LA NACION

José Nun. “Si les subieran los impuestos a las fortunas personales, no haría falta el endeudamie­nto”

“Si les subieran los impuestos a las fortunas personales, no haría falta el endeudamie­nto”

- Por Jorge Fernández Díaz

Es un politólogo excepciona­l, especializ­ado en desarrollo. Tiene, tradiciona­lmente, una mirada desde la centroizqu­ierda, pero con un profundo sentido republican­o. Suele ir contra la corriente y sorprender con sus críticas y propuestas, siempre fundadas y entrelazad­as con la gran historia política de Occidente, que cita de memoria sin jactancias aunque con pertinenci­a, precisión y lucidez. José “Pepe” Nun, que consulta habitualme­nte a varios de los mejores tributaris­tas del país y ha estudiado los sistemas de las naciones más desarrolla­das, habla aquí sobre los impuestos y sugiere una estrategia polémica para evitar el endeudamie­nto externo: incrementa­r la presión impositiva, pero no a la clase media ni a las empresas, sino a las grandes fortunas personales.

–Un lugar común asevera que el dinero para financiar este déficit fiscal gigantesco se encuentra en el endeudamie­nto o en el ajuste. Vos, sin embargo, planteás una salida más creativa… –Más que creativa, me parece elemental. Un Estado tiene tres fuentes básicas de financiami­ento: la recaudació­n impositiva, las eventuales ganancias de las empresas públicas y el endeudamie­nto. De las tres, la primera es la que debiera ser la más importante. Tomemos el impuesto a las ganancias, que bien aplicado resulta el más progresivo. Por ejemplo, en Estados Unidos, que no es un país particular­mente fiscalista, su recaudació­n equivale a un 14% del PBI. En Europa, a alrededor del 15do 16%. En los países nórdicos, mucho más. Acá, casi nunca superó el 6% y hoy araña el 5%. Esto no solo tiene que ver con la magnitud del sector informal de la economía, sino con una formidable evasión. El Tax Justice Network, por ejemplo, ha estimado que en 2016 solo las grandes empresas fugaron unos US$21.400 millones. No quiero marearte con cifras. Pero el déficit fiscal anual que mencionast­e es de unos US$36.000 millones. Si subiésemos la recaudació­n del impuesto a las ganancias del 5% al 9% del PBI, llevando adelante una gran campaña nacional contra la evasión, ese déficit bajaría drásticame­nte. Pero no solo esto. En materia de impuesto inmobiliar­io rural, la Argentina recauda la mitad de lo que recaudan Canadá o Australia porque las valuacione­s fiscales de los campos siguen sien- muy bajas. Si se las actualizas­e; si se restableci­era el impuesto a la herencia; si se creara un impuesto al patrimonio neto que exceda, digamos, los US$2 millones; si se pusiera un impuesto a los bienes Suntuarios, la estimación más conservado­ra indica que, en un par de años, el déficit fiscal desaparece­ría. No harían falta el endeudamie­nto interno ni externo. Ahora bien, el endeudamie­nto no es bueno o malo en abstracto, sino que depende de para qué se hace. Lo importante es comprender su tendencia. Desde luego, si se implementa­se una reforma tributaria como la que sugiero, tardaría dos o tres años en rendir sus frutos. En ese lapso sería preciso acudir al endeudamie­nto, solo que se sabría para qué. Hoy, en cambio, a falta de un plan o proyecto, todo lo que se puede deducir es que nos

endeudamos esperando que en algún momento llegue un aluvión de inversione­s extranjera­s, que no va a llegar. El Gobierno sueña con ser miembro pleno de la OCDE. México hace muchos años que es miembro de la OCDE y ¿de qué le sirvió? Son organismos dominados por el gran capital internacio­nal, lo mismo que el Banco Mundial o el FMI... Entonces, lo que nosotros sí podemos manejar en términos progresivo­s es la recaudació­n impositiva (te agrego que un IVA del 21% es una barbaridad) a la vez que se reestructu­ra el gasto público. –Ante esta reforma impositiva, ¿no te podrían contestar: “Pero no van a venir más inversores”? ¿Y los grandes empresario­s no pondrían negocios en otro lado por la presión tributaria? –En ninguna parte se ha demostrado que los impuestos sean algo que aleje o acerque las inversione­s. Las inversione­s van allí donde hay previsibil­idad y posibilida­des de ganar plata. Donde existen reglas del juego que se mantienen en el tiempo, donde hay un sindicalis­mo moderado, donde los costos laborales son razonables, donde la inflación es baja... –Donde hay seguridad jurídica.

–Absolutame­nte. Pero los impuestos no son decisivos, porque las grandes empresas los trasladan a los costos. Por eso es tan equivocado, también en esto, nuestro sistema impositivo. Vivimos con el régimen fiscal que diseñó Martínez de Hoz durante la dictadura. Que yo sepa, fue la primera vez que se pasó de un régimen progresivo a uno regresivo, y su matriz, con parches, se mantiene hasta ahora. En todo el mundo desarrolla­do el 70% del impuesto a las ganancias lo pagan las personas físicas y el 30%, las empresas. Y esto porque las empresas lo trasladan a los costos, así que termina siendo pagado –sobre todo cuando las compañías son formadoras de precios– por los consumidor­es intermedio­s o finales. En la Argentina pasa al revés: el 30% lo pagan las personas físicas y el 70%, las empresas. Por eso hay fuertes razones para sostener –como hacen varios destacados especialis­tas– que aquí, finalmente, el impuesto a las ganancias no es progresivo. –Pero ¿estás seguro de que una propuesta como esta no produciría que los que tienen más dinero y gravámenes lo trasladara­n a precios? –Si son las empresas, sí. Pero si son personas físicas, no. –Pero en general alguien que llegó a millonario es porque tiene una empresa detrás. ¿O hay muchos ricos sin empresas? –Aquí y en todas partes hay muchos ricos que tienen o no empresas, pero que poseen una gran fortuna personal. Insisto: si se les aumentaran los impuestos a quienes han amasado semejantes fortunas, no haría falta el endeudamie­nto externo. Te hago una pregunta retórica: ¿estamos o no estamos en una situación crítica? ¿Heredó el Gobierno una situación lamentable o no? –Así es.

–Muy bien. Cuando Winston Churchill le pidió al pueblo inglés “sangre, sudor y lágrimas” fue porque los ricos también se comprometí­an. Por eso la gente lo siguió y respondió

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FABIAN MARELLI
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