Del bar al chalet
Madrid se jacta de ser la ciudad con más bares de España, que es presuntamente el país con más bares del mundo. Cierto o no, hablamos de un país repleto de bares. Y de un país de bares repletos. En asambleas en unos cuantos de ellos se incubó, hace siete años, el movimiento de los indignados, que terminó desembocando en un nuevo partido político. Si Podemos le chupó parte de la sangre al histórico PSOE fue por las hipotecas impagables y los desahucios que helaban el alma. Por la explosión de la burbuja inmobiliaria, en definitiva. Por eso es que resulta tan difícil entender la sorpresa de Pablo Iglesias, el líder carismático que impulsó Podemos, ante las críticas a su hipoteca por 700.000 dólares. Él y su pareja, Irene Montero, número dos del partido, se compraron una casa en un terreno de 2000 metros cuadrados en la sierra de Madrid. Todo un reflejo burgués de dos dirigentes que atacaron incesantemente a “la casta” política y económica del país. Es, salvando alguna distancia, como si Nicolás del Caño o Néstor Pitrola vivieran en Nordelta en una casa con embarcadero. De película: Iglesias y Montero les piden a los militantes que les digan si deben seguir en sus puestos o refugiarse en la sierra, bien lejos de aquellos bares donde todo empezó.