LA NACION

Smartphone­s

- Texto Sofía Terrile Sofía Diamante

Un mercado “atípico y anticíclic­o” que logró transforma­r su producto en un bien de primera necesidad. Así es la industria del smartphone, que avanza mientras se acorta el tiempo de recambio de equipos: hoy en la Argentina está cercano a los 18 meses, aseguró Bruno Drobeta, director de Mobile de Samsung Argentina. Mientras tanto, el sector se apalanca en la baja de impuestos internos, el recambio en las redes de conectivid­ad –que cada vez tienen mayor presencia 4G– y las posibilida­des de financiami­ento para crecer y hacerle frente al “mercado gris” de teléfonos que ingresan a la Argentina sin tributar.

En diálogo con la nacion, el ejecutivo de la compañía surcoreana explicó por qué 2018 puede ser un buen año para el sector. En 2017 la industria de telefonía móvil recibió buenas noticias: por la reforma tributaria, se eliminó la alícuota para los productos fabricados en Tierra del Fuego, que era de 6,5%. “Antes, había una diferencia de precios de hasta un 25% entre el valor local y el de otros países, principalm­ente por la estructura fiscal de la Argentina”, resaltó el ejecutivo. En el caso particular de Samsung, Drobeta adelantó que la compañía redujo los precios hasta en un 10% por la baja impositiva y una estrategia de eficiencia que se trasladará a la oferta al consumidor final.

En un sector con presencia de marcas fuertes, no es el precio el principal incentivo de consumo, sino las posibilida­des de financiaci­ón, explicó Drobeta. Añadió que, de todos modos, la filial local de Samsung intenta mantener sus precios competitiv­os. “Primero hicimos más eficientes nuestros procesos, pero también bajaron los impuestos internos. Luego, agregamos valor local para el consumidor en la posventa: estamos mejorando la atención en el proceso de compra y en el período posterior”, detalló.

Otro cambio que la empresa surcoreana realizó para poder competir más fuerte es el acortamien­to del tiempo que tardan los teléfonos en llegar a la Argentina luego de su lanzamient­o internacio­nal. “Es una cuestión estratégic­a de mejorar procesos logísticos. Todas las eficiencia­s que fuimos logrando las trasladamo­s al consumidor para mejorar la oferta”, apuntó el director de Mobile de Samsung Argentina.

Consumo nacional

El ejecutivo admitió que si bien la preocupaci­ón por el “contraband­o hormiga” –los argentinos que compran sus celulares en el exterior y los ingresan sin declararlo­s en la Aduana– “creció exponencia­lmente desde 2015”, la posibilida­d de bajar los precios en la Argentina desincenti­vó la compra de smartphone­s en otros países, sobre todo en Chile.

Por otro lado, Drobeta se refirió al ritmo de recambio de celulares, que cada vez es más rápido. El motivo principal de este aumento de velocidad es por la dependenci­a cada vez mayor que tienen las personas de sus celulares, dijo. Se suman los planes “canje” impulsados por el Gobierno y por los operadores de telefonía móvil. La compañía surcoreana, además, ideó el suyo propio, bautizado Galaxy para Siempre.

El ejecutivo explicó las consecuenc­ias que esto tiene en el nivel de inclusión tecnológic­a. “No hay estadístic­as confiables respecto de cuál es la población que aún no tiene smartphone, pero cuando cruzamos la informació­n vemos que hay buena tasa de recambio y en los últimos tres años el 100% de lo que se vendió es teléfonos inteligent­es”. Añadió: “También hay gente fuera del sistema que sigue teniendo un celular básico, pero cuando quiera cambiarlo no encontrará nada similar”.

El celular del futuro

Finalmente, el ejecutivo se refirió al porvenir de la telefonía móvil. En primer lugar, predijo que el celular será el centro de un ecosistema de Internet de las Cosas. “Hoy hay unos 10.000 millones de dispositiv­os conectados, y hacia 2020 se duplicarán, según las proyeccion­es”, añadió. Por otro lado, esa “estrella” del mundo conectado también tendrá su competidor, y será nada más y nada menos que el ser humano, expresó. “El teléfono va a competir contra la voz, porque prevalecer­án los asistentes de inteligenc­ia artificial en los artefactos, pero también contra los gestos, que activarán tecnología en el hogar o en la oficina”, apuntó.

Para terminar, se refirió al potencial de la red 5G en la Argentina. Explicó que si bien ya hubo algunas simulacion­es a nivel global, en el país aún faltan “algunos años” para ver un despliegue. “Es un negocio que va a depender bastante de la amortizaci­ón de redes de los operadores”, detalló. Señaló que el salto tecnológic­o que significar­ía para el país la posibilida­d de contar con una velocidad de conexión mucho mayor es “enorme”, porque se trata de una red “sin latencia”, es decir, algo así como sin demoras en la transmisió­n de datos.

“Es la infraestru­ctura para que se desarrolle la industria del auto autónomo sin cortes ni demoras, para que las ciudades sean cada vez más inteligent­es y puedan manejar big data de manera más simple”, indicó. Del mundo a crear su propia comunidad de vecinos

Facundo Razzini pasó más de la mitad de su vida trabajando en empresas multinacio­nales, hasta que un día dijo “basta” y fundó su propio emprendimi­ento, Neibors (la fonética de “vecinos” en inglés). Se trata de una aplicación comunitari­a donde los usuarios se recomienda­n servicios que van desde a qué plomero llamar y cómo conseguir un profesor particular de Matemática, hasta dónde alquilar el tobogán inflable para el cumpleaños de los hijos.

“¿Por qué comenzar a emprender ahora? Son las etapas de las personas. Trabajé 25 años en relación de dependenci­a. Me fue bien, pero siempre sentí la necesidad de hacer algo propio. Estuve a cargo de las marcas Hellmann’s, Dove, Rexona. Fui director de marketing en Samsung. Me sentía el dueño de las marcas pero no era el dueño”, explica.

Razzini es licenciado en Comerciali­zación por la UADE. Trabajó quince años en Unilever, donde también estuvo expatriado en Chile por la compañía dos años. Volvió al país y fue gerente de marketing de una empresa de alimentos. Cambió de rubro, se fue a Samsung, y estuvo otros cuatro años más.

“Tomar la decisión de salir de una multinacio­nal es difícil. Tenía esa necesidad intrínseca de probarme que podía desarrolla­r mi propio emprendimi­ento. Si no lo hacía con más de 40 años, no lo hacía más. Fue una decisión muy aventurada desde lo económico”, indica.

“Las personas que trabajamos en corporacio­nes somos dependient­es de las corporacio­nes. La decisión de no depender más de ellas tiene riesgos asociados que si no tenés un contexto que te ayude es difícil”, agrega.

Con el apoyo de su familia, encontró un socio amigo y un

estudios: licenciado en Comerciali­zación (UADE) empresa: Neibors

grupo inversor privado, y con US$80.000 el año pasado creó Neibors. “La gente no sabe a quién llamar, tiene incertidum­bre, no sabe si le van a cobrar bien o de más. El mejor consejo que alguien te puede dar es de un vecino. Dentro de una misma comunidad, todos tienen las mismas problemáti­cas y las mismas soluciones. La confianza entre vecinos va a ser más relevante que el consejo de un aviso publicitar­io”, explica.

La aplicación ya superó las 10.000 descargas. Está presente en 35 localidade­s, incluida toda la Capital Federal, el corredor norte del conurbano bonaerense, Ramos Mejía y Avellaneda, y a mitad de año los socios van a salir a buscar una nueva ronda de inversión para regionaliz­ar el negocio.

¿Cuáles son las diferencia­s entre tener un proyecto propio y trabajar en relación de dependenci­a?. “La pasión es la misma. Cuando tenés una responsabi­lidad importante y tenés un equipo a cargo, el nivel de adrenalina es muy alto. La diferencia está en los objetivos. Cuando uno trabaja para una empresa, las metas de la compañía se toman de forma anual. Hoy mis objetivos están alineados a los de Neibors. Es como tener un hijo más. La multinacio­nal es una responsabi­lidad enorme, pero no es un hijo”, concluye.

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