MILÁN Fashion Week
Puestas espectaculares y otras más sobrias para demostrar que la moda italiana siempre se reinventa y actualiza
El quirófano de Gucci y sus cabezas decapitadas, la pista de carreras de Tommy Hilfiger y el sorprendente sobrevuelo de drones con los accesorios de Dolce & Gabbana fueron las principales puestas en escena de Milán Fashion Week, que buscaron recrear los espectáculos con los que la moda sorprende. Shows que tienen sus detractores como Giorgio Armani –crítico de que los modelos hayan llevado una réplica de su cabeza en mano– que siempre aboga por el desfile tradicional y mostrar a su público lo que realmente va a encontrar en su tienda. Los desfiles se reinventan y cada firma busca el formato que más le conviene para exhibir la moda.
Y la moda del invierno 19 dicta la vuelta de los 80 con hombreras que sirven para empoderar según Alberta Ferretti, Gucci y Versace, con una fuerte versión del maximalismo. Se destacaron los sombreros en todos los tamaños, que Gucci combinó de manera diversa: pasamontañas de cobertura total, gorros de marca y pañuelos de seda. Los tonos tierra favoritos de los 70 pintaron en las pasarelas de Ferragamo, Marni y Etro y, entre otras de las paletas vistas, brillaron los destellos fluorescentes en Prada. También en Milán se vieron los abrigos manta pasados en Nueva York y Londres, bien puestos en el debut de Paul Andrew en Salvatore Ferragamo o tipo acolchados en Jil Sander. Hasta se recreó el estilo Jackie O homenajeada por Jeremy Scott para Moschino.