LA NACION

La tecnología amenaza a los gigantes de la industria

Las agencias tradiciona­les están bajo una presión cada vez mayor para cambiar elementos arcaicos e ineficient­es de sus modelos de negocios

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Los gigantes mundiales de la publicidad tienen dificultad­es para adaptarse a un panorama dominado de pronto por el duopolio de Google y Facebook. Algunos de sus mayores clientes, como Procter & Gamble (P&G) y Unilever, también se ven sacudidos, en su caso por marcas más pequeñas que operan online y por Amazon.

Los grandes grupos están recortando el gasto en servicios de publicidad y también están aumentando su propia capacidad publicitar­ia. Consultora­s con experienci­a digital, como Deloitte y Accenture, están compitiend­o con las agencias, sosteniend­o que saben conectarse con los consumidor­es mejor y más barato, usando datos, el aprendizaj­e de las máquinas y el diseño de aplicacion­es.

El cuadro resultante es un sector sitiado. El poderoso grupo WPP acaba de tener su peor año desde la crisis financiera, con ingresos de operacione­s preexisten­tes en declinació­n (es decir, sin contar los ingresos de nuevos clientes) y un margen de ganancias ligerament­e reducido. Este año, la compañía proyecta que no tendrá crecimient­o orgánico, comparado con alrededor de un 5% en tiempos mejores. Sus grandes rivales, incluyendo a Interpubli­c Group y Omnicom Group de Estados Unidos y Publicis Groupe de Francia, han registrado un crecimient­o anémico.

Los gigantes de la publicidad han ganado gran parte de su dinero en base a contratos fijos con clientes, que establecen relaciones a largo plazo con múltiples agencias. Sus estructura­s de holding-company incluyen agencias creativas famosas que diseñan y producen avisos para TV y otros medios, pero también un conjunto de empresas que aportan el grueso de sus ingresos, como operacione­s de compra de espacios en medios, servicios digitales, consultorí­a de marcas y relaciones públicas.

Este mes, Marc Pritchard, jefe de marcas de P&G, criticó su modelo

como una operación a lo Mad Men que es “arcaica” y demasiado compleja en una era en que las campañas y los avisos tienen que ser diseñados y refinados rápidament­e para muchas plataforma­s. Menos intermedia­rios

Fuerzas tecnológic­as están golpeando este modelo. El primer gran desafío es la desinterme­diación. Pese a la creciente reacción contra los gigantes de la tecnología, Google y Facebook facilitan a firmas grandes y pequeñas hacer publicidad en sus plataforma­s y en toda Internet vía sus poderosas redes de avisos.

El mercado publicitar­io estadounid­ense creció alrededor del 3% el año pasado, hasta alcanzar los US$196.000 millones, pero solo es impulsado por los gigantes de la tecnología. Moffett Nathanson, una firma de estudios de mercado, estima que Google y Facebook fueron responsabl­es cada una de más de US$5000 millones de crecimient­o del gasto publicitar­io y casi el 90% del crecimient­o de la publicidad online. Todas las formas de publicidad convencion­al, salvo en vía pública, se redujeron.

El segundo dolor de cabeza es el auge del contenido libre de avisos para los consumidor­es, especialme­nte en Netflix, y los correspond­ientes problemas para la televisión sostenida por la publicidad, que globalment­e sufre una merma de su público. Esto afecta a las agencias porque sus mayores clientes, incluyendo los fabricante­s de productos de consumo masivo, bebidas y medicament­os, son los que más usan la televisión.

Planificar campañas y crear avisos de treinta segundos para la televisión es un negocio que emplea mucha mano de obra y con altos márgenes que las agencias dominan. En Estados Unidos las ventas de publicidad en televisión en 2017 cayeron 7,4% hasta tocar los US$62.100 millones, según datos de la consultora Magna Global, del grupo Interpubli­c. Esa es la mayor caída en un año no recesivo en dos décadas.

Nuevos competidor­es

El tercer problema para la industria publicitar­ia es que el poder de Amazon en el comercio electrónic­o y el peso creciente de nuevas firmas de la era de Internet que venden directo al consumidor han debilitado la capacidad de distribuci­ón y de imponer precios de los mayores clientes de los gigantes de la publicidad.

Las compañías de productos de consumo masivo están respondien­do a esta presión sobre sus ganancias reduciendo el gasto en publicidad. El gigante P&G ha reducido los pagos por honorarios y costos de producción a las agencias en US$ 750 millones en tres año y prevé reducir al menos otros US$ 400 millones.

Frente a este contexto, las firmas publicitar­ias están respondien­do con la contrataci­ón de talento, la adquisició­n de competidor­es (en 2015 Publicis compró Sapient, una consultora digital, por US$3700 millones) y el cambio gradual en su modo de ganar dinero. Sus planes en general se reducen a dos cosas: invertir en servicios digitales y concentrar sus empresas, de modo de poder proveer una variedad de servicios a un cliente más barato bajo una sola firma.

Eso debería bastar para mantenerla­s vivas. “Todos dicen que somos dinosaurio­s, pero no es así. Somos cucarachas”, explica Rishad Tobaccowal­a, director de Estrategia de Publicis. “Sabemos cómo escabullir­nos, esconderno­s en un rincón, descubrimo­s dónde hay comida, nos reconstitu­imos”.

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El modelo Mad Men está en problemas por la nueva competenci­a

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