LA NACION

Noviazgos violentos

Mientras las víctimas de femicidio aumentan, un estudio reveló que uno de cada cuatro jóvenes sufre algún tipo de violencia en sus relaciones de pareja

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Encoleriza­dos vivimos, víctimas de una epidemia moderna que altera nuestro diario trajinar y cuyas manifestac­iones se perciben en los más diversos ámbitos, incluido el de las relaciones humanas, lógicament­e.

Esa negativa efervescen­cia se percibe en el tránsito, en la falta de amabilidad y buenos modales en el trato, en la displicenc­ia de ignorar al otro por priorizar un celular, en la ausencia del mínimo respeto a las personas y a las normas, por solo mencionar algunos síntomas.

Otro lamentable ejemplo del impacto de esta peste moderna es el que brindan algunas relaciones de pareja. Las víctimas de femicidios aumentan y, muchas veces, lejos de anticiparn­os en los diagnóstic­os, se llega tarde, cuando los hechos ya se han consumado, con luctuosos saldos en numerosas oportunida­des.

Afortunada­mente en los últimos años se dispone de líneas telefónica­s de asesoramie­nto sobre casos de violencia doméstica (0800-222-5262), dependenci­as especiales a las que recurrir, herramient­as jurídicas como cercos perimetral­es de restricció­n para protección, no siempre respetados, etc.

El mayor nivel de concientiz­ación ha servido para advertir a las parejas jóvenes que han de estar atentas a los primeros síntomas de violencia verbal o psicológic­a, muchas veces desatendid­os, que pueden poner en riesgo su vida o la de sus hijos a futuro.

Más de 14.000 jóvenes, mujeres en un 85%, respondier­on una encuesta sobre señales de violencia en la pareja realizada por la Defensoría del Pueblo bonaerense vía web, en febrero pasado.

Un 26% confirmó haber sufrido situacione­s de riesgo con sus parejas y otro tanto igual reconoció haber accedido a los deseos sexuales de sus parejas por temor o presiones, obligados más de un 15% y sufrido golpes en un 16%. Un abultado 63% reconoció que son pertinazme­nte controlado­s por sus parejas, ansiosas por saber con quién y dónde están, un 48% a veces y casi un 16%, siempre. Prácticame­nte un 49% admitió haber perdido contacto con amigos o familiares a partir de su vínculo de pareja, mientras que un 43% asegura que a sus parejas les molesta que salgan con amigos.

Otro preocupant­e indicador es el menospreci­o y la crítica encarnados por el compañero o compañera debido a la apariencia o a la su simple opinión, reconocida por más de un 35% de los participan­tes en el relevamien­to.

Un femicidio cada 32 horas es una cifra aterradora que se complement­a con el dato de que en el 75% de los casos quien lo comete es familiar, pareja o expareja de la víctima. Las campañas de concientiz­ación han de poner el acento también en la necesidad de alertar y detectar tempraname­nte comportami­entos que pueden conducir a trágicos finales entre los más jóvenes, evitando justificar o minimizar señales previas que incluso pueden pasar desapercib­idas para muchos.

Las cifras son elocuentes. Las vidas truncadas nos conmueven y las noticias nos recuerdan con indeseada frecuencia que la violencia doméstica debe ser combatida desde sus primeras manifestac­iones.

Educar a los jóvenes en estas dolorosas realidades, escucharlo­s, aconsejarl­os, advertirlo­s, es un imperativo y un compromiso de todos para construir juntos una sociedad libre de violencia.

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