Al final, las computadoras también van a desaparecer
Estos días, International Data Corp informó que las tablets han cumplido 13 trimestres de declive. El dispositivo mágico de 2010, el que estaba destinado a borrar del mapa a las computadoras, no logró ni una pizca de la relevancia de las PC. Dato no menos significativo, las que siguen creciendo son las máquinas híbridas, es decir, las tablets que vienen con un teclado que se puede desconectar. Pero hay más.
En octubre último, Huawei se sumó a Samsung en una movida que parece novedosa, pero que en el fondo es obvia. Los nuevos modelos de smartphones de estas dos compañías pueden convertirse en computadoras personales. La primera razón por la que pueden ofrecer esta opción es, lógicamente, que los teléfonos inteligentes ya son computadoras.
Pero esto es lo menos relevante. Las computadoras se han achicado y las llevamos en el bolsillo. Vaya noticia. Ahora bien, lo raro es que hayamos dado por sentado que en algún momento alguien iba a decir: “Bueno, listo, llegamos hasta acá. No vamos a seguir reduciendo la electrónica, ni buscando mayor velocidad de cómputo ni algoritmos más inteligentes, ni nada. Ya tenemos todo el progreso que necesitamos”.
Les tengo una noticia. Salvo que sobrevenga un holocausto nuclear o algo así, la civilización va a seguir buscando el progreso técnico. ¿Cómo lo sé? Porque está en nuestro ADN.
Eso significa que nuestros relucientes teléfonos inteligentes en algún momento del futuro mediato van a ser vistos como algo ridícula- mente grande, lento y caro. Lo pondré de este modo. Un día, dentro de no mucho, los más chicos van a encontrar entre absurdo y gracioso, y, naturalmente, muy vintage, el que lleváramos dispositivos tan enormes en el bolsillo. “¿En serio iban con la pantalla a todas partes?”, “¡No te puedo creer que la pantalla tenía todo el tiempo el mismo tamaño, la estuvieras mirando o no! Qué loco”.
Mi primera PC pesaba unos 15 kilos. Y habría sido incapaz de ejecutar WhatsApp. Ni siquiera tenía espacio de almacenar esta app.
La computadora personal no es un dispositivo. Es un concepto. Una idea. La de que todo el mundo tenga acceso a poder de cómputo y, desde hace 20 años, a Internet. Es como la lectoescritura. No importa si leés un papiro de 5000 años de antigüedad, la lista del supermercado, el chat o una novela en el Kindle; no cambia nada si escribís con pluma de ganso o con un stylus en una pantalla sensible que interpreta texto. Lo que cuenta es la idea, que durante 4500 años resultó disparatada, de que todos podamos leer y escribir.
Así que no, las computadoras no van a desaparecer. Y sí, van a desaparecer. Es decir, se van a volver invisibles, ubicuas, las vamos a dar por sentadas en niveles en los que hoy el smartphone sería inviable y de formas que todavía somos incapaces de imaginar. Y eso está bueno.