Definiciones con omisiones piadosas
Ningún anuncio; pocos números para mostrar logros (algunos recién salidos del horno); la ratificación de la estrategia de “cambios con gradualismo”, y el endoso a la oposición de casi una docena de proyectos de ley para tratar de acelerarlos fueron los ejes del mensaje del presidente Mauricio Macri ante la Asamblea Legislativa, que se caracterizó por dar por sobreentendidos los problemas de la coyuntura económica para enfocarse en el futuro.
En el terreno económico, un dato saliente fue lo que no dijo y podría interpretarse como “omisiones piadosas”. Macri optó por resaltar que la inflación viene bajando desde el alto de 2016 (casi 40%). Pero no que el actual repunte obedece en buena medida a decisiones oficiales (ajustes de tarifas y liberación de precios de los combustibles, entre otras) con un timing discutible que dificulta cumplir la meta del 15%. Ni que la Casa Rosada trasladó a 2020 el objetivo de bajarla a un dígito (5% anual) para reducir las tasas de interés, a costa de oxigenar el tipo de cambio, que impacta en los precios. Tampoco hubo referencias explícitas a los déficits “gemelos” (fiscal y externo) como limitantes macroeconómicas, debido al creciente pago de intereses que eleva el desequilibrio fiscal.
Como siempre, el Presidente se ocupó de insuflar optimismo y hasta agradecer a los argentinos por haber comprendido que “las cosas llevan tiempo y no hay atajos ni soluciones mágicas”. No es precisamente lo que indican las encuestas, que muestran a la sociedad dividida casi por mitades en torno del rumbo económico. O, dicho de otra manera, entre quienes respaldan cambios inciertos con tal de no volver al populismo y quienes rechazan cualquier reforma para reivindicar la última experiencia populista aunque no sea sostenible. De ahí que justificara el gradualismo en las críticas por actuar demasiado lento o demasiado rápido.
La frase “lo peor ya pasó y ahora vienen los años en que vamos a crecer” probablemente sea distintiva de este mensaje presidencial. Macri enarbola la bandera de un crecimiento sostenido durante 20 años. Con estimaciones privadas que van de 2 a 3,5%, la economía crecerá por segundo año consecutivo en 2018, lo cual es un logro desde 2010. En parte, por un arrastre estadístico de casi 1% y en parte por la recupetecho ración de la demanda brasileña.
Pero, en todo caso, es el 10% del camino a recorrer. La economía aún está lejos de ser competitiva y el repunte de la inversión se focaliza en sectores puntuales, sin asegurar altas tasas de crecimiento. Hay reformas frenadas en el Congreso (como la ley de financiamiento productivo, que permitiría expandir el crédito hipotecario) y otras desguazadas por razones políticas (la reforma laboral se reducirá al blanqueo de trabajadores no registrados y la extensión de licencias por paternidad).
El Presidente apuesta a la inversión en infraestructura social para reducir la pobreza estructural y crear empleos –no todos de calidad–, mientras la baja de costos impositivos y logísticos llevará tiempo. La pregunta sin respuesta es cómo la economía generará dólares genuinos para atender la deuda.