El presente es sólo la punta del iceberg
Desde hace varias meses el mercado es protagonista de un dinamismo indiscutible. En ese contexto es una tentación buscar un motivo para explicar los fenómenos trascendentes y es también una tentación buscar un motivo que haya despertado al mercado inmobiliario durante el año último. Sin embargo este fenómeno se debe a varias cuestiones que es necesario enumerar: el crecimiento de la economía, el nivel de precios del metro cuadrado, el crédito hipotecario, la confianza en el gobierno, la necesidad de vivienda acumulada, la inversión contenida –en otras palabras, el ahorro excesivo– y las ganas de hacer cosas. Desde 2007 y hasta 2015 los que tenían ganaron más y los que no tenían gastaron todo lo que recibieron, por eso mientras una franja se quedó sin nada, la otra ahorro en exceso. Esta es la foto con la que se encuentra el sector inmobiliario en 2018: un mercado muy pobre y muy rico, a la vez. El ahorro más la rentabilidad de la economía se sumaron al efecto del crédito hipotecario y despertaron al monstruo dormido, así el metro cuadrado creció durante el año pasado entre 15 y 25 por ciento, mientras que la cantidad de operaciones de compra–venta se incrementó entre 30 y 50 por ciento. Por otra parte, hay que reconocer que el crédito hipotecario es una fiel muestra de una economía sustentable y no al revés. Sin ningún lugar a dudas lo que está experimentando la industria local del real estate es la punta del iceberg, que obedece a la firme intención del Estado de fomentarlo y a cierto crecimiento económico. Por lo anteriormente expuesto, si se logra consolidar este último, el financiamiento hipotecario continuará funcionando como un acelerador del crecimiento del mercado inmobiliario y no hay lugar a dudas que el volumen del segmento crecerá varias veces.