LA NACION

De aquella falta de zapatillas a este título continenta­l

El cubano Justiz Ferrer se dedicó al deporte para evitar estar en clase, pero debió dejarlo por escasez económica; lo retomó y, a los 25 años, se consagró campeón de América por San Lorenzo

- Alejandro Panfil

“Debo ser sincero: era un haragán en la escuela”, confiesa y sonríe quien ahora toca el cielo por todo lo que está sucediéndo­le. Tenía ocho años y estaba sentado en clase, en la escuela primaria a la que asistía en su Santiago de Cuba natal, cuando la profesora Ochoa irrumpió en el aula y preguntó si a algún alumno lo interesarí­a aprender a jugar al básquetbol. El pequeño –de edad pero no de estatura– Javier Justiz Ferrer fue el primero en levantar la mano, con tal de estar fuera de clase el mayor tiempo posible, ya que no le gustaba ninguna materia. Diecisiete años después, a los 25, aún no cae en la cuenta de que logró convertirs­e en un jugador profesiona­l y en campeón de América, un título que conquistó el último domingo con la camiseta de San Lorenzo en Boedo.

Cuenta Javier que su carrera en fue discontinu­ada. Tras ese flechazo con la pelota naranja en la escuela, jugó en el Club Santiago de Cuba hasta los 12 años y debió dejar por problemas en su casa. Retomó a los 16, pero debió abandonar nuevamente porque no tenía dinero para comprar zapatillas de su talle. Cuando lo consiguió, retomó una historia que todavía tiene varios capítulos por escribir.

Con practicar su deporte favorito, a pesar de que el béisbol es, lejos, el más popular de su país, ya estaba hecho, y mucho más cuando le tocó vestir la camiseta nacional en el Campeonato del Caribe de 2014. Pero su futuro le tenía una sorpresa: durante el preolímpic­o de 2015 se enteró de que iba a actuar profesiona­lmente en la Argentina, gracias a sus condicione­s y a las gestiones de su representa­nte, Claudio Pereira, que al ver su contextura física lo consideró como un diamante en bruto y se propuso convertirl­o en un pivote que impusiera respeto. Aunque, por uspuesto, Javier conocía poco de Estudiante­s y absolutame­nte nada de Concordia, su futura ciudad de residencia.

Fue Gonzalo García, su actual entrenador en San Lorenzo y ayudante de Sergio Hernández en la selección argentina, quien en ese certamen le dio más referencia­s. “Me dijo que su amigo Hernán Laginestra era un entrenador muy capaz y exigente que me ayudaría en mi adaptación y me haría crecer como jugador”, relata para Justiz Ferrer, a quien la nacion sus padres no pueden mirar por televisión. Se enteran de los resultados cuando hablan con él por teléfono, ya que en Cuba hay apenas cinco canales y con contenidos

netamente locales. Por eso, antes de llegar al país no tenía ni idea de quién era Marcelo Tinelli, uno de los conductore­s televisivo­s más famosos del continente y el principal responsabl­e del básquetbol de San Lorenzo. “Cuando llegué a la Argentina supe quién era, porque Showmatch se ve en todos los hogares. De hecho, cuando estaba mudándome hacia acá, mis amigos de Concordia me cargaban diciéndome «¡andá vos con Tinelli!». Pero es un tipo muy humilde y dedicado, que viene a las prácticas y se preocupa por que no nos falte nada”, rescata el pivote.

Tras adaptarse rápidament­e a Estudiante­s y en su segunda temporada integrar el quinteto ideal de la Liga Nacional (junto al escolta estadounid­ense Dar Tucker, compañero de entonces y de ahora), para Ferrer llegar a San Lorenzo fue todo un cambio: “En Estudiante­s, me equivocase o no, el técnico tenía que ponerme porque no tenía un suplente en mi puesto. En San Lorenzo es distinto, porque hay suplentes en todas las posiciones y tengo otro rol. Por eso debo mentalizar­me y hacer bien todo lo que me pide el entrenador”, explica el cubano.

Prueba de que está haciendo bien las cosas es no solo este título continenta­l logrado frente a Mogi das Cruzes, de Brasil. Durante la gira por España en la que el Ciclón venció a los poderosos Barcelona y Real Madrid, su juego dejó una muy buena impresión y por eso hoy Justiz Ferrer se esperanza con dar otro gran salto en su carrera. “Por edad, ya no me da para soñar con jugar en la NBA, pero todavía queda el otro sueño, jugar en la Liga ACB”, se entusiasma quien no puede creer todo lo que le sucedió luego de aceptar la invitación de la profe Ochoa. Y lo agradece:“Si ahora estoy disfrutand­o de este título, sucede en gran parte gracias a ella, que entró ese día al aula, porque nunca pensé que podía llegar a ser un profesiona­l y no solamente hoy lo soy, sino que también puedo soñar con llegar alguna vez a jugar en Europa”.

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MAXImILIAN­O LUNA / tÉLAm Justiz ferrer, pivote de san lorenzo, anhela otro gran salto en su carrera: le gustaría actuar en España

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