Feminismo, una bandera que flamea en la gran feria
La militancia del #Metoo y del #Niunamenos estuvo más presente que nunca; libros, premio y compromiso
Julia Converti, gerenta general de arteba, posa en Ruth Benzacar con la obra de Jazmín López: una tela negra que cuelga del techo con una inscripción: “Radical Feminism”. No es casualidad. Esa bandera es la que se agita en los pasillos de arteba, en una edición marcada por la lucha por la paridad de género y otras reivindicaciones feministas. “Es importante reflexionar sobre este tema que interesa a la época”, dice Converti.
El runrún viene de antes, y se escucha en todos los ámbitos. En el catálogo de arteba 2015, cuando el movimiento #Niunamenos estaba recién comenzando, había solo un 30% de artistas mujeres: 42 galerías mostraron 202 artistas varones y 90 mujeres. Esta edición, los números no distan demasiado de aquella postal: 66% hombres, 33% mujeres. La última revista de arteba está dedicada a las artistas mujeres argentinas. Y lleva en la tapa la obra de Fátima Pecci Carou, una pintora de mujercitas animé en ambientes pictóricos que lleva una larga batalla contra la violencia de género. “Es un logro de muchas que estamos peleando porque sabemos que es difícil entrar en el sistema del arte, más siendo mujer”, dice la artista. Anteayer, en galería Piedras, mereció el Premio en Obra, un galardón muy ansiado para los habitantes del Barrio Joven, junto con la artista Nina Kovensky, de El Gran Vidrio. La obra de esta última ingresó en la colección del Museo Castagnino-macro de Rosario.
El colectivo Nosotras Proponemos tuvo ayer una jornada especial en la Isla de Ediciones, con la curaduría de Nancy Rojas y Santiago García Navarro. La organización nació en noviembre de 2017, cuando el fallecimiento de Graciela Sacco sumió a la comunidad artística en tristeza. Leticia Obeid señaló entonces el machismo en el campo del arte y su publicación en Facebook terminó en un compromiso de prácticas feministas firmado por 3000 personas. Ayer fue un día clave, también, porque se presentó el libro de Andrea Giunta, Feminismo y arte latinoamericano. Historias de artistas que emanciparon el cuerpo, un panorama teórico y cuantitativo de la escena femenina del arte. En los stands hay obras de artistas mujeres que ya tienen destino de museo: una de Marta Minujín, que ingresó en el Museo de Arte de Lima, y otra de Magdalena Jitrik, que integra desde ahora el acervo del Macba de Barcelona. El Museo de Arte de Tandil se quedó con Rizoma, de Carolina Antoniadis; el Franklin Rawson de San Juan eligió una escultura de Elba Bairon, y el de Lanús, una de Nora Iniesta. Las ventas se hacen eco: una gran pintura de Cynthia Cohen ingresó en la colección de Madero Harbour. Las compras de Impulsarte, el programa de adquisiciones de la Rural, también fueron mayormente para artistas mujeres: Gilda Picabea, Malena Pizani y Ana Clara Soler, además de Federico Lanzi. Un video de Elena Dahn que registra sus performances de pintura elástica realizadas en Móvil el año pasado fue adquirido por el Hotel Meliá.
En el nivel de maestras hay que destacar a Diana Aisenberg, cuya obra mural de una madonna se encuentra en Aldo de Soussa, y las pinturas de Marcia Schvartz en Vasari, donde también se ve la obra de Karina Peisajovich. La galería Henrique Faría tiene un seleccionado de artistas mujeres, que no todas han tenido su merecido reconocimiento: Marcela Astorga, Delia Cancela, Elda Cerrato, Alicia Herrero, Mirta Dermisache, Noemí Escandell y Emilia Azcárate. Walden es otra galería que revisa en el pasado las omisiones injustas. Este año pone en valor las obras de Graciela Gutiérrez Marx, una pionera del arte experimental, y la de las mexicanas Lourdes Grobet y Magalí Lara.
En la limeña 80M2 se disfruta de la obra de Teresa Burga, artista conceptual recientemente reconocida tras una vida de trabajo en silencio. También en el stand de Jorge Mara hay una “maestra rescatada”: Sarah Grilo, al lado de una que ya fue reivindicada hace un tiempo, Grete Stern. María Calcaterra pone en valor la obra de Martha Boto (1925-2004), pionera del arte cinético argentino. La siempre vigente Marie Orenzans se destaca en el espacio de la galería estadounidense Alejandra von Hartz y la española Poligráfica, donde también se ve a Liliana Porter.
En los cabinets se puede disfrutar de minimuestras de artistas maravillosas, aunque son minoría. Solo cinco de 17. En la galería Diego Obligado están las exquisitas obras de Mele Bruniard. También tienen
cabinets Adriana Bustos en Nora Fisch, Dahn en María Casado, Marcolina Dipierro en Miranda Bosch y Cristina Piffer en Rolf. Gachi Prieto tiene casi todas mujeres en exposición: Nora Aslan, Verónica Gómez, Silvana Lacarra, Kirsten Mosel y Viviana Zargón. El único artista varón es Andrés Waissman, marido de la galerista. Porque el feminismo de ninguna manera significa que las mujeres no amen a los hombres.