LA NACION

Berra tuvo un tumor y hoy juega en la selección de básquetbol

En 2016, a Lautaro Berra le descubrier­on un tumor en la cadera y sintió que no iba a poder jugar más; la peleó y el lunes pasado debutó oficialmen­te en la selección mayor

- Texto Diego Morini | Foto ligateunaf­oto.com

Clava la vista en Luis Scola, en Andrés Nocioni, en Sergio Hernández. Irradia admiración y absorbe cada enseñanza. Está en un lugar que ni siquiera se atrevió a soñar cuando andaba por Firmat, en Santa Fe. Lautaro Berra, a los 20 años, sintió que todo es posible cuando debutó oficialmen­te en la selección argentina de básquetbol mayor, en el duelo por eliminator­ias ante Paraguay, el lunes pasado. Y si bien no lo dice abiertamen­te, se advierte que hace casi un año no pudo evitar pensar que no iba a jugar más: fue cuando le comunicaro­n que tenía un tumor en la cadera. Pero luchó, se recuperó y hoy le hierve la sangre porque el cuento fantástico que comenzó cuando pisó Buenos Aires, allá por 2015 para jugar en Obras, le regaló en Olavarría su capítulo más maravillos­o.

“Si te digo que todo esto lo soñé, estaría mintiendo. Un chico del interior, de mi pueblo, termina la escuela y lo más normal es que se vaya a estudiar a Rosario, que es la ciudad más cercana. Nunca pensé que podía dedicarme al básquetbol y que podía jugar en la selección mayor con Scola. Está bueno que se haya dado así, algo que no planifiqué. No quiero frenar a pensar lo que me está pasando. Prefiero vivirlo así, de esta manera”, dice Berra, que se expresa con una seguridad que convence.

Quizás el duro momento que le tocó vivir en 2016 fue lo que lo hizo madurar de golpe. Arrancó con unas molestias en la cadera y todos pensaban, los kinesiólog­os de su club y de las seleccione­s juveniles, que era solo un tema muscular y por eso no se realizó estudios para esa dolencia. En la pretempora­da con Obras, cuando estaba entrenando en el Cenard, en una acción de juego se dobló un tobillo. En ese momento, lo llevaron a la clínica para determinar el grado de la lesión. Estando en el lugar, decidió hacerse una placa porque llevaba demasiado

tiempo con las molestias de cadera. Le sacaron una radiografí­a y le recomendar­on ver al médico de su club porque le había detectado una mancha blanca en la zona. “Cuando lo vieron me dijeron que podía ser un tumor o un quiste. Me hice estudios y tuve que esperar un mes y medio en el que la pasé muy mal. El resultado arrojó que era un tumor benigno (un quiste en el trocánter mayor) y que había dos cirugías para hacer. Una era la tradiciona­l, un tajo en la zona y sacar el tumor, y la otra era por radiofrecu­encia, que es como que te queman el tumor. Y eso me hicieron”, recuerda Lautaro, que es estudiante de derecho a distancia en la Universida­d Siglo 21.

Fue complicado toda esa etapa para Berra, porque con 19 años estaba solo en Buenos Aires y trató de no contarles demasiado a sus padres. Quería tener certezas de qué le estaba pasando. Pero no aguantó más y habló. Inmediatam­ente sus papás, Oscar y Andrea, desembarca­ron en la Capital para acompañarl­o en todo el proceso. “Siento que lo que me tocó vivir me hizo más fuerte, los que me rodean también me lo dicen. Si bien siempre fui positivo, por momentos pensé que podía pasarme lo peor. Hasta parece una locura, porque uno tiene miedo de decir la palabra cáncer. Hasta me preguntaba si podía volver a jugar al básquetbol. En realidad, pensé tantas cosas que hasta queda mal contarlas. Todo eso que pasé me parece que me hizo ver la vida de otra forma. Ahora, a los entrenador­es les pido entrenarme más, porque siento que perdí mucho tiempo, ya que estuve casi un año parado sin jugar. Después de la cirugía iba con las muletas para trabajar en el gimnasio”.

Habla con una naturalida­d que asombra. Ya nada parece conmover a este gigante de 2,08 metros. Incluso, cuando habla de su lucha para vencer a la enfermedad lo hace con la calma de saber que está ganando la batalla: “Hasta hoy me sigo haciendo controles. Cada tanto aparece alguna molestia es verdad, pero todos me ayudan para sentirme bien cuando siento alguna incomodida­d. Es que me quedó la zona algo sensible. Todavía está así porque si yo no me hacía ese estudio y seguía como si nada, segurament­e en un futuro no muy lejano me hubiese quebrado la cadera. Me dijeron que el quiste me iba comiendo parte de la cadera. Gracias a Dios no pasó nada de eso. Me explicaron que el hueso se iba a regenerar por sus propios medios y todavía estoy en ese proceso. Ahora, cuando miro todo eso, no puedo creer estar acá con la selección. Hace dos años los veía por la tele y pensaba que me encantaría estar en el grupo. Y hace un año pensaba que quizá no podía jugar más... ¡Increíble!”.

Mientras cuenta que ya pudo aprobar 6 materias de la carrera de abogacía y que le encanta leer (ahora pasa su tiempo entre las páginas de “El Alquimista”, de Paulo Coelho), también confiesa que suele hablar por teléfono con su hermano Gonzalo, que estudia en Rosario. Salir de Firmat es algo que ya superó, pero que no fue sencillo para él, porque cuando tiene un espacio en la charla no duda en recordar: “El desarraigo fue fuerte, porque es alejarte de la familia y de los amigos. Tengo raíces de pueblo chico, de ir a entrenar y dormir la siesta. Por eso, cuando llegué a Buenos Aires, que es una ciudad que no duerme nunca, fue todo un cambio para mí. Me ayudaron a vencer los miedos las charlas con mi familia (todas las noches hace video llamadas con sus padres) y con mis amigos. En el club también me hablaron mucho. Pero también me sirvió pasar bastante tiempo estudiando. Con eso salía un poco de la situación que estaba viviendo”.

Hizo el quinto año de la escuela secundaria mientras se entrenaba en el club Firmat Foot Ball Club y con la selección juvenil. Llegó a Obras en 2015 y su desempeño en las formativas de la Argentina potenciaro­n su crecimient­o como jugador, lo que le abrió la puerta a la Liga Nacional. Formó parte del último Mundial U19, en Egipto y promedió 5.7puntos, 1.9 rebotes y 1.1 asistencia­s. Su punto más alto en las juveniles fue en el FIBA Américas U18, con marcas de 12.2 puntos, 5.6 rebotes y 1.2 asistencia­s por partido

Además de haber formado parte de las seleccione­s juveniles, su primer paso en la elite llegó cuando recibió el llamado de Sergio Hernández, que lo convocó para formar parte de la concentrac­ión de la primera ventana clasificat­oria rumbo a la Copa del Mundo 2019 (en noviembre de 2017). Y sintió la adrenalina de ser parte de algo grande cuando ocupó el banco de los suplentes ante Panamá.

Los días que pasó en Olavarría resultaron de los más productivo­s para Berra, porque pudo vivir desde cerca lo que implica tener cerca a parte de la Generación Dorada y hasta recibió ayuda de Andrés Nocioni. “La verdad es que compartir tiempo con Luis (Scola) es increíble. Y haber tenido tan cerca al Chapu (Nocioni) y que se ponga a tirar con nosotros… A Scola lo conocí en la primera ventana y al

Chapu lo había visto una vez en la preparació­n que ellos hicieron para los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro. Tuve un contacto mínimo esa vez y después nunca más lo vi. En una de las prácticas en Olavarría, yo estaba elongando y lo miraba desde lejos, porque me daba un poco de vergüenza ir a saludarlo y decirle si se acordaba de mí, pero se acercó él para hablar conmigo y fue genial. Después me ayudó con mi mecánica de tiro y... ¡Es un fuera de serie, como todos los de la Generación Dorada!”, dice Berra con evidente emoción.

Cuando Hernández le pidió que se preparase para ingresar sobre el cierre del partido con Paraguay (victoria de la Argentina por 83-61), su gesto era de concentrac­ión pura. Se lo advirtió algo tenso, pero se dio el gusto de entrar en acción y sumar roce internacio­nal en la elite. Pero lo que resulta importante para Lautaro Berra, es lo que está viviendo, lo que logra a cada paso y todo eso que para él parecía una utopía allá por la calles de Firmat. “Me parece que lo más importante de los contactos que tenemos con jugadores tan importante­s es poder ver el compromiso y la responsabi­lidad que tiene para con la selección. Ver a Luis (Scola), por ejemplo, que viaja no sé cuántas horas desde China para estar acá... ¿Cómo yo no me voy a esforzar por hacer todo lo mejor posible para crecer como jugador? Ahora solamente pienso en conseguir más minutos en la Liga Nacional, en seguir aprendiend­o y en disfrutar de la vida ”.

“Siento que lo que me tocó vivir me hizo máS fuerte, loS que me rodean también me lo dicen. Si bien Siempre fui poSitivo, por momentoS penSé lo peor. haSta parece una locura, pero uno le tiene miedo a la palabra cáncer”. lautaro berra jugador de obras y de la selección argentina

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Lautaro Berra en acción en el partido ante Paraguay, por las eliminator­ias, el lunes último en olavarría

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