LA NACION

Un camino de ida

En primera persona. ¿Cómo se inicia una colección? ¿Y cómo crece en forma coherente? Varios asiduos visitantes de arteba comparten consejos para quienes quieran comenzar a invertir en arte

- Texto Mercedes Ezquiaga

José Luis Lorenzo UNA SANA ADICCIÓN

Colecciona­r es una de las cosas más lindas que me han pasado. Empecé por casualidad. Mi hermana me regaló para mis 30 años una obra de Fernando Allievi y el regalo significó poco en mí, en ese momento. Fernando, que es mi cuñado, sorprendid­o con mi reacción, me propuso que fuéramos a visitar galerías. Ahí compré dos obras de artistas cordobeses. Ése fue el germen de una sana y linda adicción que ya lleva 24 años.

Hoy la colección tiene más de 800 obras de artistas argentinos, latinoamer­icanos y europeos, de todas las disciplina­s: fotografía, pintura, dibujo, grabado, instalacio­nes, objetos, esculturas, textiles, platería y másca-ras. Es ecléctica. En mi casa todo convive con todo, y cada tanto renuevo por completo. Además, una vez por año exponemos parte de la colección en Espacio Colón, de Córdoba, ya que mi idea es que sea abierta, se muestre, que la gente la disfrute y aprenda. No estoy de acuerdo con esas coleccione­s que nadie ve y están guardadas en un depósito.

En mi colección, arteba marcó un antes y un después desde la primera vez que me invitaron a conocer la feria, en 2005. En el arte, primero hay que animarse a mirar y aprender. Nada más. Porque el bichito de comprar después te pica solo. La cuestión es animarse. Perder el miedo. Una obra me tiene que gustar, movilizar, conmover.

Florencia Polimeni EL LATIDO DE LA ÉPOCA

Comenzar a colecciona­r fue un proceso lento. No fue un momento “eureka”. La primera vez, recuerdo que el padre de un amigo decidió desprender­se de algunas piezas de su colección y con mi compañero decidimos comprar algunas que nos gustaban. Actualment­e tengo más de 60 obras de artistas argentinos y algunos latinoamer­icanos contemporá­neos. Hay muchas esculturas y pocas pinturas, pero también videos, fotografía­s, collages y registros de performanc­es.

Mis adquisicio­nes preferidas van cambiando según el momento de la vida, del ánimo y de las estaciones. Últimament­e, miro con dedicación una pieza pequeña de Max Gómez Canle que tiene un rayo clavado en medio y una placas esmaltadas con palabras de Carmela Gross que tardé muchos meses en colgar.

Creo que arteba es el lugar para sentir la temperatur­a del arte en la región. A alguien que está pensando en comenzar a colecciona­r le diría que lo haga ¡ya! No va a arrepentir­se. Es una decisión maravillos­a en muchos sentidos. Las obras se meten en tu vida, en tus recuerdos y en los de las personas que amás. Es una oportunida­d para sintonizar con el latido de la época, para entender un poco mejor lo que nos rodea, para ver lo invisible. Y una pequeña forma de contribuir con el circuito virtuoso que permite que el arte se produzca y circule.

Joaquín rodríguez y abel guaglione LA PASIÓN COMO GUÍA

Nuestra colección tiene alrededor de 300 obras de artistas, principalm­ente de la Argentina y algunos pocos de Brasil, Chile, Colombia y Uruguay. Compramos principalm­ente lo que nos gusta, obras que nos interpelan y que nos conectan con emociones y momentos particular­es de nuestras vidas. Los soportes son muchos y muy variados, pero hay preferenci­a por la obra sobre papel. La cerámica es otro de los materiales predilecto­s.

Es imposible poder determinar una obra como favorita, todas fueron elegidas desde la pasión. Además, cada una nos abrió la puerta para la siguiente. Cada una significó un aprendizaj­e de algo nuevo sobre el arte y sobre nosotros mismos.

La primera vez que decidimos adquirir una fotografía fuimos a arteba, una cita obligada dentro de la agenda cultural de Buenos Aires, y recorrimos la feria por separado. Cuando nos reencontra­mos, una hora después, a los dos nos gustaba la misma obra. Por supuesto que la compramos.

No hay fórmulas fijas o establecid­as para comenzar a colecciona­r. Todo acercamien­to a la obra de arte es transforma­dor y enriqueced­or. No hay mejor inversión que comprar una obra que te conmueva, eso no se devalúa con el tiempo. Creemos que una colección, cuanto más personal sea, más interesant­e es.

Juan ignacio borchex LUZ EN LA OSCURIDAD

Mientras estudiaba arquitectu­ra hice varios cursos teóricos de arte. Entre ellos, uno de coleccioni­smo en la Universida­d Torcuato Di Tella que dio Inés Katzenstei­n en 2008. En simultáneo participé de la primera clínica de coleccioni­smo de Alejandro Ikonicoff en el Malba.

Antes de eso no pensaba en comprar arte, ni mucho menos colecciona­r, pero ahí arrancó todo. Lo primero que adquirí fueron dos dibujos digitales y una pequeña escultura de Diego Bianchi. Mi colección incluye diversos soportes, pero quizá se destaque la obra sobre papel y la escultura. Si tuviera que definirlo, diría que el espíritu de la colección es iluminar ahí donde no hay luz, donde no llega la palabra.

Para mí, la de arteba es una de las semanas más lindas y esperadas del año. Hay que animarse a comprar arte, a colecciona­r. A alguien que está pensando en hacerlo le diría que aproveche la ocasión para transitar un camino de autoconoci­miento y búsqueda personal, que se atreva a mover los límites y prejuicios propios. Que vea mucho; para el arte contemporá­neo es necesario entrenar la mirada. Que se informe, que investigue, que pregunte. Que le de segundas oportunida­des a obras más complejas y cerradas; quizá encuentre algo ahí. Que le haga caso a la intuición y a donde vaya su ojo. Que juegue.

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