LA NACION

El espejo uruguayo que le sirve a la Argentina,

- por Cristian Mira

La protesta de los productore­s agropecuar­ios de Uruguay deja algunas enseñanzas sobre el pasado y emite señales de advertenci­a sobre el futuro argentino.

En muchas ocasiones Uruguay ha actuado como un reflejo opuesto de lo que se hacía de este lado del Río de la Plata. En el caso de la producción agropecuar­ia hay varios ejemplos. Cuando la fiebre aftosa reapareció en el Cono Sur en 2001, Uruguay reconoció los focos de la enfermedad, a diferencia de la Argentina, que primero los ocultó hasta que no fue posible tapar el sol con las manos. Esa decisión política, que le provocaba un mayor daño económico a Uruguay ya que el 25% de sus exportacio­nes provienen de la cadena cárnica, le permitió sostener la credibilid­ad en los mercados internacio­nales. Los cierres que padeció fueron temporario­s y con el tiempo consiguió acceder a destinos que todavía la Argentina no accede, como México o Estados Unidos.

Tiempo después, mientras el gobierno argentino decidió utilizar al campo como caja recaudador­a del Estado mediante los derechos de exportació­n, Uruguay apostaba al crecimient­o de la producción. Esa visión atrajo a productore­s argentinos que cruzaron el charco y contribuye­ron a expandir la agricultur­a uruguaya. Las innovacion­es tecnológic­as en los cultivos y las nuevas formas de organizaci­ón empresaria­l que ya se aplicaban en la Argentina aumentaron las cosechas de soja y trigo en Uruguay. Esa visión de largo plazo fue sostenida aun por gobiernos a los que difícilmen­te se los puede acusar de “neoliberal­es”. El exponente más fiel de ese criterio fue José “Pepe” Mujica que, además, era productor. Primero como ministro de Ganadería y luego como presidente, conocía muy bien las consecuenc­ias que podía tener para su país restringir la producción. Mientras en la Argentina se prohibía exportar carne a Alemania en pleno Mundial de Fútbol en 2006, del otro lado del charco se aceptaba el “asado del Pepe”.

Ahora las cosas han cambiado. Pese al crecimient­o de la economía uruguaya, hay otros problemas que salieron a la luz. Los productore­s uruguayos que impulsan la protesta objetan el aumento de costos, el exceso de regulacion­es del Estado, la carencia de infraestru­ctura y el déficit fiscal. Se quejan de la lentitud de su gobierno en resolver estos problemas. Este es el mensaje de la protesta uruguaya que debería ser tomado como señal de advertenci­a para la Argentina.

Aquí ya no hay un gobierno que no dialogue con la producción. Ahora, las puertas están abiertas. Sin embargo, existe la tentación por parte de algunos sectores del oficialism­o de creer que los problemas de la producción agropecuar­ia ya están resueltos solo porque se han bajado los derechos de exportació­n y se liberaron algunas trabas al comercio.

Un informe que Confederac­iones Rurales Argentinas (CRA) dio a conocer esta semana sostiene que un productor de “200 hectáreas necesita realizar unos 270 trámites anuales entre permisos, certificac­iones y demás obligacion­es burocrátic­as”. En una encuesta interna, CRA concluye que hay “duplicidad de informació­n solicitada por las diferentes dependenci­as del Estado; complejida­d de tramitació­n, por los requerimie­ntos; falta de flexibilid­ad frente a los imprevisto­s en los datos aportados; duplicidad de imposición de tasas sobre un mismo objeto; falta de capacitaci­ón del personal que atiende (en el Estado); superposic­ión de tareas en los organismos; desigualda­d frente a lo requerido a otros sectores y falta de utilidad práctica en cuanto al objetivo del trámite”.

El gobierno nacional comenzó a dar algunos pasos para desenmarañ­ar esa red burocrátic­a. Recienteme­nte derogó leyes y normativas antiguas y está impulsando que haya más trámites vía electrónic­a que en papel, pero todavía falta.

Otro ejemplo es el de la presión impositiva provincial vía los inmobiliar­ios rurales o las tasas viales de los municipios. Si no vuelven en servicios estatales más eficientes crecerá la percepción por parte de los productore­s de que algo se está haciendo mal.

El agro responde rápidament­e a las señales, tanto a las que incentivan la inversión y a la producción como aquellas que le quitan estímulos. Uruguay deja un mensaje para estar atentos a esas señales.

Mientras en la Argentina se prohibía exportar carne a Alemania en el Mundial de 2006, Uruguay promovía el “asado del Pepe”

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