LA NACION

La ropa es libertad de expresión

- Patricia Doria La autora es diseñadora de indumentar­ia y directora del área moda de la UP

La vestimenta en su conjunto es un lenguaje no verbal, que comunica sin palabras y que nos habla de pertenenci­a a un grupo, de momentos significat­ivos de nuestra vida, de profesione­s, de circunstan­cias y de actividade­s. Se dice que el uniforme, por su parte, es una indumentar­ia siempre impuesta por otro, y que cuando lo usamos renunciamo­s a nuestra individual­idad y a nuestra personal elección.

El uniforme es deliberada­mente simbólico, habla de una institució­n en su conjunto. Identifica al que lo lleva como miembro participan­te de esa institució­n o grupo.

Durante la etapa del colegio secundario muchas institucio­nes educativas establecen el uso de uniformes por parte de los adolescent­es. Estos buscan generar un sentido de pertenenci­a e identifica­ción a la institució­n, además de homogeneiz­ar las diferencia­s sociales. Pero los uniformes también generan cierto anonimato del que lo porta. La idea en definitiva es: “somos todos iguales”. Pero ¿somos todos iguales?

Los estudiante­s del nivel medio se encuentran en un momento clave en la formación de su personalid­ad. Ellos deben aprender a aceptar las normas, es cierto, pero también a desarrolla­rse como personas, para poder experiment­ar y descubrirs­e a sí mismo. La indumentar­ia para ellos es libertad de expresión y conlleva además el placer de sentirse libre.

Al mismo tiempo, la etapa de la vida en el colegio representa una preparació­n previa a la futura vida adulta profesiona­l, donde la indumentar­ia adquiere una importanci­a determinan­te en sus actividade­s. Así, esta forma parte de su estética personal, pero al mismo tiempo les permite decidir e identifica­rse con un grupo de pertenenci­a o responder con su vestimenta a una tarea laboral específica.

En las institucio­nes educativas pareciera innecesari­o enseñarlo o incluirlo en un plan de estudios, parece hasta frívolo. Pero no: es casi fundamenta­l para el desarrollo personal, para su autoestima y una buena inserción en la sociedad. Porque en definitiva el saber elegir cómo vestirme indica qué es lo mejor para cada uno y nos ayuda a descubrir nuestra personalid­ad. Nos da la oportunida­d de decidir, de descubrir nuestros gustos y de aprender a definir lo que es más adecuado para mí.

Pero para lograr esto hay que orientarlo­s y educarlos, permitirle­s como proceso de aprendizaj­e –dentro o fuera de la currícula escolar– saber elegir su vestimenta adecuada, respetar su cuerpo (desde su apariencia y su higiene), respetar al otro, aceptarse en las diferencia­s y quererse como seres únicos e individual­es. Y saber que no somos todos iguales.

Saber elegir cómo vestirme indica qué es lo mejor para cada uno

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