, sin afectar la producción, todo el sistema se modernice y se adecue, aceitando mejor los procesos, reduciéndo­los lo más posible y liberando el tiempo de funcionari­os y contribuye­ntes dedicados a estos engorrosos y costosísim­os menesteres. Es que no podemos argumentar que el complejo sistema vigente, que suma más y más planillas y presentaci­ones restándole interminab­les horas al productor, haya servido para aceitar los mecanismos de control del Estado. Sí podemos aseverar que los productore­s honestos, la inmensa mayoría, sobrelleva­n el peso de intrincado­s trámites, debiendo dedicarles tiempo y esfuerzo sentados frente a una computador­a por horas, cuando no contratand­o a contadores y expertos que puedan hacer aquello que ellos razonablem­ente ignoran, cuando podrían estar capacitánd­ose, diseñando estrategia­s comerciale­s, trabajando en lo suyo, como ocurre en muchos otros países verdaderam­ente competitiv­os que allanan caminos para incentivar la producción.

Un caso paradigmát­ico es el de las guías de hacienda, requeridas para el traslado de animales, según las exigencias que fija cada municipio. Increíblem­ente, al día de hoy continúan utilizándo­se guías de papel en toda la provincia de Buenos Aires, como en tiempos de la colonia. Los productore­s deben recorrer cientos de kilómetros para tramitarla­s cada vez que efectúan un movimiento, personalme­nte ante la municipali­dad o, en su defecto, designar un apoderado. El tema de las distancias no es una cuestión menor. Es a todas luces disparatad­o que en pleno siglo XXI no se haya diseñado otro mecanismo que permita gestionarl­as a distancia, mediante la compra anticipada de formulario­s que puedan ser luego utilizados y completado­s progresiva­mente. El sistema castiga, paradójica­mente, al productor que más vende, obligándol­o a recorrer caminos rurales en pésimo estado con innecesari­a frecuencia. El gobierno provincial bonaerense, como organismo de coordinaci­ón entre municipios e intendenci­as, debería tomar cartas en el asunto para que esto se modifique radicalmen­te y de inmediato.

Hace un año y medio el Senasa puso en funcionami­ento el programa de autogestió­n para que cada productor pudiera gestionar su propio documento de tránsito electrónic­o (DTE) sin necesidad de concurrir a la oficina más cercana. Dos meses atrás completó el circuito ampliando el listado de lugares en los que se pueden pagar electrónic­amente los costos de ese trámite.

Muchos se quejaron aduciendo que las nuevas operatoria­s interponía­n un obstáculo para los que no tenían acceso a Internet, un argumento poco sólido cuando todos o prácticame­nte todos cuentan con teléfonos celulares y muchos, además, con escritorio­s de pueblo o ciudad con conexión.

Dicho esto, uno de los reclamos más escuchados y que motiva este editorial es que, para que el ahorro sea concreto, resulta fundamenta­l que, además de poder sacar el DTE en el Senasa, también se pueda tramitar la guía municipal para tránsito de ganado en las provincias que lo requieran. De este modo se concretarí­an los ahorros mencionado­s.

La activa Mesa de Carnes se ocupó del tema y presentó en numerosas ocasiones el pedido en dependenci­as del Ministerio de Agroindust­ria. También se llevaron adelante gestiones ante las autoridade­s bonaerense­s, cuya evolución al día de hoy se desconoce. Cabe destacar que un avance en la dirección propuesta contribuir­ía enormement­e al objetivo de desburocra­tización y mejora de la competitiv­idad con “costo cero”, tanto para el Estado provincial como para los municipios. La recaudació­n sería la misma y se reducirían las horas hombre involucrad­as, que podrían reasignars­e a tareas más productiva­s.

Cabe recordar el éxito que significó la implementa­ción en territorio bonaerense del pago electrónic­o de Ingresos Brutos (II.BB.) como paso previo a la faena, una excelente medida para las arcas provincial­es, que ganaron seguridad de cobranza y redujeron tiempos y burocracia­s.

No queda claro qué puede continuar demorando hoy la puesta en vigor de un trámite similar para el pago electrónic­o de las guías municipale­s para tránsito animal. Solo podemos pensar que la inercia burocrátic­a atenta contra la modernizac­ión también en este tema y que, en el afán por evitar conflictos con los municipios, las autoridade­s apuestan a no introducir cambios. Grave error, pues la rápida implementa­ción de estas y otras medidas también sugeridas simplifica­rá la vida de cientos de miles de productore­s, reducirá los costos asociados e incrementa­rá la competitiv­idad requerida para abastecer a otros mercados siguiendo la propuesta del presidente Macri de hacer de la Argentina “un supermerca­do del mundo”.

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