LA NACION

Así, Jaguares corre riesgos de ser un híbrido

- Por el eje Profundo Jorge Búsico —para La NaCIoN—

AJaguares lo espera un motivador doble desafío en el primer sábado de marzo: debutar como local en el Súper Rugby 2018 y enfrentar a una de las cinco franquicia­s neozelande­sas –los Hurricanes de Wellington, en este caso–, algo que no ocurrió el año pasado y que suele ser garantía de buen rugby, como todo lo que llega desde la tierra de los All Blacks. Hay un tercer ingredient­e: es también una buena oportunida­d para revertir la imagen que dejó el equipo de la UAR en las dos caídas en Sudáfrica, en lo que fue el inicio del ciclo Mario Ledesma-Nicolás Fernández Miranda. Pero más allá de lo que suceda este sábado en el estadio de Vélez, hay una brújula que todavía no encontró Jaguares, y que va de la mano del juego: la identidad.

Cuando la aventura profesiona­l arrancó allá por enero de 2016, todavía con el ambiente empalagado con las mieles del cuarto puesto en la Copa del Mundo 2015, el entonces capitán Agustín Creevy hizo especial hincapié en encontrar rápidament­e la identidad de un equipo nuevo dentro de un país con un rugby 99,50 amateur. En aquel tiempo, el también capitán de los Pumasexpli­cabaquelai­deaeraqueJ­aguaressev­iviese como un club. Y puso un ejemplo: los mismos jugadores habían armado el gimnasio y los vestuarios del club que iba a ser su sede, el Buenos Aires C&RC.

En los dos primeros años, en los cuales además no se consiguier­on los resultados esperados, Jaguares se pareció poco a un club, porque precisamen­te no lo es. La identidad de un club se mama desde chico y el sentido de pertenenci­a, al menos en el rugby, es jugar por los amigos, por la familia y por el simple hecho de compartir el juego con otros. En una franquicia se juega por plata. Y en el caso particular y único de la Argentina, implica que los mismos jugadores estén permanente­mente de viaje y, a partir de junio, con la cabeza en otra camiseta, la que más sienten, que es la del selecciona­do.

El arribo de Ledesma tuvo otras aristas. El ex hooker de los Pumas repitió el mensaje de la locura por jugar y entrenar, que no adquiere diferencia­s entre amateurs y profesiona­les, pero que en la Argentina está vinculado con viejas historias del selecciona­do y con situacione­s que generalmen­te se viven en los clubes, donde no está todo servido, como sí ocurre en un ambiente donde el jugador sólo tiene que preocupars­e por jugar. Más otra realidad: el sistema capta a los mejores prácticame­nte antes de que debuten en la Primera de sus clubes.

No se trata de poner la lupa sobre los porqués del camino profesiona­l que optó la UAR, sino de entender que así como está armado, Jaguares corre el peligro de transforma­rse en un híbrido. Quizá la verdadera identidad haya que buscarla por lo que es: un equipo profesiona­l, para el cual se requiere profesiona­lismo en todas sus escalas. Hoy, la Argentina está lejos de ese modelo que requiere una empresa como lo es el Súper Rugby. Especialme­nte desde su dirigencia, de sus decisiones/designacio­nes, de sus negocios, de su hecho en casa, y de sus estructura­s. La nueva movida política –el sanjuanino Marcelo Rodríguez será el presidente a partir de abril– presume que nada va a cambiar.

Si bien la experienci­a recién está transitand­o el tercer año, por lo cual todavía es pronto para conclusion­es definitiva­s, tampoco sirve, en pos de evitar cualquier crítica, repetir como loros que el camino es largo, como se oye por los canales oficiales. Jaguares, mientras tanto, es una buena vía para ver aquí rugby del mejor durante cuatro sábados consecutiv­os. En ese transcurri­r debe seguir buscando su identidad de equipo profesiona­l.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina