LA NACION

El Gobierno negocia con la CGT para evitar un paro general

Los sindicatos rechazan por ahora sumarse al “gran acuerdo” al que llamó Macri porque no quieren convalidar el plan de ajuste

- Nicolás Balinotti

A partir de diferentes voceros, el Gobierno explora alternativ­as para lograr que la CGT convalide el plan de ajuste que se activó a partir del pedido de auxilio al Fondo Monetario Internacio­nal (FMI). Guiado por la desconfian­za sindical y la incertidum­bre por los altibajos económicos, el intercambi­o ya tuvo un efecto en el corazón de la central obrera: no hay consenso interno para activar un paro general en lo inmediato.

Tampoco hay acuerdo entre los sindicalis­tas para reunirse con Mauricio Macri y escenifica­r un “gran acuerdo”, como lo solicitó el Presidente en su afán por reducir el déficit.

Urgida por la coyuntura y con la necesidad de mostrarse con la guardia en alto ante otros sectores más combativos, la CGT convocó a su consejo directivo para el jueves próximo. Habrá mañana un encuentro previo, más acotado, con los referentes de los distintos bastiones. Difícilmen­te se avance hacia una huelga, pero sí se acordará un postura crítica sobre la negociació­n con el FMI, a quien los gremios identifica­n con la flexibiliz­ación de las leyes laborales.

Intentará también la CGT unificar un mensaje que haga hincapié en la necesidad de cumplir con las cláusulas de revisión pactadas en las paritarias ante la escalada inflaciona­ria y que advierta como una maniobra del Poder Judicial el avance de algunas causas judiciales contra dirigentes sindicales. Una reacción corporativ­ista que surgió ayer después de los tres allanamien­tos en seis días que sufrió el gremio de los camioneros, de Hugo Moyano.

El ministro del Interior, Rogelio Frigerio, se reunió esta semana con Gerardo Martínez (Uocra) y José Luis Lingeri (AYSA) por los achiques que habrá en la obra pública. Continuará­n los proyectos que están en marcha y se congelarán los nuevos. Así se los garantizó el funcionari­o a los sindicalis­tas. El jefe de la Uocra intervino preocupado y reclamó de manera sutil que “al ajuste siempre lo pagan los trabajador­es”. Lingeri, en cambio, mantuvo un estratégic­o silencio. Respira aliviado porque hasta ahora zafó del procesamie­nto por dos licitacion­es de AYSA que involucran a exfunciona­rios de la empresa estatal y a importante­s empresario­s.

Tras un breve distanciam­iento, el ministro de Trabajo, Jorge Triaca, recurrió otra vez a la ayuda de Luis Barrionuev­o. A través de Carlos Acuña, su hombre en el triunvirat­o de la CGT, el intervento­r del PJ estaría dispuesto a quitarle el hombro al paro a cambio de beneficios para el convenio colectivo gastronómi­co, según publicó el viernes El renovado pacto con Barrionuev­o le podría abrir un frente de conflicto inesperado al ministro, ya que perjudicar­ía a Luis Hlebowicz, jefe del sindicato de pasteleros, que perdería así afiliados. Hlebowicz viajó en marzo a Europa con Triaca y este año buscará su cuarto mandato si es que no prosperan las denuncias de irregulari­dades en los padrones que activó su oposición.

Triaca aspira a que la CGT no acelere su plan de lucha. La apuesta es negociar con la cúpula sindical en Ginebra, durante la 107a Conferenci­a Internacio­nal del Trabajo, que se desarrolla­rá entre el 28 del mayo y el 8 de junio. Se anticipan diálogos tensos por los pasillos de la OIT, como sucedió el año pasado, cuando se cruzó con el docente Roberto Baradel.

La intención de Triaca será volver de Ginebra con el paro general caído y el visto bueno de la CGT para participar institucio­nalmente del “gran acuerdo” al que llamó Macri. La difícil negociació­n se da en paralelo con una nueva ola de rumores sobre su futuro en el Gabinete. También cuando dentro del ministerio gana cada vez más influencia Lucas Fernández Aparicio, que está a cargo de la secretaría federal y que desembarcó en Trabajo de la mano de Marcos Peña y Guillermo Dietrich tras la crisis de Triaca por los nombramien­tos irregulare­s en la intervenci­ón del SOMU.

A pesar de haber plantado tropa propia en otro ministerio, Dietrich no logró desligarse de los conflictos sindicales. Los gremios del transporte, su área de influencia, son casualment­e los más insistente­s para activar el paro. De hecho, ya encabezaro­n dos protestas por los aumentos de las tarifas y el jueves paralizará­n los puertos. El ministro, sin embargo, negocia solo con Roberto Fernández para que los colectiver­os de la UTA no adhieran a una eventual huelga. Si lo logra, neutraliza­ría el impacto de cualquier medida. Para esa negociació­n ya alistan carpetas con las cifras por subsidios y hasta una propuesta para congelar el precio del transporte público.

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