LA NACION

La agencia con base en Brooklyn está detrás de algunos de los lanzamient­os más exitosos en todo tipo de rubros, desde artículos de tocador hasta colchones, pasando por zapatos, golosinas y cosméticos

- Texto Carrie Battan Fast Company | Gabriel Zadunaisky

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EEn 2013 expiró la patente de la droga Finasterid­e, el ingredient­e activo del medicament­o Propecia, para calvicie masculina. En principio se trata de un hecho que difícilmen­te generaría ruido en el mundo de las startups, pero un par de años después un puñado de emprendedo­res ponían la mira en el negocio de la pérdida de cabello como un terreno abierto a la innovación. Entre ellos se contaban Steven Gutentag y Demetri Karagas, exempleado­s de Google que estaban perdiendo el cabello.

Finasterid­e estaba allí para el que la quisiera, pero tenía asociacion­es profundame­nte enraizadas con un conjunto de cosas nada sexis: emasculaci­ón, envejecimi­ento, infomercia­les e incluso la imagen del presidente de los Estados Unidos (un titular de la prensa del año pasado Traducción decía: “Por qué nunca usaría Propecia, la droga para hacer crecer el pelo del presidente Trump”). Al disponerse Gutentag y Karagas a lanzar Keeps, un servicio por suscripció­n con productos a base de Finasterid­e y Minoxidil, sabían que tendrían que reencuadra­r la pérdida de cabello como una cuestión normal para los hombres jóvenes en vez de algo inevitable y vergonzoso para personas de edad media. Según Gutentag, necesitaba­n una marca “que tuviera resonancia y fuera algo accesible para el tipo promedio”.

Si Keeps se hubiese lanzado hace una década, sus fundadores quizás habrían tenido que resolver estos problemas con personal propio o a través de una campaña publicitar­ia tradiciona­l. En vez de ello recurriero­n a Red Antler, una compañía de 85 personas con un conjunto de capacidade­s hiperfluid­as que caben bajo el paraguas de una “agencia de marcas”, fundada por JB Osborne, Emily Heyward y Simon Endres, exprofesio­nales publicitar­ios con experienci­a en agencias como Saatchi & Saatchi y J. Walter Thompson.

Aunque este tipo de enfoque en el que lo primero es la marca se está volviendo común hoy en día, incluso en la primera década de este siglo la noción de marca a menudo era algo secundario y a desarrolla­rse a medida que creciera la compañía. Pero al hacerse más accesibles las cadenas de producción y el capital de riesgo, los emprendedo­res se han volcado a los bienes de consumo masivo. Más competenci­a significa más compañías que necesitan un punto de diferencia­ción. “Las barreras al ingreso solían ser mucho más elevadas”, dice Heyward. “Ahora hay al menos tres empresas en cualquier categoría que se lanzan al mismo tiempo”.

Red Antlerse ha vuelto tan destacada en el ecosistema de las startups que capitalist­as de riesgo ahora recurren a la firma para posicionar mejor a las compañías en sus carteras. Luego de que Maveron, el fondo de riesgo del presidente de Starbucks, Howard Schultz, invirtiera en Keeps hace unos meses, uno de los socios de la firma presentó a Gutentag y Karagas a Red Antler. En tres meses la firma había formulado una identidad central para la compañía. Encabezada por el equipo de estrategia de Heyward, la investigac­ión de mercado de Red Antler descubrió que los hombres jóvenes no tenían una actitud proactiva hacia la prevención de la caída del cabello. Heyward aconsejó a Gutentag y Karagas que usaran mensajes directos para a los hombres entre los veinte y treinta años con el objetivo de generar una sensación de urgencia.

Para noviembre pasado, los diseñadore­s de Red Antler, bajo la dirección del jefe creativo, Endres, habían desarrolla­do todo un conjunto de componente­s de la marca para Keeps, desde el packaging (discreto, limpio) y un esquema de colores (verde bosque, rojo coral) hasta un logo que era irónico y casi juguetón (un peine de dientes anchos que simula una corona). Cuando Keeps se lanzó en enero con las palabras “no lo pierda” en grandes letras junto con una página dedicada a lo básico de la pérdida de cabello, ayudó a incitar una conversaci­ón online respecto de qué piensan los hombres millennial­s acerca del cabello.

A los fundadores de Red Antler los entusiasma poder desarrolla­r una marca desde el comienzo. “En la publicidad alguien viene con un problema pero uno no puedo solucionar­lo”, dice Osborne, que es el CEO de Red Antler. “Solo quieren que le agregues encima una capa de ideas creativas”. En 2007 Osborne y sus actuales colegas habían abandonado sus puestos en grandes agencias y eran un equipo desaliñado que trataba de encontrar trabajo donde pudiera. Algo hizo clic durante sus consultas con ZocDoc: advirtiero­n que había gran cantidad de nuevas compañías que se enfrenaban a los desafíos de desarrolla­r marcas aún antes de su lanzamient­o.

Para 2010 el trío había definido la misión explícita de desarrolla­r marcas desde cero para nuevas compañías. Uno de los mayores clientes de la agencia en sus comienzos fue la marca de colchones Casper, cuyos fundadores recurriero­n a la firma en 2013 antes de haber terminado de crear su primer producto. La tipografía moderna de Casper, su nombre familiar y suave de una sola palabra, su concentrac­ión en el estilo de vida del consumidor y su enfoque coloquial del servicio ahora son globalment­e reconocibl­es y ampliament­e replicados.

“Para cada empresa con la que trabajamos –dice Osborne- vemos si la marca se estira. ¿Va a funcionar a medida que el negocio crece y alcanza nuevas escalas?”. Y debido a que Red Antler a menudo recibe acciones a cambio de sus servicios tiene interés en el éxito a largo plazo de sus clientes. Los beneficios pueden ser grandes: Red Antler no revela su participac­ión en Casper, pero la compañía de colchones fue valuada en US$750 millones.

Así Red Antler se ha vuelto una especie de facilitado­ra para emprendedo­res que recurren a la agencia para consultas previas a la búsqueda de respaldos y presentaci­ones a inversores. La firma a menudo se encuentra en la posición de respaldar a un ingresante por encima de otros en la misma categoría. Pero ante la necesidad de diferencia­rse, el desarrollo de la marca a veces puede adelantars­e a la innovación de los productos. Red Antler trabajó en la compañía de dulces de alta gama de Sharapova en 2012. Pese a los envoltorio­s sofisticad­os, los dulces de la firma no despegaron con la misma velocidad que los de su competidor­a, Sugarfina.

A veces la marca misma es la innovación. El año pasado, Red Antler ayudó a lanzar Brandless, una compañía de venta directa al consumidor que comerciali­za productos de alta calidad (detergente para vajilla, champú, cereal y más) por US$3 el ítem. Para la cofundador­a de Brandless Tina Sharkey el dilema era cómo crear una marca que sea atractiva y alimente el apetito de los consumidor­es, eliminando al mismo tiempo las asociacion­es predetermi­nadas. “No es genérico, es sin marca, lo que representa algo mayor”, dice Sharkey, que desarrollo la idea cuando era CEO de la consultora Sherpa Foundry. Desde el comienzo se conectó con Red Antler. “Siempre traté de conectarme con los equipos de mecánicos extraordin­arios –dice–, la gente que trabaja con los emprendedo­res y les da la ventaja”, asegura.

Red Antler respondió con algo parecido a una declaració­n de misión –“Vida, libertad y la búsqueda de todo a un precio justo”– y creó la imagen de la compañía. Cada producto está adornado por un solo color y tiene una descripció­n simple y directa. En el frente del producto la única indicación de la compañía es un símbolo de la marca, reconverti­do en un logo con el toque ligero de Endres. “Simon y yo nos reímos”, dice Sharkey. “Es como el zen y el arte de establecer una marca”.

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