Comienza el Ciclo de Teatro de Títeres y Objetos, con propuestas para niños, adultos y adolescentes.
Hay propuestas de vanguardia e innovación, espectáculos para niños y también para adultos; mañana comienza la novena edición de un clásico, en el Centro Cultural de la Cooperación
Los títeres no salen de vacaciones. Este fin de semana se inicia el Ciclo de Teatro de Títeres y Objetos del Centro Cultural de la Cooperación (CCC), en su novena edición, con obras tanto para niños como para adolescentes y adultos. “Tratamos de elegir distintas técnicas, dramaturgias, puestas y estéticas, para poder ofrecer una variedad diferente todos los años, tanto en la temática como en el tipo de puesta”, dice Karina Gozzi, coordinadora del ciclo ideado y dirigido por la titiritera Antoaneta Madjarova. “Este año incorporamos con La Argentina
en miniatura, de Javier García, un espectáculo de pequeño formato, breves escenas en las llamadas cajas de lambé lambé, que se ven individualmente”.
Ana Alvarado participa del ciclo con Diarios de 15, al frente de la Compañía de Títeres Unsam. A partir de la lectura de diarios y cuadernos de adolescentes, escritos en las décadas 1970/80/90/2000, se desarrolla un espectáculo de pequeñas piezas individuales, en las que cada actor-titiritero bucea en la adolescencia de una década, en los lugares comunes respecto del amor, el cuerpo y sus mutaciones, los miedos, la experimentación y el riesgo en su respectivo contexto político y social. La obra refleja el creciente interés de parte de público adulto por las obras protagonizadas por títeres y objetos.
El fenómeno de la proliferación del teatro de títeres para adultos es producto de una conjunción de factores, en la que juegan sin lugar a dudas un rol destacado tres hechos que echaron a rodar múltiples desarrollos creativos diferentes: en primer lugar, la creación del Grupo de Titiriteros del Teatro San Martín, en 1977, y luego de la Escuela de Titiriteros en el mismo ámbito, con Ariel Bufano planteando su célebre frase “no hay rosas para niños y rosas para adultos, simplemente hay rosas”, que implicaba además un llamado al rigor profesional para alcanzar la belleza. “Hay buen teatro y hay mal teatro”, traduce la titiritera Gabriela Marges, directora de Beethoven, una de las obras que participan del ciclo en el CCC.
Luego, el surgimiento de El periférico de Objetos, con Daniel Veronese, Ana Alvarado y Emilio García Wehbi, que fue a fondo con la propuesta del teatro de objetos para adultos. Y finalmente la intervención sagaz de Mauricio Kartun como maestro de dramaturgia enfocado particularmente hacia el arte de los títeres y objetos en función dramática (y también como autor, con Salvajada). pero hay también fuertes antecedentes históricos, como la influencia de Federico García Lorca en los titiriteros argentinos y la obra de Mané Bernardo dedicada al público adulto, aun cuando en décadas anteriores no lograra imponerse.
Otra obra del ciclo está dedicada exclusivamente a público adulto: “En Tarabust, un rumor anterior al lenguaje, nos basamos en un libro del filósofo pascal Quignard sobre las perturbaciones que pueden generar situaciones de sonido, el llanto de un bebé, el jadeo de una relación sexual, el tamborileo de la impaciencia”, dice Daniela Fiorentino, quien protagoniza y dirige junto a Carlos peláez una obra “de títeres atravesados por el psicoanálisis”.
Beethoven, en tanto, parte de reconstruir para público infantil la vida del músico en su casa en Viena. El grupo Babelteatro rescata la antigua técnica rusa del teatro Vertep, consistente en manipular desde debajo y detrás de la escenografía a través de andariveles pequeños títeres de apenas diez centímetros de altura. La invisibilidad de los titiriteros genera una estética que remeda la de los autómatas. “En función de lo que cuento sobre Beethoven elegí entre su música la más apropiada, fragmentos de la sinfonía Pastoral, la sonata para piano 32, en la que se puede encontrar una base del jazz, con la que ilustramos el deseo de Beethoven por improvisar, contra lo que le trataban de imponer”, dice Marges.
“El títere lleva al espectador a participar completando la imagen y la metáfora –explica la directora de Babelteatro–, el movimiento de los títeres de Beethoven por los carriles es muy limitado, pero los niños completan la imagen, lo ven llorar aunque no caigan lágrimas, lo ven tocar el piano aunque no mueva los dedos”. La obra incluye a una actriz, Marcela De Grande, que interactúa con los pequeños títeres “como los chicos cuando juegan con sus propios muñecos”, según la propia intérprete. La temporada cobra cuerpo luego en el mismo CCC ya en marzo con el estreno de una nueva obra del titiritero Omar Álvarez, Tic
tac, el héroe del tiempo, que incorpora a la manipulación la proyección de imágenes de animación realizadas con la técnica del stop motion. Se le suma luego una temporada de
Beethoven en el CCC, junto con la reposición de Un hipo desafinado, de Mariana Trajtenberg, por el grupo El Nudo, y Circo Fokus Bokus, de Antoaneta Madjarova.
El libro de pase titiritero registra el traslado del ciclo Casa de Títeres, coordinado por Fiorentino, a Camarín de las Musas con obras para chicos y adultos, entre ellas
Huevito de ida y vuelta, de Silvina
reinaudi, y El gato manchado y la golondrina Sinha, de Jorge Amado. por otra parte se lanzará en media docena de salas de barrios porteños el circuito Estación primera Infancia, una asociación de Fiorentino y Gabriela Hillart, de proyecto Upa, con obras de títeres y teatro para los más chicos. Fiorentino encuentra una explicación para la versatilidad de propuestas y la capacidad de adaptación a condiciones de producción difíciles por parte del arte titiritero: “El títere vuela, un actor necesita ponerse arneses.”