LA NACION

Cómo borrar un tatuaje sin temor y sin rastro

un nuevo láser médico permite eliminar la tinta en poco tiempo; una sesión cuesta 150 euros

- Marta Cámara Busto

MADRID (El País).– Hasta hace nada, librarse de un tatuaje exigía convivir de por vida con una huella emborronad­a y desvaída que marcaba con precisión el lugar del crimen. Más valía dejárselo, fuera cual fuera el dibujo o el nombre. Los resultados no estaban garantizad­os y el umbral del dolor tenía que ser tirando a altísimo para soportar en la piel unas técnicas que podrían haber sido incluidas en la lista de torturas de la ONU.

Por suerte, la tecnología llega al rescate y, aunque ya existen tintas reversible­s que aseguran una buena retirada en caso de arrepentim­iento y que los puristas señalan como “para cobardes”, eliminar un tatuaje por completo hoy solo es cuestión de un poco de paciencia, dinero y la técnica de borrado adecuada. ¿La mejor elección? Acaba de irrumpir en el panorama estético y se llama Picoway. Así lo explica la doctora Adriana Ribé, directora de Ribé Clinic: “Se trata del láser médico más potente para eliminar tatuajes. la clave está en que utiliza pulsos de energía muy cortos que fragmentan la tinta en partículas muy pequeñas que el cuerpo elimina de forma más rá- pida”. Tan rápida que, como constata el doctor Emiliano Grillo, dermatólog­o de IML, “si se trata de tinta negra de poca densidad y el tatuaje está en una zona de piel fina, como brazo o antebrazo, una sola sesión basta”. Más paciencia exigen las zonas acrales (muñeca o tobillo) o la espalda, y colores como amarillo, blanco o naranja: “Suelen llevar óxido de zinc en su composició­n, muy resistente a la acción del láser”, remata Grillo. El color ya no es solo cuestión de gusto. Borrar el pasado cuesta alrededor de 150 euros por sesión.

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Picoway acaba de llegar al mercado

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