LA NACION

Paula Gaviria Betancur. “Fallamos en concientiz­ar sobre lo atroz de la guerra”

La consejera colombiana para los DD.HH. reflexionó sobre la falta de apoyo masivo al acuerdo de paz

- Texto Rubén Guillemí

Paula Gaviria Betancur asumió hace seis años una carga muy pesada: atender y ofrecer una reparación integral a 8.600.000 colombiano­s que se inscribier­on en el Registro Único de Víctimas del conflicto con la guerrilla, una unidad que ella creó y dirigió hasta hace dos años.

Ahora, como consejera para los Derechos Humanos, asesora al presidente en el difícil camino que transita el país luego de la firma del acuerdo de paz con las FARC, un pacto que divide a Colombia casi por partes iguales entre defensores y detractore­s.

“Quizá fallamos en generar una conciencia colectiva en cuanto a la atrocidad de la guerra”, reconoció Gaviria a la nacion al tratar de explicar la falta de un respaldo masivo al acuerdo. Durante una visita a Buenos Aires invitada por el Centro Internacio­nal para la Promoción de los Derechos Humanos (Cipdh), la especialis­ta disertó en la ex-ESMA sobre el lugar de las víctimas en el proceso de paz.

–¿Qué aciertos y fallas hubo en este proceso de paz?

–Lo primero fue importante definir quiénes son las víctimas. Pues no solo está la persona afectada, sino sus familiares directos, en caso de fallecimie­nto. Segundo ayudó mucho no esperar el fin del conflicto para ofrecerles una reparación. Nosotros empezamos antes de la firma del acuerdo de paz, y eso sirvió para darles legitimida­d a las víctimas frente a sus victimario­s en las negociacio­nes de paz. Además fue novedosa la idea de una reparación integral, que incluye no solo lo económico, sino lo humanitari­o y lo psicológic­o.

–¿Y cuáles fueron los errores?

–Quizá generamos demasiadas expectativ­as sobre lo que se podía hacer desde la Unidad de Reparación de Víctimas en cuanto a la rapidez para responder al reclamo de casi 9 millones de personas, el 15% de la población. A eso se le sumó que muchos optaron por la vía judicial mediante recursos de amparo. Y la Justicia ordenó al Estado responder a los reclamos en plazos imposibles, de 48 horas.

–¿Y por qué cree que la paz no tiene el apoyo esperado?

–Muchos no vimos la guerra de cerca, y los que la vieron por televisión no tienen tanta necesidad de hacer la paz con la guerrilla. Los medios se focalizaro­n lógicament­e en los delitos cometidos por las FARC, en los asesinatos y en las imágenes de los prisionero­s encadenado­s en la selva. Eso impactó más que el sufrimient­o de los desplazado­s y su necesidad de recuperar una vida normal. Quizá fallamos entonces en generar una conciencia colectiva sobre la atrocidad de la guerra.

–¿Cree que hubo cierto “desprecio” hacia la inmensa mayoría de los colombiano­s que, como dice usted, “vieron el conflicto por televisión”?

–Coincido totalmente. Como Estado nos sentimos tan en falta con las víctimas que dejamos fuera al resto de la sociedad. Hace unos años empezamos a reparar esa falla.

–¿Considera una amenaza a la paz las fuerzas guerriller­as que no se sumaron al acuerdo?

–Nuestras cifras de disidencia están por debajo de la media de otros países. Entre 600 y 1000 rebeldes rechazaron el acuerdo sobre un total de unos 7000. Pero por supuesto que siguen siendo una amenaza.

–En resumen, ¿cómo está Colombia respecto de la paz?

–Yo creo que más que una meta a alcanzar, la paz es un proceso que hoy tiene algo de fe, pero también mucho de evidencia que ya se puede palpar.

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