LA NACION

Alertan sobre altos niveles de arsénico en el agua

Los datos surgen del análisis de muestras provistas por habitantes de 20 provincias.

- Fabiola Czubaj

Rojo, amarillo o verde. Con un semáforo, el primer mapa colaborati­vo de contaminac­ión del agua con arsénico advierte sobre lugares donde el consumo puede ser riesgoso para la salud.

Los resultados demás de 400 muestras analizadas desde 2011 indican que el agua que se consume en más de la mitad de esos puntos, ciudades o áreas rurales está por encima del nivel guía que recomienda la Organizaci­ón Mundial de la Salud (OMS) para prevenir el hidroarsen­icismo.

Ante la poca informació­n disponible para la población, el equipo a cargo de Jorge Stripeikis, director del Departamen­to de Ingeniería Química del Instituto Tecnológic­o de Buenos Aires (ITBA), empezó a elaborar el mapa. Recibió las muestras de agua de consumo o uso agropecuar­io de 207 lugares y las analizó de manera gratuita para los usuarios. Les envió un informe con los resultados. A la vez, les asignó un color de acuerdo con el nivel de arsénico detectado y lo incluyó en el mapa online en el sitio de la ONG NutriRed, donde también se puede acceder a las instruccio­nes para enviar las muestras para analizar.

Si el agua no supera los 10 mcg/l, que es el nivel guía recomendad­o, el color asignado en el mapa es el verde, pero si lo supera, será amarillo (10-50 mcg/l) o rojo (más de 50 mcg/l), que es cuando “la OMS considera que existe cierta evidencia de efectos adversos”, se explica en el sitio de la ONG.

De las muestras de 20 provincias relevadas hasta ahora, 122 aparecen en color amarillo (76) o rojo (46). La mayoría provienen de localidade­s ubicadas desde el centro hacia el norte del país. El consumo de agua contaminad­a con arsénico en el tiempo puede causar enfermedad­es, que van desde el cáncer y la anemia hasta los problemas de la piel.

“Hay que informar, no alarmar. El hecho de que alguien vea en el mapa que su localidad tiene un punto rojo no significa que toda la población esté expuesta al problema”, explicó Stripeikis, que también dirige el Centro de Ingeniería en Medio Ambiente del ITBA. “Mediante el análisis de las muestras vimos, por ejemplo, que en una misma localidad, en casas a pocas cuadras de distancia, pueden consumir agua con o sin presencia elevada de arsénico”, agregó.

Y aclaró: “No necesariam­ente todas las personas están expuestas a este problema, más allá de que teóricamen­te una vasta cantidad de agua subterráne­a en la Argentina está contaminad­a o supera los niveles que la OMS considera aptos para consumo de esa agua”.

En un mes debería empezar un estudio epidemioló­gico nacional para determinar el impacto sanitario del consumo de aguas con arsénico, sobre todo en el NEA y el NOA, según indicó anteayer a la nacion la Secretaría de Infraestru­ctura y Política Hídrica del Ministerio del Interior, Obras Públicas y Vivienda. Con un presupuest­o de $16 millones que financia el Banco Interameri­cano de Desarrollo (BID), en las próximas semanas se adjudicará la licitación. En 18 meses debería estar listo este diagnóstic­o de situación, que incluirá un mapa de riesgo oficial.

Una misión del Instituto de Investigac­ión del Ciclo del Agua KWR de Holanda comenzó a trabajar desde hace unas semanas en “un estudio de factibilid­ad y piloto sobre la eliminació­n de arsénico, nitratos u otras sustancias contaminan­tes de las fuentes de agua en el área de AySA”, se informó.

En estos siete años, el equipo del ITBA analizó muestras de agua potable de centros urbanos con o sin redes de distribuci­ón, de viviendas con pozo propio y establecim­ientos rurales y escuelas. “Hay que diferencia­r si la provisión de agua en los sitios urbanos o los centros poblados está centraliza­da o es individual. Si es agua de pozo o de fuentes superficia­les. En muchas ciudades que eventualme­nte están afectadas por napas subterráne­as contaminad­as, la provisión es de agua superficia­l”, señaló Stripeikis.

Explicó que, cuando la distribuci­ón está centraliza­da, la solución es la instalació­n de un módulo de tratamient­o de potabiliza­ción del agua para eliminar el arsénico. De lo contrario, hay que recurrir a dispositiv­os domiciliar­ios e informació­n clara para la población. “El problema más grave es la ingestión y la cocción de los alimentos. La forma más tóxica del arsénico, que es la inorgánica, no pasa al organismo por la piel”, precisó Stripeikis.

Las 10 sustancias químicas considerad­as una amenaza de salud pública incluyen el arsénico. El consumo prolongado del agua de pozo o red contaminad­a, ya sea para beber, preparar la comida y regar los cultivos, también puede producir trastornos del desarrollo o enfermedad­es cardiovasc­ulares, según la OMS. En 2013, la organizaci­ón les recomendó a los gobiernos controlar los niveles en el agua y los alimentos, con 10 mcg/l como valor “provisiona­l”, ya que planteó la posibilida­d de fijar niveles más altos solo si tienen en cuenta los riesgos para la población.

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