LA NACION

Hydrofoil, el deporte que permite “volar” sobre el agua

Se trata de una de las disciplina­s de moda; una quilla y alas sumergidas elevan la tabla unos 60 centímetro­s para dar esa inigualabl­e sensación

- Laura Reina

Nadie duda de que Marty McFly deslizándo­se en la patineta voladora es una de las escenas que quedaron en la memoria colectiva de la generación (los que hoy tienen más de 35) que creció viendo Volver al Futuro. El deseo de deslizarse sin tocar el piso es algo tan ansiado que la búsqueda por lograrlo ha llevado a muchos a intentarlo con distintos resultados (algunos bastante decepciona­ntes).

Pero para los amantes de los deportes acuáticos extremos o no convencion­ales hay buenas noticias. Porque la sensación de volar sobre el agua, esa adrenalina de despegarse unos cuantos centímetro­s –entre 50 y 60, aproximada­mente– de ese espejo hídrico al que todos aman y buscan desafiar es justamente lo que explica por qué el hydrofoil, el nuevo deporte acuático de moda en todo el mundo que acaba de desembarca­r en la Argentina, ya tiene decenas de adoradores.

Técnicamen­te se trata de una quilla de la que salen unas alas sumergidas que separaran el casco de la tabla del agua, imprimiend­o esa inigualabl­e sensación de volar que todos le envidiamos al bueno de Marty.

“En realidad, toda la náutica tiene un desarrollo hacia ese lado. En los barcos el casco prácticame­nte no toca el agua. Esto está haciéndose porque al no tocarla, hay menos rozamiento y se necesita menos fuerza para desplazars­e. Y además, porque la sensación es única: realmente es como ir volando”, asegura Salvador Peluso, amante de los deportes extremos y dueño de Delta Point, un enclave náutico en medio de Tigre donde funciona una escuela y se alquilan equipos para los que buscan sensacione­s fuertes y fuera de lo común, como volar, en el agua. Equilibrio en el aire

La mayoría de las “tablas voladoras” no se desplazan por sí mismas como la de Volver al Futuro, aunque ya hay algunas a motor que lo hacen. En general, las que hay por estos pagos son arrastrada­s por una lancha –como en el wakeboard– o por el viento, adosándole el kite del kitesurf. También están los que se dejan llevar por las olas y la utilizan en surf y hasta los que hacen Stand Up Paddle (SUP) con estas tablas que despegan su casco del agua.

“La mayor dificultad es que tenés que hacer equilibrio en aire a mucha velocidad. Es más inestable, se parece a un avión planeando en el agua”, describe Salvador, que dicta las clases con una lancha que remolca a la tabla. “Nosotros nos dedicamos a deportes extremos, nos atrae lo nuevo, los testeamos y las desarrolla­mos en la Argentina para que la gente pueda experiment­arlo. Personalme­nte descubrí el hydrofoil viajando en un salón internacio­nal donde se presentan todos los deportes náuticos que van a venir”.

Tóbal Saubidet es otro de los precursore­s del hydrofoil a nivel local. Su especialid­ad y pasión es el kitefoil. “Este deporte es una nueva modalidad de hacer kitesurf y viene a romper varios paradigmas tradiciona­les del Kite como que para andar tiene que soplar mucho viento –sostiene el instructor que tiene su escuela en Perú Beach y en Puertos Escobar–. La naturaleza del Kitesurf siempre fue agua con muchas olas, viento en la cara e hilos en máxima tensión. El hydrofoil, en cambio, brinda una sensación de suavidad única, ya que la tabla va “volando” sin hacer tensión contra las olas. Al estar utilizando la quilla de foil, se reduce la fricción de la tabla lo que permite estar más liviano y así propulsars­e con mayor soltura y velocidad. Sumado al desarrollo de los barriletes “parafoils”, permiten disfrutar este deporte con vientos de 4 nudos para arriba”, explica.

Para Tóbal lo más difícil es mantenerse arriba del foil. “Al principio lo que se hace difícil es lograr control con la tabla porque la quilla es muy larga y no dobla fácilmente. Hay diferentes tipos de foil: están los freestlyle que son para andar libremente y tienen una quilla más corta y están los de race o velocidad, con una quilla más larga”. Costos y recomendac­iones

Como todo deporte náutico, el hydrofoil no es económico. Dependiend­o de la calidad de la tabla, se puede partir desde los 10 mil hasta los 60 mil pesos, más el kite o la lancha para remolcar el foil. “Son equipos importados. Hay franceses, italianos y australian­os”, dice Tóbal, que da cursos de iniciación de 6 horas para los que quieren probar esta nueva sensación de volar.

Para los que no tiene equipo propio, los 40 minutos en Delta Point cuestan 1200 pesos e incluye la lancha y todo el equipo necesario para “volar” en el agua. Después de la adrenalina, se puede disfrutar de la playita, el verde del parque y de las delicias del restó. Para los que se acercan por primera vez, Salvador recomienda que al menos tengan una experienci­a previa en tablas de skate, longboard, wakeboard, esquí acuático o snowboard, porque los movimiento­s y la postura corporal que se adoptan son bastante similares. “El de hydrofoil es un público mucho más experiment­ado. Lo ideal es tener idea previa de cómo manejarse en una tabla”, dice Salvador, que asegura que a los chicos les resulta muy fácil y aprenden más rápido.

Sin embargo, no todos los que se acercan tienen realmente idea o son del palo “náutico”. Al ser un deporte no convencion­al, funciona como atractivo para los usuarios activos de las redes sociales, que buscan sumar likes entre sus seguidores. Y saben que subirse a una de estas tablas voladoras acuáticas es garantía de eso. “Muchos vienen a sacarse la foto. Y está todo bien. Nosotros supimos entender ese mensaje y le sacamos provecho. Lo capitaliza­mos. En cambio hay otros que son muy cerrados y no les da mucha gracia eso. Además, todos aprendimos y tuvimos una primera vez”, asegura Salvador.

Lo que antes parecía obra de la ciencia ficción (o de Robert Zemeckis, el director de Volver al Futuro) hoy parece posible. Volar, desprender­se varios centímetro­s del agua a gran velocidad, ya no es un sueño. Es bien real, y no hace falta viajar muchos años al futuro. Acá, a pocos kilómetros la fantasía se hace realidad. Solo hace falta algo de pericia. Y del buen clima que por estos días abunda. Hasta Marty McFly lo envidiaría.

“Este deporte viene a romper varios paradigmas del kitesurf” “Brinda una sensación de suavidad única, sin hacer tensión contra las olas” Al ser un deporte no convencion­al atrae a los usuarios de las redes sociales

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Gentileza Delta point La quilla y unas alas sumergidas permiten elevarse varios centímetro­s del agua

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