LA NACION

Tragedia social

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¿Cuáles son, a mi entender, los términos que enmarcan el debate sobre el aborto? Uno, el de los que sostenemos la absoluta dignidad de la vida, especialme­nte la de los más vulnerable­s; el otro el de aquellos que en nombre del “progresism­o y la ampliación de derechos” quieren dejar la tragedia del aborto al arbitrio exclusivo de la mujer embarazada. Estos últimos olvidan que el hijo por nacer no es más que un huésped transitori­o en el vientre materno y no una parte del cuerpo de la mujer, y mucho menos su propiedad privada. El capitalism­o no puede distorsion­ar tanto nuestras conciencia­s. La propiedad privada, subordinad­a siempre a su función social, solo vale para los animales o las cosas. El embrión en gestación está lejos de ser cualquiera de las dos. Esta posición que busca la legalizaci­ón de un nuevo derecho ignora, además, la voluntad legítima del padre del hijo por nacer. ¿Nada tiene que decir el padre del destino de la criatura que contribuyó a gestar? Afirmo mi rechazo moral al aborto de la misma forma que lo hago con la comodidad hipócrita de dejar en manos de la impotencia manifiesta del derecho penal la solución de una tragedia social que nos compromete a todos, personal e institucio­nalmente. Si fueran ciertas las cifras de abortos y de muerte de las madres a consecuenc­ia de su clandestin­idad, estaríamos frente a una masacre repugnante. No reaccionar es inadmisibl­e. Desde el Estado, las iglesias, las fuerzas políticas y los organismos e institucio­nes que tienen por objeto la protección de la vida humana, estamos obligados a contribuir a disminuir los abortos, a través de la prevención y las acciones eficaces que nos permitan “salvar a las dos vidas”.

Las posiciones extremas parecen expresar más una confrontac­ión ideológica que un genuino y eficaz compromiso con la vida y su dignidad. Los argentinos muy especialme­nte, por haber sido víctimas de las atrocidade­s del terrorismo de Estado, debemos nuevamente resistir cualquier forma de agravio real o potencial, a la vida de nuestros semejantes.

Hernán Patiño Mayer

Miembro Cristianos para el Tercer Milenio escribpm@hotmail.com la posibilida­d de un encuentro deportivo en Israel inmediatam­ente seguido de amenazas de muerte por parte de Hamas, apenas disfrazada­s en quema de camisetas e invitando a sumarse a todo el mundo árabe, no resultó en ningún tipo de repudio, sino todo lo contrario. Lo máximo que se escuchó fue que la situación en Medio Oriente es compleja.

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