LA NACION

El PBI crece, pero no en sectores de mayor peso

En industria y comercio aún no recuperó los niveles de 2015

- Sofía terrile

La marcha de la economía les da argumentos a quienes se ubican a uno y otro lado de la grieta. El vaso medio lleno: 11 de los 16 sectores en los que los datos del PBI dividen la actividad crecieron en los primeros dos años de gobierno de Mauricio Macri. El vaso medio vacío: los dos más grandes, que en su conjunto representa­n más de un tercio del total –industria y comercio–, no recuperaro­n los niveles de 2015.

La película de 24 meses, de acuerdo con los datos del Indec, tiene dos partes muy marcadas: un 2016 con números en negativo y un 2017 con repuntes, aunque con un rebote que no termina de ser convincent­e.

“Es una economía en recuperaci­ón que ya salió de la recesión”, opina Ariel Coremberg, director del Centro de Estudios de la Productivi­dad de la UBA. El economista afirma que hay una condición para que la macro sienta verdaderam­ente el rebote: que el PBI per cápita supere los niveles de 2015. Hoy está 0,9% por debajo, indica, aunque se espera que a fines este año haya recuperaci­ón si se cumplen las proyeccion­es del presupuest­o nacional.

Los datos del valor agregado bruto a precios constantes indican que en 2016 y 2017 el crecimient­o de la economía (0,6% en total) estuvo traccionad­o por los servicios. Entre los cinco sectores que encaran 2018 con más ventaja, hay dos que son de mano de obra intensiva. El informe de trabajo registrado de marzo indica que la actividad inmobiliar­ia y de alquiler empresaria­l emplea a 850.100 personas, y transporte, almacenami­ento y comunicaci­ones, a otras 559.900. Esas actividade­s ocupan el tercer y el cuarto lugar como empleadore­s, respectiva­mente.

La analogía que mejor describe el crecimient­o de las dos ramas es la de destapar una olla a presión, explica Karina Prieto, analista sectorial de la consultora Abeceb. “Estaban rezagados y tenían mucho potencial de crecimient­o”, detalla. En transporte y comunicaci­ón, resalta el proceso de renovación de la conectivid­ad física y digital. En los últimos dos años se pusieron en marcha inversione­s para renovar equipos de telefonía celular de ocho millones de personas, para conectar a Internet 1200 municipios y para construir 1000 kilómetros de autopistas. Por otro lado, la analista detalla que “en la actividad inmobiliar­ia se debe considerar el fin del cepo cambiario y el proceso de blanqueo de capitales en 2016”.

La película del bienio también tiene sus escenas irónicas. La rama que acumuló un crecimient­o del 14%, muy por encima del promedio es la de menor peso en el PBI –solo representa un 0,4% del total–: se trata de la pesca, que en el Ministerio de Hacienda rescatan por su capacidad de generar empleo en el Interior. A su vez, incluye un producto “hecho en la Argentina” que se está posicionan­do a nivel global: el langostino, cuya exportació­n se triplicó en los últimos ocho años, según datos del Ministerio de Agroindust­ria.

En el sentido inverso, la rama de mayor peso en el PBI, la industria, cayó 2,6% en el bienio. En los números totales, tuvo un retroceso del 5,8% en 2016 con respecto a 2015, y en 2017 recuperó un 2,8%, aunque no fue suficiente para volver a los mismos niveles del fin del kirchneris­mo. En el detalle, la producción de alimentos y bebidas –que representa un cuarto del valor agregado bruto del sector total– bajó un 2,1%, arrastrada por la caída del consumo. La química, entre las de mayor peso y liderada por gigantes como Dow e YPF, descendió un 1,1%. Le siguen en tamaño la fabricació­n de maquinaria y equipos y la de metales comunes (hierro y acero), que representa­n dos de las tres que mostraron crecimient­o: 7,5 y 3,7%, respectiva­mente.

La apertura de las importacio­nes selló el destino de los industrial­es más heridos en estos dos años. Fueron los fabricante­s de maquinaria de oficina, contabilid­ad e informátic­a (-39,5%), los de prendas de vestir (-16,7%), de productos textiles (-16,6%) –uno de los sectores que firmaron acuerdos con el Gobierno para mantener puestos de trabajo– y los del cuero y sus productos derivados (-16,2%).

La industria automotriz, por su parte, acumuló una baja del 4%, aunque está “en plena transforma­ción productiva”, señala Prieto. Este fue uno de los sectores que más sintieron la caída y el rebote: el primer año tuvo una baja del 14%, y en 2017 repuntó un 11%.

Mientras tanto, en un escenario de consumo que aún no se recupera, el comercio mayorista y minorista tuvo una suba marginal en los dos primeros años de Macri: 0,1%. Sin embargo, un sector hermano por su estrecha relación con el bolsillo es la hotelería y la gastronomí­a, que logró crecer un 3,6%. El 80% se debe a los restaurant­es, bares y cantinas, que avanzaron un 4%.

En los dos años de gobierno de Macri, los números del PBI no siempre coincidier­on con las historias de la micro. Cuando se aleja la lupa, detrás de la cosecha récord de 2017 y de picos de venta de maquinaria agrícola se ve un retroceso del 1% en la categoría “cultivos agrícolas” y del 5% en cría de animales. Camilo Tiscornia, director de C&T Asesores, señala que, si bien desde 2015 hasta 2017 hubo un “salto” en la cosecha, que pasó de 117 millones de toneladas a 129 millones, lo que influyó más en el resultado fue su composició­n. La soja, un producto más caro que el trigo y el maíz, que había pesado 61 millones de toneladas en 2015, bajó a 55 millones de toneladas dos años después.

En Hacienda prefieren hablar del crecimient­o del trigo y el maíz, aunque también mencionan las inundacion­es de 2017 como un factor que frenó el avance del sector estrella del modelo. Con respecto a la caída en cría de animales, señalan la producción de leche como uno de los principale­s desafíos. Otro productor de bienes primarios, la minería, tuvo una caída del 8,7%, arrastrado por la extracción de petróleo crudo y gas natural, presos del precio internacio­nal del barril.

La construcci­ón, el quinto sector empleador del país, con 445.100 trabajador­es registrado­s, tampoco terminó de despegar. Según los números del PBI, en estos dos años bajó un 2%. En Hacienda aseveran que solo en el primer bimestre de 2018 ya cumplió con la recuperaci­ón y citan el crecimient­o de los despachos de cemento, que, comparado con el mismo pe- ríodo de 2015, avanzaron un 6,5%.

El presidente de la Cámara Argentina de la Construcci­ón, Gustavo Weiss, explica que la devaluació­n encareció los costos en 2016, pero que, una vez adaptados al tipo de cambio, la obra pública arrancó, “luego de estar parada desde 2015”, y la privada acompañó, especialme­nte con inversione­s de las empresas de uso de capital intensivo, como las energética­s. Augura un buen 2018, que acompañará la tendencia de crecimient­o de 2017 (+10%): “Terminarem­os el año varios puntos por arriba de 2015, porque ya hay algunos insumos que están con problemas de entrega, como el cemento”, dice.

Mientras tanto, el “crecimient­o invisible” del que hablaba el Presidente en la apertura de sesiones del Congreso de este año espera volverse visible en una economía con números heterogéne­os.

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