Una nueva esperanza tras la crisis
Muchas cosas quedaron claras después de la crisis financiera que vivimos durante las últimas semanas: que gastamos más de lo que generamos; que hay menos dólares de los que necesitamos; que las metas de inflación tenían una gran cuota de esperanza y poco de realidad, y por ende, la economía no va a crecer como se estimaba. Si hacemos un paralelismo con el mercado inmobiliario nos vamos a dar cuenta de que las hipotecas tenían mucho de positivismo, pero muy escaso sentido de realidad porque estaban atadas a la inflación no controlada; los valores de las propiedades que se financiaron estaban sobrevaluados dado que no se podía comprar unidades terminadas sin escriturar y además, a los costos actuales de construcción no hay manera de que se genere mayor actividad en el sector privado. La Argentina tiene muchos problemas estructurales como una pobreza del 30 por ciento y un déficit habitacional, dos temas que deberían ser prioridad absoluta del Gobierno. Basta analizar lo que sucedió con los créditos hipotecarios desde 2015: la gente se entusiasmo por el cambio de Gobierno y por la mejora en la perspectiva de futuro. Hoy esa confianza se ve rota y para volver a ganarla es necesario avanzar a paso firme y seguro para que no volvamos a tomar decisiones basado en la “fe”, sino en los hechos. En este contexto, comparto algunas ideas para eficientizar el proceso: acortar los plazos para escriturar unidades a estrenar o modificar la letra chica para que se pueda instrumentar un crédito para unidades con la última revisión de fin de obra, reducir impuestos como sellos para la vivienda única y fomentar la línea de crédito para comprar de pozo unidades al costo, entre otras iniciativas. De esta forma, espero con positivismo que el Gobierno vuelva a convocar a las empresas del sector para que entre todos armemos un plan equilibrado, sustentable y realista.