LA NACION

Viaje al interior “Soy como un hermano mayor para mis hijos”

- Texto Cristian Grosso y Sebastián Fest

Nadie se dará cuenta de que ahí vive Caniggia si entra en su casa. “No, no… no soy de andar poniendo nada en una pared. Nada, no tengo nada. Jamás. No siento esa necesidad, no soy nostálgico. No hay un cuadro, no, imposible. Entiendo el que tiene un cuarto transforma­do en un museo. Pero no, no tengo un screem gigante con el gol a Brasil y automática­mente se baja cuando aparece alguien por el living… jajaja, no, no”. Se divierte con la imagen que se le acaba de ocurrir. “Camisetas tengo muy poquitas…, las pocas que tengo han quedado en un storage… ¿Cómo se dice? En un depósito y nunca las fui a buscar… quedaron ahí. Están en un baúl en Italia… de vez en cuando llamo y les digo que algún día voy a ir a buscar las cosas. Ese soy yo”.

Camisa, jean y mocasines marrones. Sin medias, claro. Una muñequera con tachas en la derecha, un colgante con la cruz de malta en la oreja izquierda. Un cuerno blanco asoma entre los primeros botones desabrocha­dos de la camisa. Y los anteojos ahumados que acompañan casi toda la charla. Definitiva­mente, la imagen desafía esos 51 años. ¿Estás impecable? “No me puedo quejar”, asiente. Sigue jugando al fútbol Caniggia, y entrenándo­se. Aunque menos de lo que desearía por un crónico dolor de espalda.

“Bancá… me fumo un pucho o me muero”. Interrupci­ón concedida. Se acuerda perfectame­nte de la última vez que tuvo el pelo corto: tenía 17años. Fanático de la NBA desde siempre, admira a Jordan, a Charles Barkley, a Olajuwon. Consume mucho básquetbol. “¿Técnico, yo? Noooo, yo quiero la libertad. Es una vida esclava, peor, mucho peor que la del jugador. Hoy ves a muchos exjugadore­s como opinionist­as en la TV, y te preguntás, ¿por qué si saben tanto y les gusta tanto el fútbol no son entrenador­es? Porque no es fácil ser entrenador, hay que sentirlo”. Se vuelve algo enigmático sobre su residencia actual en el mundo. ¿Y vivir en la Argentina? “Nunca se sabe, podría ser”. –¿Cómo ves al país? –Veo como que hay un cambio, a pesar de que hay problemas que solucionar. Pero hay muchos problemas que vienen de gobiernos anteriores. Lo del gobierno anterior fue bastante duro; este gobierno tiene mil historias, pero no es tan fácil solucionar todo. Veo que la gente se está quejando y obviamente hay que solucionar­les los problemas básicos, los impuestos, las fuentes de trabajo que hay que crear… Eso es lo que mantiene a un país. Y no que haya gente más rica y a la vez desaparezc­a la clase media. Un

gobierno a que la gente también esté tranquila. debe apuntar Con “Soy la tecnología un desastre, no apenas hay afinidad. sé manejar sé cómo mandar este teléfono. un tuit; Ni una siquiera vez me lo explicaron, y como no lo hago seguido, ya me olvidé. Soy prehistóri­co”, acepta. De sus hijos sí está cerca, muy cerca. Kevin, de 27, y los mellizos Charlotte y Alexander, de 25. “Soy como un hermano mayor para los pibes”. –¿Y eso está bien? –Sí, no reniego. A veces les digo que cuando yo era chico no podía decir ni esto ni aquello… Cambió todo. Viste que los pibes de ahora se quejan por cualquier boludez... es una locura. Pero al mismo tiempo hay más relación. Antes, tal vez, tu viejo era más tosco, más rudo y crecimos de otra manera. Uno los protege más; ojo, a mí, mis viejos me protegiero­n, pero quizá de otra forma. Ahora no queremos que les falte nada y a veces… los protegemos demasiado. Soy como un hermano mayor, sí, eso, y está bueno. –Para muchos, tus hijos ya son más famosos que vos... –Sí, y está bueno. Para las nuevas generacion­es sí, son más famosos que yo; a lo mejor no con gente de 35, 40 años. A veces vienen pibes y pibas de 15 años cuando estoy con Alexander y se sacan fotos con él y ni saben quién soy yo. Los siguen en las redes sociales, entonces, claro que son más famosos y me pone contento. –¿Te duele el trato que a veces reciben de los medios? –Sí, de los mierda de moralistas que se creen que se las saben todas. Es que en esta sociedad es más fácil hablar del otro; hay una televisión decadente que habla todo el día pelotudece­s, como si estos tipos fueran unos genios. Me jode que toquen a mis hijos. Entiendo que puede ser parte de estar ahí, de ser muy mediático, pero eso no te permite decir mentiras. Tantas mentiras son una mierda. Como dijo el Flaco Menotti: los boludos son como las hormigas, están

en todo el mundo, y muchos los tenemos acá, son argentinos.

Su papá, Vicente Hugo Caniggia, lo hizo de Boca desde chico. El recuerdo de la radio en Henderson… En un video familiar, Alexander le recrimina haber jugado en River y en Boca: “Le he dicho mil veces que no soy el único caso. Igual, se lo resumo así: jugué en los dos equipos más importante­s de un país por el que han pasado millones de futbolista­s a través de casi un siglo. Fui figura en ambos y eso me llena de orgullo”. Con el sello de Caniggia.

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S. colombo “Me jode que toquen a mis hijos”, advierte papá Caniggia

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