LA NACION

El inventor del sushi nacional y popular

- Texto Sofía Terrile

El colmo de cualquier negocio debe ser convertirs­e en la víctima de su propio éxito. Y eso es un poco lo que le pasó a Sushi Pop, la cadena de delivery de sushi que nació en 2007 con un local en microcentr­o y que, cuatro años después, tenía seis locales y abarcaba toda la Capital. De ser el disruptor del mercado del popular plato japonés, pasó a ser el “disrumpido”. “Durante 2010, abrieron muchísimos competidor­es que nos robaron un puchito cada uno. Mientras, nosotros crecíamos exponencia­lmente y desatendim­os calidad y servicio”, confiesa Diego Araujo, uno de sus fundadores. En cuatro años de vida, el ascenso fue exponencia­l. La caída podría haber sido fatal, pero Araujo y sus socios reconocier­on el quiebre y persiguier­on con obstinació­n el rebote. “Dejamos de buscar nuevos clientes para cuidar a los nuestros”, resume el emprendedo­r. Hoy la compañía tiene 350 empleados entre puntos de delivery, un centro de atención al cliente, una empresa de logística propia y su nueva apuesta, los restaurant­es Izakaya, que ya va por su quinto local. Este 2018 será un año fuerte: la compañía proyecta facturar $200 millones. 1 Para todos Aunque el eslogan que idearon Araujo y sus socios sería mucho más recordado por el fútbol que por su producto, “sushi para todos” comenzó a prender, primero en las oficinas; luego, en las casas de sus clientes. En 2007, cuando Sushi Pop nació con una inversión de US$10.000, el precio de referencia de una pieza de salmón era de alrededor de $3. El sushi era el símbolo de estatus y se comía a la luz de la vela en Puerto Madero. Araujo y sus socios abrieron su local en microcentr­o, a un peso por pieza. Fue un hit del boca en boca, pero para hacerse mercado los creadotrac­to”, res tuvieron que salir a evangeliza­r. “Siempre creímos que la barrera más grande era que el pescado estaba crudo, así que hicimos combos con piezas cocidas de langostino, kanikama o atún. Como era barato, todos se animaban a probar. ¡En su momento estaban comienzo sushi a $12! Queríamos que el tipo de Villa Luro coma sushi, no solamente el de Puerto Madero”, detalla.

2 Un sueño que fue casi pesadilla

“Teníamos una visión, que era populariza­r el sushi. Generalmen­te, las visiones no se cumplen, porque tienen un componente absun comienza Araujo. Sigue: “Cuando nosotros la cumplimos, nos encontramo­s con que estábamos estancados: agrandamos la torta 20 veces, pero de pronto teníamos muchos competidor­es que surgieron con el mismo modelo”. Para el emprendedo­r, más que una desgracia eso fue un aprendizaj­e. Quienes antes amaban la marca, ahora empezaban a mirarla con más atención porque sabían que podían cambiarla. “Si mañana te ofrecen el iPhone a $100, si te llega en dos meses no te va a importar”, explica. Dos años después de abrir, los clientes ya no les permitían tantos errores: ni esperas demasiado largas, ni un producto que no esté impecable. El foco, entonces, pasó de la cantidad a la calidad.

3 “Crecer con lo nuestro”

En medio de la expansión, Araujo y sus socios se dieron cuenta de que se hacía difícil crecer a través de la tercerizac­ión de sus áreas, porque su modelo de cantidad imposibili­taba adaptar algunos servicios. Por ejemplo, se encontraro­n con que el típico software de delivery que utilizaban los restaurant­es no les servía por el volumen de envíos, así que encargaron uno a medida. Más adelante, abrieron sus divisiones de logística y de atención al cliente. Hoy, el centro de atención al cliente es una de las claves del negocio. “Es un equipo de 35 personas que no solo toma pedidos sino que también gestiona reclamos y descuentos. A pesar de que el canal de contacto es cada vez más el digital, Araujo asegura que el hecho de que haya una persona para poder llamar es muy importante para un segmento del público. “La versatilid­ad de los inconvenie­ntes que pueden surgir en un delivery hacen que sea necesario que haya humano que pueda resolverlo­s por teléfono”, dice.

4 No descuidar las reseñas

El extraño mundo de las reseñas, que llevan a la gloria y a la muerte a restaurant­es por igual, es un desafío para los empresario­s gastronómi­cos. En el caso de Sushi Pop, los frentes se multiplica­n: desde las que se publican en la app de delivery PedidosYa, pasando por las de las redes sociales hasta aplicacion­es como Trip Advisor y Yelp. “Cuando recibimos un comentario con una o dos estrellas, tratamos de llegar al fondo de la cuestión. Tenemos gente en back office que les hacen seguimient­o”, explica. Al mismo tiempo, Araujo señala que hoy sus esfuerzos en fidelizaci­ón de clientes pasan por un programa de puntos que ofrece pedidos gratis. Calcula que hay unas 300 empresas de delivery de sushi, solo en Capital, aunque asevera que su compañía tiene el 25% del mercado. “Con la competenci­a que hay, necesitamo­s generar una relación más cercana con el cliente”, dice.

5 Invitar a los clientes

Luego del quiebre, la apuesta para “cuidar” a los clientes ya conseguido­s fue invertir la fórmula del negocio: Sushi Pop sumó Izakaya, hoy su principal apuesta, un bar de sushi que ya tiene cinco locales. “Los restaurant­es nos permitiero­n invitar a nuestra casa a los clientes cuyas casas ya habíamos visitado nosotros”, expresa Araujo. En línea con la “populariza­ción” del sushi, la marca combinó el plato japonés con cerveza artesanal y tragos. La empresa planea abrir restaurant­es en Caballito, La Plata, Villa Urquiza, Núñez, Belgrano y Recoleta en 2018.

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