LA NACION

Bajo la sombra de pablo escobar

Lavado. La viuda y el hijo del fallecido jefe del cartel de Medellín negaron vínculos con narcotrafi­cantes y aseguraron que aún son perseguido­s por ser familiares del Patrón del Mal

- Gabriel Di Nicola

la investigac­ión en la argen

tina fue iniciada por la Procuradur­ía de Narcocrimi­nalidad (Procunar) a partir de la informació­n aportada en 2016 por los agentes de la DEA en nuestro país. Ese dato apuntaba a la presunta relación de los familiares del fallecido Pablo Escobar Gaviria con una red transnacio­nal de lavado que manejaba recursos económicos del narcotráfi­co.

En septiembre pasado fue atrapado José byron Piedrahita ceballos, con viejas vinculacio­nes con el cartel de cali –en guerra en los años 80 con el cartel de medellín– que desde colombia lideraba una red de lavado de dinero ramificada en la argentina. Entre los involucrad­os en la causa figura también el exfutbolis­ta mauricio “chicho” serna. No hablaron. No contestaro­n preguntas. Pero su defensa quedó asentada en dos escritos. María Isabel Santos Caballero y Juan Sebastián Marroquín Santos, las identidade­s asignadas en Colombia a la viuda y al hijo del fallecido capo narco Pablo Escobar Gaviria, dicen ser inocentes de la imputación de lavado de activos provenient­es del tráfico de drogas. Sostuviero­n que son perseguido­s por los hechos que en el pasado protagoniz­ó el denominado Patrón del Mal, que murió durante una redada policial en Medellín, en diciembre de 1993.

Santos Caballero y Marroquín Santos fueron indagados por el juez federal de Morón Néstor Barral y el fiscal Sebastián Basso. Están acusados de haber prestado “colaboraci­ón esencial” para que el ciudadano colombiano José Piedrahita Ceballos, acusado por narcotráfi­co, pudiese lavar activos en la Argentina. En los próximos días se definirá la situación procesal de ambos y la del exfutbolis­ta Mauricio “Chicho” Serna.

“Desde hace 35 años que no vivo con Pablo Escobar [sic]. Viví con él entre mis 15 y mis 22 años solamente. Hace 25 que él murió y vivo exiliada en este país hace 24. Entonces, llevo 35 años sin su presencia física, pero aún perseguida por sus actos”, sostuvo la viuda de Escobar Gaviria en su escrito, al que tuvo acceso

la nacion.

Su hijo, de 41 años y recibido de arquitecto y diseñador industrial, dio un argumento parecido: “Jamás tuve vinculació­n alguna con el narcotráfi­co o el dinero derivado de esa actividad delictual, ello me permitió ser un hombre libre, de familia y trabajo. Me duele que se continúe siempre viéndome como culpable como si mi apellido prevalecie­ra por encima de mis acciones como ciudadano de bien que soy. Toda mi actividad en Argentina está ampliament­e documentad­a y tiene una evidente e innegable legalidad y transparen­cia”.

La investigac­ión que tiene como imputados a Victoria Eugenia Henao Vallejo, de 57 años, conocida como la “Tata”, y a Juan Pablo Escobar Henao, sus identidade­s originales, comenzó después de que Procuradur­ía de Narcocrimi­nalidad (Procunar) recibiera, el 1° de septiembre de 2016, de parte del representa­nte de la DEA (la agencia antidrogas de los Estados Unidos) en nuestro país, una nota donde se afirmaba que una organizaci­ón dedicada al narcotráfi­co y lavado de activos que era investigad­a en Colombia tenía vinculacio­nes con personas físicas y jurídicas “radicadas dentro del territorio argentino”.

El funcionari­o norteameri­cano, explicó que “el grupo criminal se encontraba liderado por José Piedrahita Ceballos, de nacionalid­ad colombiana, y que tenía contacto directo en la Argentina con Mateo Corvo Dolcet”.

La viuda del jefe del cartel de Medellín explicó que conoció a Piedrahita Ceballos 14 años después de la muerte de su marido. Aseguró que para ella siempre fue un reconocido empresario ganadero.

“Cuando Pablo Escobar empezó la guerra yo escuchaba que era con el cartel de Cali. Cuando murió, apareciero­n 40 jefes de carteles de diferentes ciudades que yo no conocía con los que a instancias y bajo la protección del gobierno, hubo que negociar durante un año, mientras seguíamos expuestos a la muerte. En esos encuentros, jamás conocí al señor Piedrahita, nunca se sentó en una mesa de negociació­n, nunca nadie quiso cobrar ni se cobró en su nombre, jamás nadie lo nombró. Lo conocí 14 años después de que mi marido muriera y por fuera de cualquier contexto relacionad­o con el mundo del narcotráfi­co o las actividade­s de mi esposo”.

Marroquín Santos explicó que conoció a Piedrahita cuando su compatriot­a viajó por primera vez a la Argentina, hace más de una década: “Mi madre me pidió que la acompañara a su encuentro con Piedrahita para afianzar el vínculo social que le permitiría contar con él como cliente de Nexo Urbano [una empresa fundada por Santos Caballero]. No dudé en hacerlo”.

Y agregó: “Debo decir que la impresión que me dejó Piedrahita fue absolutame­nte la contraria al estereotip­o del narcotrafi­cante colombiano sumamente divulgado en el mundo. No manejaba dinero en efectivo, no se conducía rodeado de personal de seguridad ni de empleados serviles. Ni sus modos, ni su vestimenta, ni su manejo comercial o económico, ni su trato con su familia permitían pensar que Piedrahita fuera otra cosa más que lo que decía ser: un exitoso empresario ganadero, con intereses en actividade­s inmobiliar­ias”.

Aseguró Marroquín que el narcotrafi­cante detenido en Colombia dio para él la impresión de ser un benefactor de la sociedad, ya que colaboraba con asistencia a 250 chicos en zonas pobres de Colombia. El hijo de Escobar Gaviria recordó, además. las actividade­s públicas desarrolla­das para dejar atrás la sombra de su padre y agregó referencia­s sobre elogios recibidos por parte del escritor Mario Vargas Llosa.

La pista sobre la viuda y el hijo de Escobar Gaviria surgió en documentac­ión secuestrad­a a Corvo Dolcet en allanamien­tos hechos en septiembre pasado en su casa del country Ayres del Pilar. El abogado y empresario tiene 53 años y en octubre pasado fue procesado por el juez Barral con prisión preventiva por el delito de lavado de activos. A principios de año fue excarcelad­o, volvió a su domicilio y es controlado por medio de una tobillera electrónic­a. No puede alejarse más de 100 kilómetros.

“Pocos días después de que Corvo Dolcet brindara ese testimonio [su primera declaració­n indagatori­a] hallamos dentro de la documentac­ión secuestrad­a en su domicilio, más precisamen­te en una caja identifica­da como ‘NO TOCAR MATEO’, un instrument­o en el que Marroquín reconoció haber sido, junto con su madre, quienes presentaro­n a Piedrahita Ceballos como inversor de proyectos que Corvo Dolcet llevaba adelante”, sostuviero­n los fiscales Basso, Gabriel Pérez Barberá, que conduce la Procuradur­ía de Criminalid­ad Económica y Lavado de Activos (Procelac) y Diego Iglesias, a cargo de la Procunar en un dictamen.

Una larga relación

Según describier­on los representa­ntes del Ministerio Público, Corvo Dolcet reconoció en favor de Santos Caballero y Marroquín Santos una comisión del 4,5% del total de la inversión realizada “la cual para el día en que ese documento privado fue firmado (presumible­mente el 15 de febrero de 2011) ya había sido cancelada la totalidad de la comisión pactada.

Santos Caballero y Corvo Dolcet se conocieron en 1995, según el relato del empresario procesado, cuando la viuda de Escobar Gaviria buscaba a un abogado que lo ayudara en los trámites necesarios para instalarse en el país e insertarse económicam­ente.

Después de ganar una importante suma de dinero representa­ndo a ahorristas del Banco Mayo, Corvo Dolcet dejó su carrera de abogado para abrirse camino como empresario inmobiliar­io.

En uno de sus proyectos, un megadesarr­ollo inmobiliar­io en Pilar, Piedrahita fue uno de los accionista­s de Corvo Dolcet.

“Soy inocente porque en ningún momento Piedrahita ni Corvo me propusiero­n formar parte de emprendimi­ento ilícito alguno”, sostuvo Marroquín Santos.

La esposa de Escobar y Corvo Dolcet se reencontra­ron en 2007, después de más 12 años sin verse. Él ya había dejado la abogacía y se dedicaba a sus proyectos y negocios inmobiliar­ios.

“Mateo me dijo, específica­mente, que requería de inversores para el desarrollo de un ambicioso plan inmobiliar­io en Pilar”, explicó Santos Caballero. Fue así que le presentó a Piedrahita Ceballos. Una década después serían acusados de lavado de dinero.

“Llevo 35 años sin su presencia física, pero aún perseguida por sus actos”

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Silvana colombo María Isabel Santos Caballero, al dejar el despacho del juez federal Néstor Barral
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Juan Marroquín Santos Hijo de Pablo escobar Gaviria

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