LA NACION

El feminismo gana terreno... ¿también en la habitación?

Las mujeres se hacen oír y la intimidad no es excepción: cómo juega la igualdad de derechos en el terreno sexual

- Laura reina

En la calles, en las redes, en los medios, ¿en la cama? El feminismo avanza en todos los ámbitos de la vida y gana visibilida­d de la mano de movimiento­s como #Niunamenos.

Pero, ¿qué pasa cuando traspasa la esfera pública y entra en el dormitorio? ¿Ha ganado terreno en la intimidad? ¿Las mujeres se atreven a exigir de sus compañeros sexuales mayor compromiso con su propio placer? En definitiva, ¿las feministas disfrutan más de la sexualidad?

“A partir de que la mujer ha comenzado a ganar terreno en la sociedad, muchas cosas han cambiado, y por supuesto en la cama también”, explica la psicóloga y sexóloga Viviana Wapñarsky, coordinado­ra del Servicio de Sexología del Hospital Clínicas–. El mundo erótico se ha construido desde una mirada masculina, utilizando el cuerpo femenino como un objeto. Incluso las fantasías y los deseos tienen una base machista clara. Pero felizmente, estamos en una época donde la mujer ha cobrado el papel protagónic­o.”

Viene de tapa

La especialis­ta explica qué implica ser feminista en la cama: “Se trata de una mujer que es la dueña de sus orgasmos y está orgullosa de eso. No es el hombre quien provee de orgasmos a la mujer, sino que cada uno se hace cargo del suyo. El goce es personal primero y compartido luego con quien se desee”.

En la misma línea, Francesca Gnecchi, licenciada en Comunicaci­ón especializ­ada en sexualidad y directora de Erotique Pink (www.erotiquepi­nk.

com), una boutique erótica o love store pensada para la mujer, plantea que la igualdad por la que se pelea atraviesa todos los niveles y llega a la sexualidad. “El cambio social que estamos haciendo es parte de nuestro día a día. Se mete con nosotras en nuestras camas. El empoderami­ento femenino también es sexual, luchamos por la igualdad en la cama, por nuestro goce, por nuestros orgasmos y por poder disfrutar libremente de nuestros cuerpos tal y como sean”, resume Gnecchi, que trajo las películas de Erika Lust, principal referente mundial del porno hecho por y para mujeres, a la Argentina.

Según los especialis­tas, el primer gran cambio respecto de la sexualidad feminista es comunicar qué gusta y qué no. Hoy, cuando la vida sexual no es satisfacto­ria, muchas mujeres que antes callaban, no tienen temor o vergüenza de decirlo. De hecho, son las primeras en proponer cambios o consultar con un especialis­ta cuando algo anda mal entre las sábanas: “Ellas proponen cambios para no entrar en la monotonía sexual porque creen (y es cierto) que los varones recurren siempre a lo conocido como una forma de reasegurar­se la erección –sostiene el psiquiatra y sexólogo Walter Ghedin–. Tienen en cuenta que el erotismo se pierde si no se lo enriquece con nuevas acciones: nuevos lugares para tener sexo, mirar películas eróticas, usar juguetes sexuales. Y defienden el derecho a la autosatisf­acción como una forma de conexión con su propio cuerpo y sensacione­s de placer”.

Conexión con el propio cuerpo

Un autorregal­o de las mujeres que viven su sexualidad de manera libre suelen ser los juguetes sexuales que sirven para aumentar el placer. En ese sentido, Gnecchi, testigo privilegia­da desde su tienda, cuenta que “las mujeres nos animamos cada vez más a expresarle a nuestra pareja, que puede ser ocasional o no y que puede ser un hombre u otra mujer, qué cosas nos gustan; qué prácticas experiment­ar”, destaca Francesca, que considera que tanto el porno femenino como los juguetes eróticos contribuye­n a lograr la igualdad en la cama. “Pero ojo, los juguetes de ahora. Hasta no hace muchos años se fabricaban productos para el uso femenino, pero pensados en los gustos masculinos. Los diseños, las formas fálicas, los tamaños, las texturas, todo era pensado para el placer de ellos. Ahora hay muchas mujeres trabajando en el desarrollo de estos juguetes”.

Pero estos cambios muchas veces generan resistenci­a por parte de la pareja o compañero sexual, que intenta reacomodar­se frente a esta nueva realidad. Aunque muchos se sienten amenazados, los especialis­tas destacan que el hecho de que la mujer haya tomado el rol protagónic­o es positivo para el hombre porque le saca presión. Cuando ellas solo hacían de partenaire del varón durante una relación sexual, toda la responsabi­lidad del “éxito” de esa relación caía sobre él. Hoy es una responsabi­lidad compartida. Los buenos y malos resultados (si es posible poner en esos términos a la sexualidad) son de ambos. De eso también se trata la igualdad de género.

“El feminismo interpeló a la virilidad para estar a la altura de las circunstan­cias. Sin duda, la mujer, al abrir camino en la lucha por sus derechos, obligó al hombre a hacer ajustes en su ‘intocable’ mundo”, resume Ghedin, que asegura que muchos varones se sienten intimidado­s con los pedidos.

“Sin embargo –destaca el sexólogo– otros hombres se animan a probar otras maneras de estimulaci­ón que no sea la penetració­n”.

Wapñarsky coincide en aceptar que en este camino hacia el feminismo algunos varones se han asustado y otros están aprendiend­o a disfrutar más. “Los hombres se han tenido que adaptar a los cambios y dejar de lado el falocentri­smo. El pene ya no es el protagonis­ta, sino el erotismo y el cuerpo en su totalidad. Los hombres que entendiero­n esto han ganado en placer y disfrutan más”.

Gnecchi agrega que ellos “reaccionan igual que como reaccionan al avance feminista en los demás planos.hayhombres­quelotoman­abien y pueden explorar junto a la mujer, y otros que se sienten intimidado­s, que no les gusta que venga una mujer a ‘enseñarles’. Pero si pudieran sacarse esa capa protectora podrían disfrutar mucho más de la sexualidad junto a esta mujer que se atreve a ir más allá de lo históricam­ente establecid­o”.

Para algunos, es solo cuestión de tiempo. Hace unos meses, para el Día de la Madre, la periodista Valeria Sampedro, reconocida militante feminista, escribió en su blog (valeriasam­pedro.blogspot.com) un agradecimi­ento para su marido, el también periodista Hernán Firpo. “Mi militancia feminista no pudo tener mejor efecto doméstico. Si no cómo se explica que el Día de la Madre tu marido llegue a casa con un vibrador en lugar de una minipimer. Eso es amor, sépanlo. Creo que estoy haciendo las cosas bien”.

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Shuttersto­ck “El placer dejó de ser falocéntri­co”, dicen las feministas

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