LA NACION

Un cambio de aire para el ánimo nacional

- Mariela Mociulsky

Desde siempre el Mundial mejora el ánimo y estimula el consumo de los argentinos sea cual sea el año y la coyuntura. Si bien en el escenario actual hay incertidum­bre por la inflación y el disparo del dólar, la pasión nacional por el fútbol siempre funciona como un alivio y una renovación del entusiasmo.

Con el espíritu mundialist­a ya instalado, ciertos rubros se ven beneficiad­os en sus ventas. Los consumidor­es que tienen posibilida­des económicas, encuentran la excusa, por ejemplo, para renovar su TV con el argumento de ver la Copa en sus hogares. Un campeonato de este tipo, justifican, “merece ser visto en una buena pantalla”. Este será el primer Mundial transmitid­o en Ultra High Definition, que implica varios cambios para el usuario como actualizar el televisor, el decodifica­dor y hasta la conexión a Internet.

También estará acompañado por los cambios en el consumo de medios, los celulares y la tecnología ganan espacio. El campeonato rescata una ocasión prototípic­a de la TV tradiciona­l: el consumo en real time, reforzado por la emoción de participar como espectador­es de un evento icónico. Se trata de uno de los pocos acontecimi­entos en el que la gran mayoría participa en tiempo real y comenta los resultados, con la mejor tecnología a su alcance, según las posibilida­des de consumo de cada estrato social. Para los espectador­es, es una buena ocasión para reunirse y compartir tiempo y emociones con la familia y los amigos y también para “confirmar la identidad” argentina, tan asociada al fútbol.

El Mundial llega en un momento oportuno para descomprim­ir y aliviar las preocupaci­ones asociadas a la incertidum­bre económica y la ocasión es la que mayor entusiasmo genera. De la misma forma que ha sucedido en muchos otros campeonato­s. El de 1986 coincidió con un cambio de rumbo económico y de política del gobierno de Alfonsín y el 1990, con una etapa del gobierno de Menem de cambios económicos, privatizac­iones y leyes de indulto (sancionada­s entre 1986 y 1990), por citar solo dos ejemplos.

El Mundial es, sin duda, un bálsamo para el ánimo de los argentinos y este año la expectativ­a del esperado triunfo la intensific­ará aún más, al brindar una oportunida­d para el cambio “de aire” y “de agenda”. La autora es directora de Trendsity

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