LA NACION

Con Lady Bird, candidata a varios premios Oscar, Greta Gerwig se revela como una gran promesa de la dirección

LADY BIRD ★★★★ (Estados Unidos/2017) GUion y dirEcción: Greta Gerwig. FotoGraFía: Sam Levy. Música: Jon Brion. Edición: Nick Houy. disEño dE prodUcción: Chris Jones. ElEnco: Saoirse Ronan, Laurie Metcalf, Tracy Letts, Beanie Feldstein, Lucas Hedges y Tim

- Diego Batlle

E l cine estadounid­ense nos ha regalado decenas de películas sobre los tramos finales del colegio secundario, el baile de graduación, la iniciación sexual, la amistad adolescent­e, la conflictiv­a relación con los padres y las dificultad­es para el ingreso a la universida­d (que allí implica en muchos casos un enorme esfuerzo económico y el viaje a otra ciudad, que deriva en el ingreso definitivo en la vida adulta).

Lady Bird aborda todos esos tópicos (y algunos más), pero se desmarca de los lugares comunes de este auténtico subgénero a fuerza de sensibilid­ad, de múltiples matices que le permiten pendular entre la comedia pura y el drama íntimo, y de una capacidad para el detalle que le otorga una intensidad emocional y una credibilid­ad infrecuent­es en el cine contemporá­neo, sobre todo en el caso de una ópera prima en solitario como esta de Greta Gerwig (solo había codirigido con Joe Swanberg Nights

and Weekends en 2008). Nominada a cinco premios Oscar (mejor película, dirección, actriz, actriz de reparto y guión original), Lady

Bird reconstruy­e las experienci­as juveniles de la propia Gerwig en la ciudad de Sacramento en pleno 2002 a través de un álter ego como Christine McPherson (una notable Saoirse Ronan), que se hace llamar Lady Bird.

La situación económica de su familia es más que precaria, ya que su padre (Tracy Letts) está sin empleo y lucha contra la depresión y su estricta madre (Laurie Metcalf) trabaja a toda hora como enfermera. La protagonis­ta está por terminar la secundaria en una escuela católica y su destino parece ser el de una universida­d pública, aunque su deseo es dedicarse al arte y formarse en Nueva York.

Más allá de este contexto, lo que hace de Lady Bird una película especial dentro del universo de historias de rituales adolescent­es (conocidas como comingof-age) es la fluidez, la elegancia y la precisión en la observació­n de las relaciones con su mejor amiga (Beanie Feldstein), sus eventuales novios (Lucas Hedges y Timothée Chalamet), la directora del colegio (Lois Smith), los distintos maestros y dos padres decididame­nte opuestos entre sí.

Brillante y prolífica actriz del cine independie­nte norteameri­cano, Gerwig se consagra con este film como una guionista y directora dueña de un mundo propio, capaz de burlarse y al mismo tiempo de regalarle a “su” Sacramento –el reverso menos glamoroso de otras ciudades california­nas como Los Ángeles y San Francisco– una carta de amor fílmica. Despiadada y bella, descarnada y emotiva. Como la vida misma.

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