LA NACION

Blaksley. El hombre que trajo a Federer y a Bolt, y emuló a Ponzi

Autor de la mayor estafa personal del país, usaba el sistema piramidal para atraer clientes

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El 9 de abril pasado, Enrique Blaksley Señorans, el mayor de 13 hermanos de una familia afincada durante años muy cerca de la Catedral de San Isidro, fue apresado en su casa del country Pacheco Golf. Esa detención ponía en primera plana la historia del “Bernard Madoff argentino” y lo revelaba como el, hasta ahora, mayor estafador personal en la historia del país.

Dueño de la empresa Hope Funds, tenía altísima exposición mediática: ligado al Hard Rock Cafe, sponsor de La Dolfina, trajo al país a Roger Federer para un desafío con Juan Martín del Potro, organizó partidos a beneficio con Lionel Messi y puso en Buenos Aires al rayo Usain Bolt. Esa vidriera le sirvió, justamente, para fundarse una reputación capaz de volverlo confiable para atraer fondos de miles de ahorristas bajo la promesa de ganancias imposibles de rechazar.

El 28 de abril pasado, él y tres de sus socios en Hope Funds fueron procesados con prisión preventiva, acusados de haber estafado a por lo menos 318 personas con el esquema piramidal conocido como esquema Ponzi, un tipo de captación de fondos en el que se ofrecen ganancias exponencia­les a quienes colocan su dinero en la medida en que consiguen que, detrás ellos, más personas hagan lo mismo.

Este tipo de maniobra fraudulent­a toma el apellido de Carlo Ponzi, un inmigrante italiano en Estados Unidos que a comienzos del siglo XX montó esa estafa, que se caracteriz­a por un “efecto de bola de nieve” en el que la alta rentabilid­ad prometida se paga en función de la llegada de nuevos clientes.

Ponzi aplicó el sistema en Boston a principios de la década de 1920 y, gracias a este, se volvió millonario en solo seis meses. El envío de las cartas con cupones que sus compatriot­as mandaban a sus familias pobres en Italia para que los vendieran y pudieran responderl­es le abrió los ojos.

Montó una sociedad, Securities Exchange Company, a través de la cual prometía a los ahorristas intereses de hasta el 40% en 90 días, cuando las tasas de la época no sobrepasab­an el 5%. Era sencillo: una persona en el extranjero enviaba a los Estados Unidos una carta en la que incluía un sello postal comprado según las tarifas del país de origen. La promesa era que con las diferencia­s entre las cotizacion­es del dólar y las divisas extranjera­s los beneficios llegaban solos. Una gran estafa.

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