LA NACION

anoche, concierto íntimo de poesía; hoy, con más música

La artista y su guitarrist­a de siempre tuvieron a Alberto Manguel de maestro de ceremonias y a Guillermo Kuitca, VJ de lujo

- Fernando García

Desde la segunda fila de la izquierda de la sala Sinfónica del CCK todo lo que se ve es una cortina de pelo entrecano sin fisuras. Detrás de la pelambre que simula una trenza de tentáculos de pulpos albinos surge la voz de Patti Smith leyendo la carta que le escribió al fotoartist­a Robert Mapplethor­pe diez días antes de que el VIH terminara son su cuerpo frágil. La intimidad que trasunta el momento es fabulosa, la misma que sucede cada vez que, en esta primera función de Smith en su regreso a Buenos Aires, tomó el micrófono para cantar canciones propias y ajenas. El espacio se vuelve mínimo ante su presencia y su voz, y del gran auditorio presidido por un órgano de tubos queda la sensación de estar en un tipi, una carpa india.

Smith entró primera en la fila puntualmen­te a las 20 seguida por Alberto Manguel, Guillermo Kuitca y su colaborado­r musical de veinte años, Tony Shanahan. Vestía exactament­e como en la conferenci­a de prensa que dio el martes. Saco y pantalón negro, botitas. El escenario quedó ocupado como una especie de living con Manguel y Smith en el centro y Shanahan (piano de cola y guitarra acústica) y Kuitca a los costados. Con el correr de los minutos quedó claro que no se trataría de un recital de poesía, sino más bien de una suerte de late night show literario o erudito cuyo maestro de

ceremonias resultaba ser el director de la Biblioteca Nacional. Resultó curioso en la presentaci­ón escuchar una ovación para el secreto Guillermo Kuitca, quien suele evitar hasta sus propias inauguraci­ones. El pintor argentino que curó la muestra “Les Visitants” (sigue hasta mayo), donde se exhiben las polaroids de Smith, resultó ser un VJ de lujo para este set. Una pantalla proyectaba las fotos de Smith ligerament­e intervenid­as: un sobrio acompañami­ento audiovisua­l para la charla entre Manguel y la poeta-cantante.

Manguel le leyó a Patti Smith textos de autoras argentinas que deseaba hacerle conocer (“Nombraste a César Aira, que es fabuloso, pero hay mucho más”, le dijo): poesías de Alejandra Pizarnik y

la emergente Cecilia Romana; un texto breve de Silvina Ocampo y la “Canción de cuna para un gobernante”, de María Elena Walsh. Smith se mostró impresiona­da por este último y prometió leerlo a su regreso a Nueva York en un mitin contra la posesión de armas. Pero si ella podía seguir los textos que Manguel leía en traduccion­es que el escritor mismo le entregaba, muchas veces el público que no entendía inglés se quedaba fuera del diálogo. Manguel traducía de tanto en tanto y de la oscuridad de sala surgía la plegaria: “¡Traducí!”.

En general la charla sirvió para introducir tanto las lecturas de Manguel como las canciones de Smith, que repasó a Neil Young, John Lennon e incluso Bob Dylan, haciendo la versión completa de “A Hard’s Rain a Gonna Fall”, cuya letra había olvidado en la entrega del Nobel. Relajada, antes había recordado cómo en el desayuno siguiente a la ceremonia los premios de Ciencias y Matemática­s se sacaron selfies con ella.

La coyuntura argentina también se coló en el late night show cuando después de hacer mención al derecho de las mujeres sobre su cuerpo la sala explotó en un aplauso y una chica acercó al escenario uno de los pañuelos verdes que se volvieron ícono de la militancia por el aborto legal en la Argentina. Smith se levantó de su silla y acomodó el pañuelo contra un atril. Acaso viaje en su maleta junto con los libros que, a cambio de sus canciones e historias, le obsequió Manguel.

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Federico hamilton/ gentileza cck La poeta-cantante anoche en “la Ballena”, el escenario mayor del CCK

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