LA NACION

“Como director, me defino como un sufridor nato”

Heredero de una dinastía de cineastas, acaba de estrenar Animal, que se posicionó como la película argentina más vista hasta ahora

- Texto Alejandro Rapetti | Foto Fernando Massobrio

Nieto del director que fue marca registrada del cine erótico de los años setenta y catapultó a Isabel Sarli como símbolo sexual de su generación; hijo del actor y director Víctor Bo y Chia Sly, Armando Bo es el tercer eslabón de una dinastía de cineastas. Director, guionista, productor de cine, ganador de un premio Oscar como coguionist­a de Birdman (2014), acaba de estrenar Animal, una película protagoniz­ada por Guillermo Francella y Carla Peterson que habla sobre el egoísmo, el dinero, las relaciones humanas, las diferencia­s sociales, las distintas maneras de ver el mundo y los conflictos que eso provoca. En los primeros cuatro días desde su estreno generó 160.000 espectador­es y se posicionó segunda, después de Deadpool 2.

¿Por qué una película sobre el egoísmo? “Sin dudas, creo que el egoísmo es algo muy muy nuestro, de los humanos, de alguna manera todos llevamos algo de eso adentro, algunos más, otros menos, estamos un poco teñidos de eso. La película busca llevar esa sensación un poco al extremo, pero no toma postura sobre si está bien o está mal ser egoísta, sino que lo pone ahí, en el debate. Es una película que a veces puede ser intensa y un poco incómoda, pero al mismo tiempo la gente la está eligiendo”, advierte el cineasta.

Si bien realizó algunos cursos de cine en la New York Film Academy, estudió arte y fotografía, Bo asegura que se formó trabajando. Comenzó como director publicitar­io a los 21 y desde entonces hizo más de 140 comerciale­s. En 2005 fundó su propia productora en la Argentina, llamada Rebolucion. Junto con Nicolás Giacobone, trabajó en el guion de Biutiful (2010), película de Alejandro González Iñárritu protagoniz­ada por el español Javier Bardem, que tuvo dos nominacion­es al Oscar, y en 2012 dirigió y escribió su ópera prima, El último Elvis (2012). Desde fines de 2014 está radicado en Los Ángeles con su esposa, la vestuarist­a y diseñadora de indumentar­ia Luciana Martí, y sus hijos Amador (8) y Torino (4).

–¿Es cierto que antes del estreno de Animal saliste a pegar afiches de la película?

–Sí, mi papá y mi abuelo tenían esa especie de cábala, así que salimos con mis hijos a pegar afiches de Animal un poco cumpliendo con esa tradición familiar, y también para mostrarles a los chicos todo el esfuerzo que lleva hacer una película, que no es solamente disfrute, sino que también hay que laburar.

–¿Conociste a tu abuelo?

–Se murió cuando yo tenía apenas dos años y medio, pero por suerte me quedaron un montón de anécdotas, un montón de películas y una gran cantidad de fotos donde verlo. No todo el mundo obtiene tantas imágenes de su familia en vivo, caminando, moviéndose. Es muy interesant­e poder ver a tu abuelo o a tu papá cuando eran jóvenes, por ejemplo. Creo que ahora eso está cambiando porque la gente tiene mucho más material de cada uno, con los teléfonos en cualquier lado. Sin dudas al verlo encuentro similitude­s, y en algún punto me emociona bastante.

–¿Mantenés el vínculo con Isabel Sarli?

–No. La respeto mucho, conmigo se portó muy bien y fue parte muy importante de la vida artística de mi abuelo, por eso estoy muy agradecido con ella. Pero al mismo tiempo mi abuelo se murió hace 38 años y yo nunca estuve muy relacionad­o con su vida, así que no tengo mucho espacio para mantener esa relación.

–A la distancia, ¿qué te pasa cuando ves aquellas películas, que para la época fueron tan transgreso­ras?

–Veo a mi abuelo como un luchador, un tipo que hizo lo que sentía, que hizo lo que quería, que iba al frente, y sin dudas me parece algo muy valorable haber peleado por sus ideales, haber hecho ese tipo de cine que años más tarde fue reconocido por tanta gente. Creo que sin dudas su obra creció a través de los años.

–¿Cuál es la mayor enseñanza que te haya dejado tu abuelo?

–Justamente, hacer lo que siento, y por eso Animal en un punto me representa, porque tuve que luchar por lo que quería y lo que sentía. La película es el reflejo de esa enseñanza: avanzar a pesar de las trabas que se presentan para hacer lo que uno siente.

–¿Por qué Animal?

–Porque en algún punto el personaje de Francella tiene que reencontra­rse con sus instintos, sacarse la carera y reencontra­rse con su verdadero yo, y de alguna manera en ese instinto de superviven­cia termina encontrand­o la solución para su vida. Tiene que volver a convertirs­e en un animal.

–¿En qué momento decidiste dedicarte al cine?

–Sucedió bastante naturalmen­te. Empecé a trabajar en esto cuando tenía 18 años como cadete, y fue como una carrera, evoluciona­ndo y creciendo bastante rápido, fue un camino bastante natural.

–¿Cómo te definís como director?

–Como un sufridor nato, con mucha intensidad, muy enérgico. Sin dudas, el cine es un arte de equipo y hay que elegir muy bien ese equipo para cada película. Tengo que confiar muchísimo en mi instinto sobre lo que va pasando en cada momento y tratar de ir encontrand­o lo mejor para cada historia.

–¿Qué mirada tenés sobre la actualidad del cine argentino?

–Creo que en los últimos años han aparecido películas de una calidad muy importante, como El secreto de sus ojos o El clan, películas muy grandes y muy taquillera­s, algo opuesto a lo que pasa en el cine mundial, donde se imponen las de superhéroe­s. Es interesant­e que se ha aprendido a producir de una manera muy positiva, a lo grande, algo que nosotros continuamo­s en Animal, y de alguna manera la gente lo valora.

–¿Qué creés que falta mejorar?

–Falta apoyo a películas que son diferentes, replantear­se cómo lanzar algunas películas que por ahí son más chiquitas, ver cómo reubicar un poco esos recursos. Creo que ciertas obras necesitan más apoyo del Estado. Segurament­e hay cosas que pasan más inadvertid­as porque no tienen manera de difundirla­s.

–¿Qué haces en tu tiempo libre, en tus ratos de ocio?

–Estoy con mis hijos y mi mujer.

–¿Cinco películas de cabecera?

–Sin dudas La naranja mecánica, de Kubrick; 8 y ½, de Fellini; Tonto y retonto, de Farrell; Volver al futuro, de Zemeckis, e Inside Out, de Pete Docter y Ronnie del Carmen.

–¿Y tres buenas series para ver en Netflix?

–Wild Wild Country, el documental sobre Osho; Breaking Bad, y Peaky blinders.

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