Lagarde, la parisina que se convirtió en la nueva socia incómoda
“No estoy para prestar, la Argentina no lo necesita”. Pasaron apenas 55 días desde que la directora del Fondo Monetario Internacional, Christine Lagarde, soltó esa frase en una charla que organizó la Universidad Torcuato Di Tella. A su lado sonreía el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, que hoy llegará a Washington para negociar con el Fondo una línea de crédito.
Desde que la Argentina asumió la presidencia del G-20, Dujovne se transformó en el principal interlocutor del Gobierno con Lagarde, con quien ya se reunió cerca de una decena de oportunidades. Pero también mantiene una “buena relación” con Macri, con quien habló ayer por teléfono.
La abogada francesa, que tiene fama de ser una dura negociante y fría en el trato, fue desde el comienzo de la gestión macrista una de las personas que mayores elogios repartieron por el programa económico.
En marzo, tras reunirse con el Presidente, Lagarde calificó de “asombrosos” los primeros dos años de gestión de Macri. En una entrevista con la nacion, la exministra de Finanzas de Francia sostuvo que el Gobierno “ha ido a fondo con las reformas” y opinó que, en ese sentido, los inversores “quieren tener la garantía de que habrá una continuidad en las políticas”.
Desde ese momento, el equipo económico del Gobierno, comenzó a trabajar en un plan B para blindar al país. Ahí apareció la posibilidad de volver al FMI, incluso ante la certeza de la cúpula del Poder Ejecutivo de que ese acuerdo traería un costo político. La sintonía entre algunos funcionarios y Lagarde es tan cercana que incluso fue invitada a la cancha de River.
Lagarde, que lidera el FMI desde 2011 –se hizo cargo del organismo tras el escándalo que protagonizó el extitular Strauss-Kahn–, destacó que el Gobierno aplicó un plan que no puede calificarse como gradualista, sino que “fue a fondo”.