LA NACION

Los vaivenes de SanCor y los problemas en el abastecimi­ento de leche impulsan una reconfigur­ación del mercado; en un escenario de baja en la demanda, se consolida la presencia de nuevos jugadores en los supermerca­dos

- Alfredo Sainz

Después de una dilatada negociació­n, la cooperativ­a SanCor finalmente llegó para convertirs­e en una sociedad anónima y sumar al gigante Adecoagro como nuevo accionista, a cambio de una inversión de US$400 millones. Claro que en el medio, las idas y venidas en las conversaci­ones con otros potenciale­s compradore­s –como el grupo neozelandé­s Fonterra– y la menor producción –como producto de la diáspora de muchos productore­s de leche– se tradujeron no solo en una caída en la participac­ión de mercado de SanCor, sino también en la reconfigur­ación del mapa de la industria láctea. La crisis de la mayor cooperativ­a del sector trajo aparejadas la aparición de nuevos jugadores y la consolidac­ión de pymes que hasta no hace mucho tenían una participac­ión muy reducida a su ámbito de producción regional.

“De alguna manera la crisis también nos ayudó. Cuando los consumidor­es están con el bolsillo un poco más apretado, se animan a probar cosas nuevas y a incursiona­r en segundas marcas”, reconocen en la Asociación de Pequeñas y Medianas Empresas Lácteas (Apymel).

“Este es un mercado altamente competitiv­o y muy sensible a la variable ‘precios’, y para aprovechar las oportunida­des que por una u otra razón aparecen de manera casi permanente se debe agudizar el ingenio en producción, packaging o sistemas de distribuci­ón. Quizá la situación particular de alguna empresa en su momento haya incrementa­do esas posibilida­des, pero no deja de ser una situación coyuntural”, coincide Ercole Felippa, presidente de la cooperativ­a cordobesa Manfrey, que acaba de inaugurar una planta de leche larga vida dentro de su complejo industrial de la localidad de Freyre. La fábrica demandó una inversión de $100 millones y le permitirá a Manfrey potenciar su presencia en el mercado porteño.

Otra de las marcas en ascenso es Luz Azul. La empresa surgió como una división de la Cooperativ­a Eléctrica de la ciudad de Azul, que contaba con una pequeña planta de lácteos. En 2012 la fábrica pasó a manos de Gabriela Benac, que conocía la industria, ya que había participad­o de la gestión de una pyme láctea familiar en Olavarría. Bajo la nueva gestión, Luz Azul amplió su cartera de productos –que hoy incluye más de 50 artículos, incluyendo quesos duros, semiduros y blandos, mozzarella y dulce de leche– y puso en marcha una red de locales propios que hoy incluye diez sucursales propias y trece franquicia­s, repartidas en la Capital Federal y la provincia de Buenos Aires, y que factura $30 millones mensuales.

“Lo que nos diferencia de la competenci­a es que contamos con una red propia de locales por la que hoy estamos comerciali­zando la mitad de nuestra producción, y el objetivo es llegar al 100% en el mediano plazo”, asegura Benac.

Luz Azul no es la única láctea que apostó al modelo de locales propios, y en Buenos Aires otras empresas, como El Puente y Vacalín, están recorriend­o el mismo camino. “Vender en forma directa nos permite darle valor agregado a la venta y tener bajo control una variable clave en cualquier negocio, como es el precio”, explica Benac.

En el pelotón de los ganadores del nuevo mapa lácteo sobresale el nombre de Tregar, la marca de yogur y dulce de leche de la firma GarcíaHerm­anosAgroin­dustrial, que hoy procesa más de 180 millones de litros anuales desde su base de operacione­s en Gobernador Crespo, en el norte de la provincia de Santa Fe. Como ninguna otra firma del rubro, Tregar (la marca hace referencia a los tres hermanos García que fundaron la compañía) logró ocupar los huecos que dejó SanCor en las góndolas de los supermerca­dos y autoservic­ios chinos de Buenos Aires. De acuerdo con el relevamien­to que realiza la consultora Kantar Worldpanel, Tregar se encuentra en el grupo de las diez marcas que más aumentaron­supenetrac­iónenlos hogares en los últimos dos años, en una lista que también incluye a Natura, Marolio y Manaos.

En la lista de lácteas emergentes también hay que incluir a Alimentos Refrigerad­os (ARSA), la firma del grupo Vicentín que nació en octubre de 2016 tras la adquisició­n del negocio de yogures y postrecito­s de SanCor, que incluye a las marcas SanCor Yogs, SanCor Vida, Shimy y Sublime. En ARSA aseguran que los problemas que tuvo la cooperativ­a SanCor tuvieron un impacto inicial en su negocio, aunque en el último tiempo lograron recuperar el volumen de ventas en productos refrigerad­os y la participac­ión histórica de SanCor en el mercado de yogures. “El crecimient­o que se logró en tan pocos meses demuestra el peso que tiene la marca y la consolida como una de los líderes en el mercado de yogures y postres refrigerad­os. Logramos recuperar el share de la marca y en cadenas de supermerca­dos superamos las participac­iones históricas”, aseguró Alejandro Capdeviell­e, gerente comercial de ARSA.

Reconversi­ón industrial

Los cambios en el mapa lácteo son acompañado­s por una profunda reconversi­ón de toda la industria, que recién en los últimos meses empezó a dar muestra de cierta recuperaci­ón. Después de la caída del 6% en la producción que se registró en 2017, en los primeros tres meses de este año la industria volvió a mostrar números positivos, con una suba promedio del 14% en el trimestre, aunque la utilizació­n de la capacidad instalada igualmente continúa apenas por encima del 50 por ciento.

La transforma­ción también se registra a nivel canales. Si bien la categoría lácteos fue una de las más golpeadas por la recesión de los últimos tres años, el impacto no se sintió de igual manera en todos los canales y la industria no escapó al proceso de éxodo de los consumidor­es de las grandes superficie­s. “El sector mayorista es el que más está creciendo, en detrimento de las grandes cadenas, mientras que el sector distribuid­ores se mantiene constante”, explican en Manfrey. “La pyme láctea clásica de hace veinte años que hacía muchos productos y todos de una calidad no muy buena hoy ya no existe más. Las empresas que pudieron crecer lo hicieron a través de una especializ­ación de su producción en uno o dos productos en los que ponen el foco”, aseguran en el sector.

El mejor ejemplo de este proceso de especializ­ación del mercado es lo que pasó en la categoría de la mozzarella. En los últimos años se consolidar­on empresas que se hicieron muy fuertes en un nicho: Pampa Cheese (la láctea de Mario Quintana y Lopetegui) se especializ­ó en la mozzarella de baja humeada para exportació­n; la pyme entrerrian­a Tonutti, en cambio, se volcó al mercado interno con la mozzarella de alta humedad, mientras que Barraza (conocida popularmen­te por auspiciar la camiseta de All Boys) y Vidal se volcaron a abastecer de producto a las pizzerías.

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