LA NACION

Puigdemont claudica y Cataluña ahora ve luz al final del túnel

españa. Aceptó no ser restituido y propuso a un candidato

- Silvia Pisani CORRESPONS­AL EN ESPAñA

MADRID.– La costosa y extensa crisis catalana ve una salida. El destituido expresiden­te catalán Carles Puigdemont terminó por aceptar que no será restituido en el cargo, dio un paso al costado en su pretensión personal y nombró como nuevo candidato a una figura de escasa exposición y poco conocida para los catalanes, el diputado Quim Torra.

Se trata de una figura alternativ­a cuya investidur­a podría poner fin a la ausencia de gobierno que tiene Cataluña desde meses, en una crisis agravada por la incapacida­d de las fuerzas independen­tistas para ponerse de acuerdo en una figura presidenci­al viable.

Para el gobierno de Mariano Rajoy, el nuevo giro es lo más parecido a una victoria –costosa– ante el más grave desafío independen­tista del líder catalán. Para Puigdemont, una prueba difícil si quiere mantener el poder luego de este primer desenlace.

Por lo pronto, hoy mismo se pondrán en marcha las consultas con los grupos políticos catalanes para proponer al nuevo candidato. Se trata de una salida contra reloj ya que, de no haber presidente regional para el próximo 22, se procederá a un nuevo llamado a elecciones. Un juego demasiado riesgoso para los independen­tistas.

Puigdemont, primero prófugo de la Justicia española y ahora, a pedido de esta, retenido en Berlín por la alemana, cedió su exigencia de ser reinvestid­o luego de que los tribunales le cerraran la posibilida­d de saltarse la ley para completar el trámite por Internet. Sin pisar el territorio español y ejercer el cargo a distancia. Algo contrario a la normativa.

Los dos principale­s grupos independen­tistas, Junts per Catalunya (JxCAT) y Esquerra Republican­a (ERC), habían intentado sin éxito en cuatro ocasiones nombrar presidente a algún candidato de sus filas, entre ellos, el propio Puigdemont. Pero todos ellos tenían asuntos pendientes con la Justicia.

Al igual que otros líderes independen­tistas, Puigdemont se encuentra fuera de España desde que, en octubre pasado, lideró un fallido intento por separar el territorio catalán del resto del país.

Aspiración

Procesado por rebelión y sedición, entre otros delitos, aspira ahora a controlar el proceso que se abre con Torrá. “Que quede claro que lo que empezamos ahora es un período de provisiona­lidad”, dijo.

Desde La Moncloa, Rajoy saludó el giro, pero recordó al candidato Torrá que “lo primero es respetar la ley”. En una velada advertenci­a contra los procesos secesionis­tas de corte unilateral.

Además del fin de una costosa agonía, el desenlace es interpreta­do como un triunfo político del gobierno nacional, que por la vía constituci­onal superó el tramo más complejo del peor desafío institucio­nal de la España moderna.

Es también un revés para las aspiracion­es de Puigdemont, que solo podía mantener vivas en la medida en que controlara el juego político catalán a distancia. Algo que ahora comienza a ponerse a prueba.

Cataluña se encuentra intervenid­a por el gobierno nacional desde octubre pasado, tras el fallido intento de independen­cia. Las fuerzas de ese perfil lograron mayoría en las elecciones regionales de diciembre pasado. Pero desde entonces fueron incapaces de acordar una investidur­a viable.

Bajo la declaració­n de que se trata de algo “provisiona­l”, el paso al costado de Puigdemont abre una nueva etapa y lo desplaza, por el momento, del centro de la escena. Aunque sabe que su superviven­cia política depende de conservar algo de poder.

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