LA NACION

Buffon, las lágrimas y el fútbol como una ilusión

A los 40 años, se retiró de Juventus, en donde jugó 17 temporadas y conquistó 19 títulos; hoy le llegará el turno a Iniesta en Barcelona

- Ariel Ruya

“Fue el día perfecto para brindarle el homenaje. Por todo lo que logró, no había mejor manera de ponerle fin a esta temporada. Me emocioné por él. En estos cuatros años, lo he visto hacer cosas increíbles. Fue un ambiente maravillos­o” massimilia­no allegri DT DE Juventus

reemplazad­o por Carlo Pinsoglio y, de pronto, es agasajado por un pasillo de compañeros y colaborado­res, rumbo al banco de los suplentes. El partido, qué importa, iba a seguir. Una excusa perfecta para festejar, también, el séptimo título seguido. A Gigi le quedó atravesada la mejor de las recompensa­s: la Champions League.

Paulo Dybala, el 10, y Gonzalo Higuaín, el goleador –ingresó un rato más tarde–, son unos privilegia­dos: compartier­on los últimos años de una leyenda de carne y hueso que, ahora mismo, no sabe cómo seguirá su aventura con el fútbol. La pelota volaba, los jugadores corrían y todos lloraban. Sobre todo, sus pequeños hijos, conmovidos en el palco. A veces, las grandes historias deben acabar. PSG, China y la MLS: su futuro puede estar abarrotado de millones, aunque ya nada será igual. Parma, su primera casa, otra vez en primera, también es una opción.

Paolo Maldini, símbolo de Milan, Francesco Totti, ídolo de Roma y Buffon: Italia llora por su historia, con la nostalgia del paso del tiempo y, sobre todo, con la angustia de haber quedado fuera del Mundial, que lo aprisiona, aún Ese niño no es solo un niño: es la representa­ción de una escena que recupera la más tierna esencia. Ese niño, que ilustra la página, vestido de Juventus, que acerca su mano derecha hacia el mito, para tocarlo, para confirmar que es de verdad, llora por la angustia de que aquellos años maravillos­os ya no volverán. Es uno, representa a miles –jóvenes y viejos–, que despiden a un arquero de 40 años, un hombre que con sus manos –paradoja del destino– escribió las mejores historias del fútbol, el deporte de los pies. Gianluigi Buffon abandona el coloso de Turín, después de 17 años, 19 títulos y 656 partidos, el mejor arquero de la historia reciente de Italia. Se despidió de sus compañeros, de los rivales, le entregó la cinta a Marchisio. Y se largó a llorar.

A veces, el fútbol es una irresistib­le ilusión. En su casa, Juventus supera por 2 a 1 sobre Hellas Verona –uno de los descendido­s–, fin de ciclo de una nueva celebració­n doméstica. Pero eso es lo de menos: a casi 30 minutos del final, se dispone su salida, su cierre perfecto. Es más, hacia la melancolía.

Se presentó un día de 2001. Una vida después –también sufrió el desplante del descenso por el escándalo de arreglos de partidos–, se despide. Sin embargo, las leyendas nunca se van. Como Andrés Iniesta, que hoy jugará su último encuentro en Barcelona ante Real Sociedad, antes de volar al Mundial y al fútbol chino.

A los 34 años, luego de una vida con acento catalán, el oficinista de sonrisa tímida y de clase universal, tuvo la última práctica con sus amigos de siempre, con Leo Messi como escolta ideal. “Cuando estás fuera sabes lo que significa para este club y cuando estás dentro lo tocas con los dedos. No hay que caer en el error de buscar una réplica de Andrés porque no la vamos a conseguir”, cuenta Ernesto Valverde, que lo define muy bien.

Logró muchos títulos –9 Ligas, 7 Supercopas de España, 6 Copas del Rey, 4 Ligas de Campeones, 3 Supercopas de Europa y 3 Mundiales de Clubes– y una admiración universal. El crack entregó una declaració­n para siempre. Se sintetiza con una frase, compartida por todos: “Ha sido un placer”.

Es el final, también, de Fernando Torres en Atlético de Madrid, a los 34 años y con el título de la Europa League reciente. Xabi Prieto, con una vida dedicada a la Real Sociedad, cuelga los botines y Jupp Heynckes, gran estratega de Bayern Munich, escribió ayer el último pizarrón, a los 73 años, en un traspié en la final de la Copa de Alemania. “Es una despedida normal, en el deporte hay derrotas y victorias”, enseña. El fútbol, como metáfora de la vida.

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M. pinca / reuters emblema más allá del campo de juego, el arquero saludó a un grupo de hinchas, uno a uno, en un reconocimi­ento eterno

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