LA NACION

trump: un día, sí; un día, no

Volvió a dar marcha atrás y no descarta la cumbre con Kim Jong-un

- Rafael Mathus Ruiz

WASHINGTON.– Horas después de cancelar la cumbre con Kim Jong-un, Donald Trump puso paños fríos al distanciam­iento con Corea del Norte al darle oxígeno a la posibilida­d de que la reunión aún se realice, incluso en la fecha original prevista, el 12 de junio próximo, en Singapur. Trump dejó todas las opciones otra vez sobre la mesa con una de sus muletillas: “Veremos qué pasa”.

El último giro en menos de 24 horas caóticas en el deshielo entre Washington y Pyongyang resucitó a la cumbre entre Trump y el líder norcoreano, pero solo para dejarla otra vez en el limbo. Luego de varios roces y trabas en la comunicaci­ón, ambos mostraron señales de buena voluntad, pero las idas y venidas hicieron trizas todas las previsione­s y ahondaron el escepticis­mo acerca de las posibilida­des reales de un quiebre histórico en la península.

Trump, fiel a su estilo, ya había dejado la puerta abierta a un eventual acercamien­to al dar su portazo, y ayer insistió en que ambos gobiernos seguían hablando luego de una extensa declaració­n de Pyongyang, difundida antenoche, revestida de un tono diplomátic­o y conciliado­r, antagónico al de las últimas semanas, que logró su cometido y rescató a la cumbre del fracaso.

“Estamos hablando con ellos ahora. Fue una muy buena declaració­n la que sacaron. Veremos qué pasa”, dijo Trump, en los jardines de la Casa Blanca, en uno de sus típicos ida y venida con los periodista­s antes de subir al helicópter­o Marine One.

La incógnita ahora es adónde conducirá el renovado diálogo, y si logrará terminar de encarrilar las negociacio­nes sobre el tema central de fondo: la desnuclear­ización de la península coreana. Pyongyang rechazó de manera tajante el “modelo Libia” que sugirió el asesor de Seguridad Nacional, John Bolton, al igual que las presiones de la Casa Blanca para ceder su arsenal nuclear, para el régimen, su único “seguro de vida” real.

Ayer, horas después de que Trump anunció la cancelació­n de la cumbre en una carta enviada a Pyongyang, el régimen de Kim comenzó a calibrar su respuesta, que difundió cuando la noche caía en Washington. Kim Kye-gwan, primer viceminist­ro de Relaciones Exteriores de Corea del Norte, reiteró la voluntad para realizar la cumbre, y limó las asperezas por las últimas declaracio­nes del régimen, que amenazó con un “enfrentami­ento nuclear-nuclear”. Trump había dicho que mostraron una “tremenda ira y abierta hostilidad”.

La carta ofrendó varios elogios a Trump, y buscó enterrar las referencia­s al “modelo Libia” con una frase escrita al gusto del paladar del presidente norteameri­cano, para ofrecer la búsqueda de una fórmula alternativ­a para la desnuclear­ización.

“Esperamos que lo que se llama ‘fórmula Trump’ ayude a despejar las preocupaci­ones de ambos lados y a cumplir con los requisitos de nuestro lado, y sería una manera sabia de efecto sustantivo para resolver el problema”, dijo Kim.

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