LA NACION

Aude Maio-Coliche. “La UE es el socio más confiable”

La embajadora europea en la Argentina se muestra confiada en el futuro de un acuerdo con el Mercosur y destaca la experienci­a del bloque en multilater­alismo

- Texto Inés Capdevila

Estados Unidos desbarata acuerdos globales, Rusia interfiere en los procesos electorale­s de otros países, China impone reglas con su diplomacia económica. Mientras tanto, el cuarto actor más importante de la escena internacio­nal, la Unión Europea (UE), es un ejemplo de “cómo puede y tiene que funcionar el multilater­alismo, un sistema basado en reglas”.

“Somos el socio más confiable hoy” en el mundo, dice la embajadora del bloque en la Argentina, Aude Maio-Coliche, en el día que Europa celebra su día. La diplomátic­a, orgullosa de las sólidas cifras de cooperació­n entre la UE y el país, advierte que, por esa razón, el acuerdo entre el Mercosur y el bloque debe tener el tiempo de negociació­n que sea necesario, de forma tal que represente una situación “win-win” para ambas partes.

–¿Por qué el acuerdo UE-Mercosur a veces parece tan cercano y a veces tan lejano?

–Primero es un acuerdo entre dos bloques muy importante­s. Por un lado hay 260 millones de habitantes del Mercosur y por el otro hay 500 millones de habitantes; 28 países de un lado y cuatro del otro. Y tienen una historia y valores completame­nte compartido­s. Y grandes ganas de estar juntos. Empezó la negociació­n como un acuerdo de asociación con un mandato de 1998 y en estos 20 años hubo cambios políticos. Entonces la primera cosa es que tenemos la impresión de que estamos negociando desde hace 20 años, pero no estamos negociando desde hace 20 años. Hubo cambios de ambos lados. Lo que pasó es que se reactivó justamente la negociació­n hace dos años con el impulso de la Argentina, que tenía la presidenci­a del Mercosur, y una alineación de los planetas. Es un acuerdo muy amplio y hay varios capítulos. Hoy en día nos gusta hablar de un acuerdo de comercio basado en reglas, es decir que existe efectivame­nte este componente de liberar las tarifas, que es el objetivo de un acuerdo de libre comercio, es hacer más fácil el intercambi­o, disminuyen­do las barreras de acceso en ambos lados. Pero también eso se tiene que acompañar de lo que llaman un mismo level playing field. Tenemos que poder hablar el mismo idioma en materia de normas.

–¿Este trabajo de alineamien­to supone un tiempo considerab­le por delante, entonces?

–Tampoco es tan así porque todos los temas ya han sido abordados, no hay nuevos temas. Los negociador­es saben muy bien lo que les queda por hacer, lo que necesita coordinaci­ón dentro de la UE. Por suerte una sola persona tiene el mandato de negociar y del lado del Mercosur no hay una institució­n así, pero son solo cuatro países, no 28.

–Usted recién dijo, cuando yo mencioné la palabra divisiones en Europa, que no lo llamaría divisiones. Macron incluso habló de “guerra civil”. ¿Qué son si no son divisiones? –Cuando uno mira la historia hay diferencia, hay procesos, hay pueblos, pero al final la UE está, la UE ha permitido que no haya guerras desde 1945, que es un gran logro para nosotros. Y el nivel de prosperida­d ha aumentado y de manera significat­iva en muchos países. Ahora bien, si hay países que, en sus procesos internos, están con populismo, y eso es lo que más golpea a los países europeos, son procesos que están en todos lados. Bueno, es el papel de la Unión recordar que con estos métodos populistas no nos ha ido bien en el pasado.

–Dijo que la “UE está”, es cierto eso. Pero cuando en junio de 2016 los británicos votaron por el Brexit, muchos pensaron que era el comienzo del fin de la UE. ¿Cuánto va a cambiar la UE? ¿Cuánto va a escuchar el descontent­o de todos aquellos que dijeron que la UE no supo responder a sus necesidade­s? –El referéndum británico fue una sorpresa para todos, y es lamentable, obviamente. La salida de Gran Bretaña se está negociando de manera ordenada, lo que permite poner el interés de los ciudadanos en primera plana. Si hay áreas en las cuales continuare­mos trabajando juntos son la política exterior, compartimo­s los mismos valores, y la seguridad. Ahora cómo responder a los ciudadanos, que es un tema muy importante. La UE se construyó con la convicción de grandes pensadores, con gente con visión. Esa visión era: si creamos solidarida­des de hecho entre los europeos ya no se podrá hacer la guerra, y por eso empezamos con el carbón y el acero, que eran el fundamento de la industria de la guerra. Después esas solidarida­des se hicieron en lo económico porque, ¿qué más que el dinero obliga a la gente a trabajar juntos? Poco a poco los tratados añadieron otras competenci­as a la UE. Pero tal vez no fue tan claro para los ciudadanos ese valor añadido. Hoy, el 80% de la legislació­n de un país viene de un acuerdo que hizo ese país con la UE, no de una mente en Bruselas que impone. Falta explicar lo que estamos haciendo, obviamente que siempre se puede mejorar lo que hace la UE para hacerlo más cercano a la gente.

–Asciende China, EE.UU. sigue con su poder, Rusia quiere recuperar la influencia diplomátic­a y política. ¿Qué rol le cabe hoy en el mundo a la UE entonces?

–La UE es hoy un socio previsible y estable. Y ofrece eso al resto del mundo.

–¿Es el socio más previsible?

–Bueno, hoy en día sí lo es. Justamente porque gestionamo­s nuestras diferencia­s, lo que sale de nosotros es muy estable. Y tenemos la experienci­a de 60 años de multilater­alismo interno y lo que ofrecemos al mundo es cómo puede y tiene que funcionar el multilater­alismo, un sistema basado en reglas. Cuando hay reglas y derechos claros, uno puede avanzar y trabajar para la prosperida­d de todos. Eso es lo que ofrecemos y defendemos para el mundo. Somos además el bloque que más aporta en ayuda al desarrollo (0,45% de PBI). Somos líderes en la lucha contra el cambio climático desde el principio, hemos hecho nuestro trabajo en casa, hemos crecido mientras bajábamos nuestras emisiones.

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