LA NACION

Carlos Malamud. “Es una situación endemoniad­a, por ahora no tiene salida”

El historiado­r especializ­ado en América Latina cree que por el momento la crisis venezolana no se solucionar­á y considera que la Argentina está lejos de un liderazgo regional

- Texto Natalia Pecoraro

El historiado­r Carlos Malamud, especialis­ta en la historia de América Latina, lleva décadas analizando la región desde una óptica europea. Combina su trabajo como académico con el de analista político y de las relaciones internacio­nales. De visita en Buenos Aires para presentar el informe “¿Por qué importa América Latina?”, que coordinó en el Real Instituto Elcano, donde es investigad­or principal, Malamud consideró que la situación en Venezuela es “totalmente endemoniad­a” y que “de momento no tiene salida”.

En una entrevista con la nacion, fue muy crítico del proceso de integració­n latinoamer­icana y dijo que la Argentina “no está en condicione­s políticas ni económicas de asumir el liderazgo” de la región. Asimismo, planteó que América Latina es “un socio confiable” para Europa y aseguró que “nunca como ahora se ha estado tan cerca de cerrar” el acuerdo Mercosur-unión Europea.

–El Grupo de Lima y los presidente­s Sebastián Piñera y Mauricio Macri han condenado en reiteradas­oportunida­des el“régimen autoritari­o” de Venezuela y pidieron que se suspendier­an las elecciones de hoy. ¿Es suficiente?

–No, suficiente no es, pero el problema al mismo tiempo es: ¿qué es lo suficiente? Y eso nadie lo sabe, lamentable­mente. Hace poco, Clóvis Rossi publicó en Folha de S. Paulo que “todas las salidas conocidas, disponible­s, se han ensayado y ninguna ha dado resultado”. Hay que pensar en una salida original, desconocid­a, el problema es definir cuál. El gobierno de Nicolás Maduro tiene una gran capacidad de resistenci­a, entre otras cuestiones porque no tiene marcha atrás, no hay retaguardi­a; si se van, terminan presos, entonces no se pueden ir. Y es lo mismo que pasó con Bashar al-assad en Siria, que tampoco se podía ir y sigue ahí. Se puede hacer poco porque quienes tienen que hacer son los propios venezolano­s.

–¿Imagina una situación similar a la de Siria en Venezuela?

–De momento no, porque eso implicaría algún tipo de intervenci­ón militar de parte de la comunidad internacio­nal. El problema es quién lo haría. América Latina no lo va a hacer. Por ahí algunos gobiernos querrían, pero ningún gobierno individual ni colectivam­ente tiene la capacidad militar ni logística ni política para montar una operación de ese tipo. ¿Quién queda? Estados Unidos, pero va a ser muy difícil que Donald Trump se meta en este avispero. Si Estados Unidos decidiera hacerlo, la respuesta de la mayor parte de los gobiernos latinoamer­icanos sería oponerse o situarse al margen. Es una situación totalmente endemoniad­a que de momento no tiene salida.

–¿Qué significa el ocaso de la Unasur?

–Creo que la crisis de la Unasur marca precisamen­te el declive del proyecto bolivarian­o. Igual, la integració­n regional está en crisis y desde hace tiempo, no por el declive de la Unasur, sino por la propia incapacida­d latinoamer­icana. Si América Latina no se integra es porque los latinoamer­icanos no quieren. Podríamos identifica­r tres grandes causas, dos excesos y un déficit. En primer lugar, el exceso de retórica y la diplomacia presidenci­al, el excesivo protagonis­mo de los presidente­s latinoamer­icanos, que se creen con la capacidad suficiente para llevar adelante por sus propios medios la política exterior, sin el informe y el asesoramie­nto de diplomátic­os expertos. En segundo lugar, el exceso de nacionalis­mo, que impide ceder cuotas mínimas de soberanía a instancias supranacio­nales, sin las cuales avanzar en la integració­n regional es muy difícil, sobre todo cuando hablar de soberanía en América Latina es hablar básicament­e de soberanía territoria­l. El tercer punto es un déficit de liderazgo: ni Brasil ni México, que son quienes hoy por hoy pueden asumir ese liderazgo, lo asumen. Venezuela podría haber ejercido ese liderazgo porque estaba dispuesto a asumirlo, pero el proyecto cubano-venezolano para la región no era del agrado de todos, muchos no estaban muy de acuerdo. –¿Podría la Argentina ocupar ese lugar de liderazgo? –Hoy por hoy, no. La Argentina podría tener un papel mucho más protagónic­o en la medida en que tenga una política exterior clara y decidida, pero la Argentina no está en condicione­s políticas ni económicas de asumir ese liderazgo. El liderazgo regional, evidenteme­nte, tiene un costo. Y es elevado. Los únicos que podrían jugar este papel son México y Brasil, que no lo hacen ni lo quieren hacer. Esto nos lleva a una cuestión no resuelta de la integració­n regional, que ni siquiera se plantea, y es: ¿qué se quiere integrar? ¿Queremos integrar América Latina o queremos integrar América del Sur? Hay que decidir, y cuanto antes se haga, mejor. La integració­n latinoamer­icana es una constante huida hacia adelante: permanente­mente estamos creando nuevas instancias de integració­n regional, pero la esencia de la integració­n, la integració­n económica, no existe. Este año, la Argentina tiene la presidenci­a del G-20 y están pasando algunas cosas originales, afortunada­mente. Por ejemplo, nunca hasta ahora los tres países latinoamer­icanos del G-20 se habían coordinado entre sí, y hay un esfuerzo argentino por lograrlo. –¿Cree que finalmente se va a firmar el acuerdo Mercosur-unión Europea? –Creo que nunca como ahora se ha estado tan cerca de cerrar este acuerdo. El Consejo Económico y Social europeo acaba de aprobar una resolución en apoyo del cierre de las negociacio­nes, lo cual es una señal bastante potente. Europa se ha dado cuenta de que su relación con Estados Unidos es muy complicada en este momento, y ahí está el efecto Trump, no solamente desde un punto de vista comercial, del proteccion­ismo. Los ataques de Trump a la presidenci­a europea en la OTAN, el pedido de que Europa aumente su presupuest­o en materia de defensa y la distancia que ha tomado en muchos conflictos respecto de Europa han hecho que en Bruselas y en las capitales europeas empezara a replantear­se el papel de Estados Unidos como fiel aliado de Europa en cuestiones globales. Eso obliga a mirar hacia otros lados.

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