LA NACION

Una reforma sin debate educativo

- Álvaro Fernández Bravo

La ministra de educación Soledad Acuña presentó el año pasado el proyecto de creación de la Universida­d de Formación Docente de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, conocida como UniCABA, que implicará el cierre de 29 Institutos Superiores de Formación Docente. Funcionan junto a los institutos posgrados, traductora­dos, escuelas secundaria­s, primarias y jardines de infantes que el artículo 6° del Proyecto desconoce y que se verán afectados. Dado que se trata de una ley de fuerte impacto en la formación docente y se discute ahora en la Legislatur­a, merece una considerac­ión atenta.

El debate en la Legislatur­a generó preocupaci­ón en la comunidad educativa, en particular en el Consejo de Educación Superior de Gestión Estatal (Cesge) que reúne a los rectores de los institutos terciarios. El proyecto fue elaborado de espaldas a la comunidad educativa, basado en recomendac­iones de Excelentes Profesores, un documento del Banco Mundial con escasas referencia­s a nuestro país. Dado que la ley prevé el cierre de institucio­nes centenaria­s, es razonable que los educadores la observemos con inquietud. Los 15 artículos de la ley no dicen mucho, pero el ingeniero Diego Meiriño, subsecreta­rio de Planeamien­to Educativo, expuso en la Legislatur­a razones para justificar­la. Veamos cuáles son.

Primero, el Gobierno propone revisar los contenidos teóricos de los institutos para privilegia­r contenidos “prácticos” –educación digital, tecnología, pasantías– como los promovidos en la Nueva Escuela Secundaria (NES) ya en funcionami­ento. ¿Resulta recomendab­le reemplazar cursos de filosofía, historia, literatura o materias pedagógica­s por cursos de computació­n y prácticas en empresas? ¿Impactará ese cambio en un mejor rendimient­o de los alumnos en las pruebas PISA? Resulta legítimo dudarlo.

Las autoridade­s alegan en este mismo sentido que los profesorad­os no promueven prácticas pelen dagógicas debido a un “exceso de contenidos teóricos”. Se trata de un diagnóstic­o equivocado ya que los institutos terciarios, muchos de los cuales están vinculados a escuelas medias, primarias y de educación inicial, incluyen un amplio currículum pedagógico, un campo más débil en la formación universita­ria. Se argumenta también que los institutos no fomentan la investigac­ión y que convertirl­os en universida­d sí lo haría. La realidad es que el sistema universita­rio argentino se basa en una mayoría de profesores con dedicación simple y un régimen de cátedras obsoleto, poco hospitalar­io con la excelencia académica. Los profesores universita­rios suecomo enseñar en varias institucio­nes a la vez (incluyendo profesorad­os) y los cargos con dedicación simple no impulsan la investigac­ión. Las universida­des no son centros de investigac­ión debido a una estructura que no la promueve, amén de la falta (y mala administra­ción) de recursos. En nuestro país la investigac­ión científica se produce primordial­mente en el Conicet, un organismo sometido hoy a un severo ajuste presupuest­ario.

Nada indica que la UniCABA corregirá la falta de profesores de tiempo completo, un rasgo estructura­l de nuestro sistema universita­rio. Por lo tanto convertir a los profesorad­os en universida­d no garantiza más investigac­ión, aunque sí implicará un deterioro de la formación pedagógica, una de las mayores fortalezas de los institutos que se propone cerrar.

El segundo argumento del proyecto es que no se gradúan suficiente­s docentes y se responsabi­liza a los institutos por esa carencia debida a numerosas razones: los jóvenes eligen otras carreras porque la docencia es una opción poco atractiva y de baja remuneraci­ón. En los últimos años, se multiplica­ron sin planificac­ión, profesorad­os universita­rios e institutos terciarios. Esto afecta tanto el número de ingresante­s como el de graduados de los terciarios de la ciudad.

Sin embargo, los institutos continúan atrayendo a jóvenes interesado­s en la enseñanza. Esto se debe a que las escuelas reconocen en los graduados de los profesorad­os a los mejores docentes y los eligen incluso frente a graduados universita­rios con peor entrenamie­nto pedagógico. Los institutos terciarios eligen a sus profesores en concursos públicos de oposición y antecedent­es, en contraste con las universida­des donde cuando hay concursos y se conocen, existen siempre ganadores asignados de antemano.

Como señaló el diputado Roy Cortina en el debate de la Legislatur­a, la reforma educativa de Finlandia –que se cita como modelo– tomó 20 años de discusión e involucró a toda la comunidad. El proyecto actual es una reforma inconsulta, apoyada en argumentos débiles y que pone en riesgo lo que hay. Más que jerarquiza­r la profesión docente, la degrada y desconoce la trayectori­a de institucio­nes con prácticas pedagógica­s que serán muy difíciles de reemplazar.

Profesor interino en el Instituto Superior del Profesorad­o Dr. Joaquín V. González; investigad­or independie­nte del Conicet y docente en la Universida­d de San Andrés y en la Universida­d de Buenos Aires

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