Perfecto equilibrio
Moderno y contemporáneo. El área de las galerías más consagradas, donde hay espacios destacados para ciertos artistas escogidos, abre paso este año a Stage, flamante sector dirigido a integrar a galerías jóvenes. De esta manera se confirma el rol de la fe
Nunca como en las últimas décadas se ha visto proliferar tantas ferias y tantas bienales. Y nunca antes el arte moderno y contemporáneo tuvo acceso a plataformas de tan alta visibilidad y consumo internacional. Es posible evaluar este dato tanto desde la perspectiva de llegada al visitante común como al especialista, o del acceso al coleccionismo, institucional, privado o corporativo.
En los últimos treinta años, las ferias se han erigido en uno de los espacios más expectantes del llamado “mundo del arte”, ya porque acompañaron lo que ha sido descripto como desplazamiento del capitalismo hacia un régimen artístico, creativo, que participa de la “estetización generalizada” del presente, o porque en sí mismas son parte del fenómeno. Allá lejos quedó el modelo de artista bohemio que creaba en la soledad de su estudio, apartado por propia voluntad y desentendido de los avatares del mercado.
Locales, regionales o globalizadas, las ferias de arte constituyen hoy atractivas plataformas que facilitan encuentros de diverso orden entre artistas, galeristas, coleccionistas, curadores y museos locales e internacionales con el mundo del diseño y empresario, cada vez más seducido por los modelos del universo creativo que congregan las ferias de arte. Son espacios que convocan a diversos sectores cuya aspiración común es pertenecer.
En este contexto, arteba ha participado como actor protagónico de ese curso de la cultura contemporánea y, de hecho, actuó como punta de lanza en la región al renovarse y actualizarse con cada nueva edición. La de 2018 no es una excepción.
Núcleo expositivo de la feria, la Sección Principal trae como novedad de este año a Stage, sector dirigido a alentar la primera participación de galerías noveles que representan a artistas jóvenes y no superan los cinco años desde su creación, así como también a aquellas tuvieron un paso previo por el Barrio Joven. Esto confirma el rol que cumple la feria en la formación de nuevos actores de mercado.
Hay que destacar, por otro lado, oportunos ajustes a innovaciones implementadas con éxito en las ediciones anteriores que lucen como novedades a partir del nuevo ordenamiento del diseño general de la feria. Concebido para facilitar el acceso y los recorridos, desde las dos entradas principales, este año se podrá ingresar en forma directa a la llamada Plaza de los Maestros, por un lado, y por otro al sector que concentran las galerías de Contemporáneos, en cuya vecindad se sitúan, entre otros, los proyectos curatoriales internacionales U-turn y Solo Show.
Aunque la referencia a la organización espacial de la feria pueda pensarse como un mero aspecto formal, en modo alguno lo es. La relación con el espacio es determinante en el arte contemporá-
neo y se encuentra tan internalizada en el espectador que lo frecuenta, que cualquier recorrido que no se presente de por sí allanado es percibido como un tropiezo que conspira contra la visión del conjunto. Son estos detalles, que no siempre se advierten, los que jerarquizan o restan brillo a la trama más visible de las selecciones curatoriales.
Así, partiendo de un renovado diseño preliminar, la edición 2018 despliega en su Sección Principal cincuenta y dos galerías; veintinueve de ellas son argentinas, quince latinoamericanas, seis de Europa y dos de Estados Unidos. El robusto conjunto se distribuye, según el tenor de la obra que ofrece, en la Plaza de los Maestros, que reúne a las figuras fundantes de nuestra contemporaneidad artística, o en el sector de Contemporáneos, que trabaja sobre la producción más reciente. Entre las que participan de uno y otro sector, unas diecisiete galerías apostaron al formato Cabinet, que les brinda la oportunidad de desarrollar atractivos proyectos especiales de sus artistas como apartados dentro de su propio stand.
Consolidado con éxito en ediciones anteriores, este formato ha dado lugar este año a algunos rescates imperdibles. Tal es el despliegue de la teoría estructural del color de Raúl Lozza, en el cabinet de Maman Fine Art. Un desarrollo histórico clave en la obra de este artista. Por su parte, Aldo de Sousa dedica su cabinet a la refinada obra de Jorge Lezama, otro histórico de la abstracción geométrica argentina de los años 50, que integró la Asociación Arte Nuevo.
Otros rescates de de los Cabinet de este año permitieron interesantes nexos a partir de un mismo artista, como la original y poco conocida obra de la grabadora santafesina Melé Bruniard que presenta la galería de Rosario Diego Obligado en una selección individual. Y, al mismo tiempo, estará como figura de referencia en el proyecto de Marcelo Pombo que recrea en el Cabinet de Barro una versión de Rosario Remix, muestra que el artista concibió el año pasado para el museo