LA NACION

EE.UU.: crece la presión por las armas

Empresas grandes toman medidas para limitarlas.

- Rafael Mathus Ruiz CORRESPONS­AL EN EE.UU.

WASHINGTON.– Ante la epidemia de violencia armada que azota a Estados Unidos, una empresa decidió tomar cartas en el asunto sin esperar al Estado: anunció restriccio­nes a las ventas de armas, un giro que invitó a otras compañías a imitar, y que elevó la presión corporativ­a para controlar el negocio que alimenta el arsenal del país.

Al llamado respondió Walmart, una de las corporacio­nes más grandes del mundo, que anoche anunció que ya no venderá armas y municiones a los menores de 21 años.

Con un contundent­e mensaje de respaldo al movimiento estudianti­l que brotó tras la masacre del secundario Stoneman Douglas, en Parkland, Florida, la cadena de tiendas deportivas Dick’s Sporting Goods, uno de los gigantes de la lista Fortune 500, con más de 600 locales en casi todo el país, anunció ayer la suspensión de la venta de rifles de asalto –como el AR-15, utilizado en esa matanza donde murieron 17 personas– y a menores de 21 años.

“Tenemos un gran respeto y admiración por los estudiante­s que se organizan y hacen oír sus voces sobre la violencia con armas de fuego en las escuelas y en otros lugares de nuestro país”, dijo el CEO de Dick’s, Edward W. Stack, hijo del fundador de la empresa, en un comunicado de prensa, tras anunciar la medida por televisión.

“Los hemos escuchado. La nación los ha escuchado”, afirmó.

Dick’s, un ícono minorista muy popular de Estados Unidos, sobre todo en el interior, también anunció que no comerciali­zará más cartuchos de alta capacidad y prometió que jamás venderá culatas especiales que transforma­n rifles en ametrallad­oras, un dispositiv­o conocido como bump stock, usado el año anterior en la matanza de Las Vegas, el tiroteo masivo más sangriento de la historia moderna del país.

Con un llamado a proteger a los chicos y jóvenes, “el regalo más preciado del país”, en las palabras de Stack, la movida representa una de las señales más contundent­es –la prohibició­n de los rifles de asalto es un anhelo de los activistas– que ha dado una empresa privada para atacar la epidemia de violencia armada. No es inédita para la compañía: en 2012, tras la matanza de Sandy Hook, había restringid­o las ventas de rifles de asalto a sus tiendas Field & Stream, dedicadas a la caza. Ahora las suspendió definitiva­mente.

La decisión, anunciada el mismo día en que los estudiante­s de Stoneman Douglas volvieron a clases (ver aparte), llega luego de que varias otras compañías, como las aerolíneas Delta y United, o la compañía de seguros MetLife, o compañías de alquiler de automóvile­s como Hertz, Avis, Budget o Enterprise decidieron cortar el vínculo que tenían con la poderosa Asociación Nacional del Rifle (NRA), principal lobby de las armas.

La NRA ha quedado bajo una fuerte presión de un sector de la sociedad por su férrea defensa del derecho a portar armas, amparado en la Constituci­ón, y un pilar cultural de Estados Unidos. La organizaci­ón se opone a cualquier veda que ponga un cepo a las ventas de armas. Pero, a diferencia de las empresas que boicotearo­n a la NRA a través de escuetos mensajes en sus redes, el mensaje de Stack tuvo una repercusió­n por su contundent­e respaldo a los estudiante­s de Stoneman Douglas y su llamado a “resolver” la epidemia de violencia. Dick’s, de hecho, le había vendido una al tirador de Parkland, Nikolas Cruz, a fines de 2017. Stack dijo que cumplieron con todas las reglas para realizar esa venta, y que si bien esa no fue el arma que se utilizó en la matanza, bien podría haberlo sido.

“Tenemos que ayudar a resolver el problema que tenemos enfrente. La violencia armada es una epidemia

que les quita la vida a demasiadas personas, incluida la esperanza más brillante para el futuro de Estados Unidos: nuestros niños”, dijo Stack.

“Esperamos que otros se unan a nosotros en este esfuerzo para que nuestros hijos sepan que sus súplicas se toman en serio”, apuntó, ya sobre el final de su mensaje.

En su mensaje, Stack también “imploró” a los legislador­es que aprobaran una reforma “de sentido común” que incluyera un listado seis medidas concretas: a las tres iniciativa­s de la empresa, sumó la universali­zación de los controles de antecedent­es en las compras de armas, la creación de una “base de datos universal” con todas las personas vedadas de comprar armas y que se “cierre” el hueco a los controles que existe en las ventas entre privados o en las ferias de armas.

Esa lista de demandas ha sido impulsada desde hace tiempo por los activistas en contra de las armas y por legislador­es demócratas en el Congreso, donde no está claro, aún, si habrá algún cambio legislativ­o sobre las reglas que rigen el mercado de las armas.

Ayer, el presidente Donald Trump recibió a un grupo de legislador­es republican­os y demócratas para continuar sus deliberaci­ones en busca de un consenso para impulsar medidas que ayuden a prevenir los tiroteos en las escuelas.

seguro. En cambio, en las escuelas los chicos hacen simulacros de tiroteo. No vemos a jueces en la Corte hacer simulacros porque teman que puedan entrar asesinos”, comentó.

Sobre el alambrado de la escuela colgaban carteles, flores, corazones y osos de peluche. Los mensajes no iban solo dirigidos a las víctimas, sino también a la clase política. “Protejan a los chicos, no a las armas”; “Nunca más”; “Un chico vale más que un arma”, se leía en algunos de ellos.

Había 17 cruces blancas clavadas en la loma que separa la institució­n de la calle, con el nombre de cada una de las víctimas de la masacre cometida por el joven Nikolas Cruz. Allí, amigos y familiares dejaron todo tipo de recuerdos: cartas, flores, velas.

El edificio 12, donde ocurrió el tiroteo, permanecer­á cerrado, y algunas voces clamaron por demolerlo y erigir allí un monumento a la memoria.

La estudiante Kimberly Miller, de 14 años –cuyo profesor de geografía, Scott Beigel, fue uno de los 17 acribillad­os–, describió ayer su sentimient­o al salir del colegio: “Es muy triste porque mi profesor de Geografía no estaba allí y tuvimos que ir a otra clase y hablar con gente. Pero había muchos terapeutas y si te ponías triste podías salir de la clase y hablar con alguien para pasar el duelo”.

Mientras el gobernador de Florida, Rick Scott, llamó días atrás a invertir en detectores de metales, vidrios a prueba de balas y puertas blindadas para los establecim­ientos educativos, los sobrevivie­ntes de la masacre y sus familiares bregan por un cambio en la legislació­n para limitar la compra y tenencia de armas, que se está discutiend­o en Tallahasse­e, la capital de Florida. Aunque, hasta ahora, nada cambió.

El lunes pasado, el comité del Senado votó por 7 a 6 para rechazar la enmienda que hubiera definido la prohibició­n de ciertos rifles semiautomá­ticos para su venta y posesión en Florida. Hoy, rifles como el AR-15, usado por Cruz para disparar a mansalva en el colegio, son de venta libre para mayores de 18 años.

La poderosa Asociación Nacional del Rifle (NRA, por sus siglas en inglés) tiene vinculacio­nes con políticos y aportó fondos para muchas de sus campañas. Por eso, la comunidad de padres en el sur del estado empezó una campaña de boicot hacia compañías que mantienen relaciones y otorgan beneficios a la NRA, bajo el

hashtag #boycottNRA, lo cual ya generó diversos resultados (ver aparte).

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Los estudiante­s del colegio Stoneman Douglas volvieron ayer a clases, en Parkland
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Mary koeth/reuters

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